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Era un mirador. 

Joseph lo había llevado a un mirador, jamas había ido a uno ni mucho menos de noche, la ciudad lucia tan pequeña desde arriba, la vista era totalmente hermosa ante sus ojos.

-¿Te gusta?-pregunto Joseph haciendo sobresaltar a Dylan.

-La vista es muy hermosa.-respondió el menor.

Joseph lo miro de reojo y sonrió ampliamente. 

-Estoy de acuerdo, la vista es hermosa.

Dylan se sonrojó, y trato de no parecer que estaba incómodo, pero vaya que lo estaba.

-Hay algo que quiero darte-dijo de pronto el mayor.

Sin más remedio, Dylan posó su mirada en la de Joseph, esperando a que siguiera hablando.

-Es tu cumpleaños, quería darte un obsequio, algo que fuera especial.

Y antes de que Dylan pudiese contestar, Joseph saco una cajita de terciopelo que traía en el interior de su saco de traje.

El castaño con tan solo ver la caja pudo pensar que lo que tenía adentro costaba quizás más que su casa.

El mayor abrió aquella cajita, y Dylan quedó plasmado.

Era una pulsera, que claramente era de oro, pero eso no era lo más sorprendente, lo sorprendente era que tenía su nombre grabado.

Joseph no perdió tiempo y agarró aquella pulsera para después tomar la mano del menor y ponérsela de una manera suave, sus dedos tocaban lentamente la piel del castaño, haciendo que este volviera a la realidad.

-Yo-yo no puedo aceptar esto.-dijo nervioso.

-¿Pero por qué?-preguntó un Joseph confundido.

-Esto es demasiado para mí, con la cena en el restaurante es suficiente.

Joseph sonrió y negó con la cabeza.

-Créeme, tu mereces esto y más.-dijo mientras levantaba su mano y acariciaba el rostro del menor.

Dylan se sintió entre nervioso y algo extrañó, ¿por qué el mayor le hacía sentir de tantas maneras con un solo toqué?.

Dylan estaba tan metido en sus pensamientos que no siquiera se dió cuenta cuando el mayor se acercó a su rostro.

Al regresar a la realidad, pudo darse cuenta que Joseph lo estaba viendo fijamente, de una distancia muy corta entre ambos.

Los labios de Dylan empezaron a temblar, y Joseph sonrió.

Y sin decir nada más lo beso.

Esté no era un beso romántico, no era uno de esos besos que Dylan miraba en los doramas que su mamá lo hacía ver, no, ese era un beso descontarlo, uno que expresaba la necesidad de tal acto.

Dylan quedó pasmado, pero no sé movió, solo quedó estático mientras el mayor devoraba su boca.

Se separaron, claramente por falta de aire, y Dylan pudo presenciar un hilo se saliva entre ellos, eso lo hizo enrojecer hasta las orejas.

-Quiero que seas mío.-dijo Joseph de pronto.

Dylan lo miró extrañado y con mucha confusión.

-¿A...que te refieres?-preguntó con nerviosismo.

El mayor sin decir nada más, salió de la camioneta, y se dirigió al lado donde estaba Dylan, y posteriormente le abrió la puerta, dándole una señal para que bajara de está.

Dylan no pudiendo estar más confundido, hizo caso y bajo de aquella camioneta.

Aún sin mencionar alguna palabra, Joseph abrió la puerta de atrás haciendo un gesto para que Dylan entrara.

Dylan creyó que Joseph estaba enloqueciendo, pero no quería ocasionar ningún conflicto así que entró a la parte trasera de la camioneta.

El castaño pensó que el mayor lo llevaría a casa después de hacer tal acto extraño, pero vaya sorpresa se llevó cuando el mayor entró también en la parte trasera.

Y ahí estaban de nuevo, viéndose fijamente, pero está vez Joseph tenía la mirada perdida en los labios de Dylan.

El menor algo nervioso, volteó a mirar cualquier otro lugar que no fuera la mirada de Joseph.

El mayor lo tomó del rostro, y lo obligó a mirarlo.

-Por favor bebé, deja de hacerte el difícil, sabes perfectamente que aquí o donde sea, tu me perteneces a mi -su tono de voz era firme e imponente, casi dominante, lo que terminó matar los nervios del menor.

-Si... Lo siento.-dijo temblando

-Dylan, quiero que me digas daddy.

Dylan en ese momento sintió como algo inexplicable recorrió por su dorso.

-Lo siento...... daddy.

El hombre mayor beso con fuerza los delgados labios del chico más joven, el que lo llamara daddy lo hacia sentir tan caliente.

Se separo de el para respirar y se deleito con la vista del Dylan con los labios rojos y ojos llorosos, eso era lo que quería, ya no perdería más  tiempo, tomó al menor y le dio la vuelta para alzar su trasero.

-¡Joseph! ¿Qué estas-? -sus quejas fueron interrumpidas al sentir la lengua del hombre de pelo oscuro lamiendo su entrada y un escalofrío lo hizo temblar cuando sintió que este comenzó a lamer su interior.

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quiero agradecer a Another39 por la ayuda en este capítulo y con la portada, gracias amix:').

pd: les recomiendo sus historias, son buenísimas uwu.

SugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora