- Buenos días princesa - escucho su voz, me besa el cuello y su cuerpo está pegado al mío por detrás. - Buenos días Ojitos, ya se me había olvidado lo hermoso que era despertar contigo - comento moviéndome para rozar mi cuerpo con el suyo.
- Ah - gimo al sentir cuando entra en mí ya que dormí desnuda para sentir mejor el calor de su cuerpo en mi piel. Hace tiempo que no me despertaban de esta manera, por alguna razón Sam no funcionaba bien en la mañana, así que lo estoy disfrutando muchísimo. - Quiero tocar tu sexo Anabel - dice agitado pegado a mi oído, así que abro un poco mis piernas para darle mejor acceso.
- ¿Cómo quieres que te toque? - pregunta, pero no le puedo contestar porque llego. - Enséñame Anabel...enséñame cómo te gusta - pide agitado. Espera chiquito déjame reponerme, pienso. Tomo su mano y la pongo en mi sexo - Acabo de llegar así que acaríciame suavemente porque estoy muy sensible - digo como puedo y comienza a estimularme exactamente como le pedí haciéndome volar de placer, comienzo a gemir, mi cuerpo completo está en éxtasis. Él comienza a gemir enloqueciéndome mucho más hasta que ambos llegamos al mismo tiempo.
- Te levantaste muy deseoso esta mañana - digo sonriendo sintiéndome muy plena y me volteo para verlo. - Así te puedo despertar todos los días si estás conmigo...ahora que te probé sé que te voy a desear mucho más - dice jugando con mi cabello haciéndome sonreír. - Ya...me convenciste - comento de forma burlona. - Te puedo complacer en todo lo que quieras - responde levantando las cejas, dejándome pensativa. - ¿Dijiste desde que me probaste? - pregunto riendo a carcajada. - Me gustaría decir desde que te hice el amor...pero no sé si me creas - dice sonriendo mirando cómo me río a carcajada. - A mí no me tienes que decir esas palabras románticas...puedes llamarlo como lo que fue...sexo - le digo besando su nariz.
- ¿Puedo trotar por el vecindario? - pregunta para cambiar el tema. - Sí, es muy tranquilo. Los vecinos son muy amigables - respondo. - ¿Tú trotas? - pregunta haciéndome reír. - No, mi enemigo es el cardio - respondo. - Jum...deberías...no te hace falta pero es bueno para el corazón - dice sonriendo acariciando mi pecho. - Bueno salgamos de esta cama, te he guardado todo en el closet, espero que no te moleste - digo observando su reacción. - Al contrario princesa, me haces sentir muy bien, me hace sentir bienvenido y que no quieres que me vaya - dice sonriendo saliendo de la cama.
- Tienes toda la razón - respondo disfrutando de la imagen que tengo frente de mí. Lo observo cómo se viste mientras salgo de la cama, es tan sexy pienso observándolo minuciosamente. - No me tardo Anabel, ya regreso - dice besando mis labios y se marcha.
Me siento en la cama con una sonrisa de oreja a oreja - Anabel ponte las pilas con este chiquito que está loco por ti - me digo a mi misma con emoción. Salgo de la cama y me doy una muy refrescante ducha.
Estoy preparando el desayuno cuando escucho que la puerta se abre, siento mariposas en el estómago al saber que es mi Ojitos. - Buenos días Anabel - escucho la voz de Sam. - Samuel ¿qué rayos haces aquí? - pregunto un tanto enojada. - Vengo a buscar algunas cosas que se me quedaron - responde. ¡Madre mía que no vaya a la habitación que va a ver las cosas de Nasire! - No puedes venir sin avisar. Aquí en la casa no hay nada tuyo, de eso estoy muy segura - le digo. - Te quedó muy bien la redecoración, se nota que disfrutaste de tu viaje a Marruecos - comenta. - Como no tienes idea - respondo. - Te prometo que no tardo, lo que necesito está en el taller - dice recordándome que puse sus cosas en una esquina. - Cierto...está todo en cajas. Por favor no tardes que tengo una cita - le digo para que avance y se largue antes de que Nasire llegue.
Mientras él se toma todo el tiempo del mundo yo estoy que miro por el ventanal a ver si veo a Nasire. Después de casi cuarenta minutos Sam termina. - Anabel quería invitarte a cenar, como te comenté necesito tu ayuda y tenemos que hablar del asunto - dice queriendo tomar mi mano pero yo la muevo rápidamente. - No puedo y no quiero, muchas gracias - respondo. - Pareciera que me odiaras, ¿ya se te olvido lo que sentías por mí? - pregunta el muy imbécil. - No te odio Sam y sí, lo que sentía por ti ya no existe - respondo muy seria.
- Te miro y vienen tantas cosas a mi mente... - comienza a decir pero lo interrumpo. - Sam...ya no hay vuelta atrás, tu tiempo aquí ya se acabó, por favor no hagas esto más incómodo...me tengo que ir - digo señalando la puerta para que se vaya. - Está bien...pero en algún momento vamos a tener que hablar de muchas cosas - dice levantando la última caja. - Adiós Anabel - se despide y se marcha. Lo veo tan mal, parece que ha envejecido como diez años, tal vez porque anda todo barbudo y despeinado, bueno aunque comparado con mi Ojitos sí es un vejestorio.
Me quedo mirando por el ventanal y cuando por fin se marcha salgo afuera a ver si veo a Nasire, me dan deseos de irlo a buscar en mi auto pero después pienso que me voy a parecer a la vecina que sale todos los días en su minivan a buscar a su hijo. Cuando me doy la media vuelta lo veo que viene trotando, que suertuda soy pienso mientras fantaseo con su sudoroso cuerpo.
- ¿Todo bien? - pregunta, lo noto distante. - ¿A qué te refieres? - pregunto. - No quise entrar hasta que se fuera el auto con la placa que dice Sam - responde. - Solo vino a buscar unas cosas que le faltaban - digo estudiando su estado de ánimo. - Jum...como que se tardó un poco - comenta con actitud. - Nasire...no por favor, esto es lo menos que necesito - digo en tono fuerte negando con la cabeza y entro a la casa.
- Anabel, disculpa, no te quise incomodar, pero entiéndeme. Me voy dejando a la mujer que amo por unos minutos y cuando regreso veo el auto de su recién exesposo en su casa. No sabía qué hacer, no sabía qué pensar, hasta donde yo sé, tú no podías desprenderte de él... - explica pero lo interrumpo porque él tiene toda la razón. - Chiquito...discúlpame tú a mí, tienes toda la razón. Él me puso de mal humor, lo siento. Te garantizo que yo no siento nada por Sam, él me hizo mucho daño...pero siento muchas cositas por ti - digo para hacerlo sonreír y funciona. - Anabel...eres tan hermosa - dice acariciando mi rostro. - Vamos a comer algo, ya lo que preparé debe haberse malogrado - digo tomándolo de la mano.
Saco yogurt, frutas, preparo café y nos sentamos en el comedor de diario. - Princesa, ¿me puedes llevar a recoger el auto que he alquilado? - me pregunta. - Llévate el deportivo, no es tan lujoso como el tuyo pero es cómodo - digo haciéndolo sonreír. - Siempre quise tener un Cayman desde que lo vi en una exhibición de autos para disfrutarlo los fines de semana pero casi no lo uso, así que ese puede ser tu auto cuando vengas - continúo haciéndolo reír.
- Wow Anabel...gracias por hacerme sentir bienvenido - dice sonriendo con su sonrisa de chiquillo. - Bueno el destino nos ha unido otra vez así que tenemos que comenzar una relación, ¿cierto? - digo para hacerlo sentir bien después del comentario "la mujer que amo" el cual pretendí ignorarlo, no estoy preparada para entrar en ese territorio todavía.
- Desde que te conocí quiero tener una relación contigo Anabel - responde. - Okay Ojitos, oficialmente desde hoy comenzamos a intentarlo, sabes que todavía estoy asimilando lo de la diferencia de edad, y luego la distancia, la diferencia de cultura, mi divorcio y un sinfín de cosas más. Eso sí, por favor, no nos escondamos nada, si ya no quieres estar conmigo prefiero que me lo digas de frente a vivir lo mismo que viví con ya sabes quién - reitero.
- Anabel mis decisiones son pensadas a largo plazo, yo voy a hacer todo lo que esté en mi alcance para que nada de lo que te preocupe sea un impedimento para nuestra relación. Así como soy de dedicado a mi trabajo también lo soy cuando le entrego mi corazón a una mujer - dice confundiéndome pero como sé que se tiene que alistar para ir con Scott no le hago más preguntas. - Hoy me encantas mucho más, vamos a ducharnos tú tienes una cita pendiente y yo tengo que ponerme a trabajar - digo levantándome de la silla tomando su mano, muero por estrujarme en ese delicioso y sudoroso cuerpito.
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Azul
RomanceAzul es una historia de romance que comienza cuando Anabel Montoya, una mujer de 40 años, sugiere un viaje a Marruecos con sus dos amigas en una noche de borrachera. Un viaje el cual les cambia la vida a estas tres amigas, en especial a Anabel al c...