.8. VERDADES A MEDIAS

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YA QUE EL CAPÍTULO ANTERIOR FUE TAN CORTO, OS DEJO OTRO, ESPERO QUE OS GUSTE. Y DISFRUTEIS LEYENDO COMO YO DISFRUTÉ ESCRIBIENDO. ÁNIMO EN VUESTRO ENCIERRO!

8.

VERDADES A MEDIAS

(Paula)

Volví a mi oficina, intentando pensar con claridad. No podía dejar que sus besos lo estropeasen todo, que lo que me hacía sentir ganase la batalla, tenía que recuperar la compostura. ¡Por Dios! ¡Estaba en la oficina!

- Estás hoy muy ajetreada ¿no? – preguntó Miri, mirándome tan pronto como entré en nuestra oficina.

- ¿Enviaste los oficiales a Cindy? – pregunté al darme cuenta de que ya habían mandado el fax a la responsable del departamento de diseño en Corea. Ella asintió.

Estuvimos unas horas más trabajando, y luego nos marchamos a comer.

- ¿Cómo van las cosas con Freddy? – preguntó mi amiga, mientras nuestro compi miraba hacia nosotras con cara de pocos amigos.

- Es complicado – respondí, justo después de tragar la ensalada de ese día – él está empeñado en hacerlo difícil – añadí, haciendo que ella comprendiese que las cosas seguían igual.

- Richard – le llamó - ¿por qué no vas a comprarme una botella de agua? – preguntó, haciendo que él asintiese, pues le encantaba sentirse útil - ¿qué ha pasado? – insistió hacia mí.

- Sigue con ella – me quejé – pensé que después de lo del sábado cambiaría, pero ...

- ¿Lo del sábado? – preguntó, incrédula, haciendo que me diese cuenta de que había metido la pata. Yo no servía para mentir u ocultar información, siempre terminaba olvidando lo que había dicho a unos y a otros, y al final, metía la pata. Justo como en ese momento.

- Me lo encontré en el hotel con Sandra – respondí, haciendo que ella abriese aún más los ojos.

- ¡Qué fuerte! ¿y qué explicación te dio? – pero ni siquiera pude responderle, pues Richard llegó entonces, y ambas nos mantuvimos en silencio – Quedamos esta noche en casa de Sofi – pidió.

Terminamos de comer y volvimos a nuestros puestos. Tuve que diseñar el catálogo que lanzaríamos pronto, y me llevé más tiempo del que me hubiese gustado. Así que cuando llegó la hora de ir a casa, estaba ampliamente cansada.

Ni siquiera me conecté a internet aquel día o miré demasiado las aplicaciones de mensajería.

Salimos del edificio y caminamos hacia el auto de mi mejor amiga, mientras esta chequeaba su teléfono, haciendo que recordase de que yo había dejado el mío en casa.

Tengo que admitir que yo no era una enganchada al teléfono como el resto de la sociedad. Lo cierto, es que apenas le echaba cuenta, y por eso solía dejarlo por cualquier lado. No lo echaba en falta en lo absoluto. Aunque, reconozco, que mis olvidos también se debían a mi mala memoria, a mis despistes constantes.

- Le envié un mensaje a Sofi, dice que te estuvo escribiendo, ¿dónde has dejado el teléfono? – preguntó, mientras abría el auto, y yo me subía en mi lugar - ¿has vuelto a dejarlo por ahí?

- Lo dejé en casa – respondí como si nada, mientras mi amiga subía la música, era una flipada de LAUV siempre lo estaba escuchando, a todas horas.

- ¿Te ha contado que Pablo estuvo en su casa? – preguntó, haciendo que me volviese hasta ella. Negué con la cabeza, y entonces ella habló – Le montó un pollo, le tiró la ropa por el balcón y hubo bronca.

Seduciendo a Sr. Hwan | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora