.26. UNA CITA CONCERTADA

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.26.

UNA CITA CONCERTADA

(Miriam)

Nuestros padres sonreían, de oreja a oreja, cuando nos vieron entrar juntos. Él me agarró de la cintura cuando estuvimos frente a ellos.

- Al final la he convencido – aseguró.

- Es una gran noticia – admitía papá.

- Sólo será una cita, no es como si fuese a casarme con él, ¿verdad? – les dije, él agarró mi mano y tiró de mí, hacia la limusina que esperaba en la puerta.

- Mis madres lo celebran todo a lo grande – aseguraba, para explicar lo de la limusina. Reí, divertida, y entré en el auto.

Me llevó a cenar a un bonito restaurante frente al mar, y luego fuimos a bailar a un salón con música clásica. Jamás me lo había pasado también con un chico, apenas tuve tiempo de pensar en mi vida diaria, e incluso me relajé y dejé de pensar que no era de fiar.

- Me alegra saber que lo estás pasando bien – agradeció, mientras yo giraba la cabeza para mirarle, dándome cuenta entonces de que estábamos demasiado cerca, pus mi nariz y la suya se tocaban. Estaba bastante borracha, había tomado demasiado vino y me sentía bien con él.

Miré hacia sus labios, en aquel momento, sólo podía hacer eso, mientras sentía como sus labios se abrían y dejaban escapar su aliento sobre mi boca.

- ¿Sigues intentando cautivarme? – pregunté, volviendo a ladear la cabeza, con el corazón agitado. Sonrió, divertido, haciéndome sonreír a mí también.

- Ya te he seducido – aseguró, mientras yo reía, negando con la cabeza – Analicemos los hechos – comenzó – antes ni siquiera me dabas bola, y ahora te tengo aquí, bailando conmigo. Creo que he avanzado bastante, ¿no crees?

Él tenía razón, me di cuenta en ese justo instante.

- No me hagas daño ¿vale? – le pedí.

- Jamás – aseguró, para luego acortar las distancias entre nuestros labios, sintiendo como yo me dejaba llevar, y no le apartaba, en lo absoluto.

-          Jamás – aseguró, para luego acortar las distancias entre nuestros labios, sintiendo como yo me dejaba llevar, y no le apartaba, en lo absoluto

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(Sofía)

Estaba sentada en el suelo, en casa, con él haciéndome una trenza, mientras Paula y Junsu jugaban con Pablito. Había sido toda una sorpresa, no los esperé en lo absoluto, y en aquel momento me sentía bien.

- ¿Qué tal ha quedado? – pregunté hacia paula, observando entonces como me enseñaba sus pulgares – Deberías replantearte tus posibilidades académicas – bromeé, haciéndole reír – serías un excelente peluquero.

Seduciendo a Sr. Hwan | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora