.31. PUEDO DECIRTE.

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31.

PUEDO DECIRTE

(Sofía)

Las cosas no volvieron a ser las mismas después de que Minjae se fuese, le añoraba cada día, a pesar de lo poco que habíamos estado juntos, él se convirtió en poco tiempo en un gran apoyo en mi vida, y que tuviese que marcharse para seguir el curso de lo que otros esperaban de él, algo que él no quería, pero que debía aceptar para contentar a otros, eso quizás era lo que más me molestaba de todo aquello. Pero no podía hacer nada, al fin y al cabo, era su decisión y nada se podía hacer en contra de eso.

Paula me pasó el contacto de un compañero suyo de la carrera, un tipo que llevaba una revista y estaba buscando una modelo para un artículo, lo llamé en seguida, y gracias a eso conseguí salir del apuro, pues el tal Roberto era un tipo encantador, que aseguró que me llamaría para futuros proyectos.

Así que no podía quejarme, creo que lo único que estaba mal en mi vida, era el plano sentimental, llegados a ese punto, tengo que admitir que ya no quería seguir con las relaciones esporádicas, pero tan poco quería volver a confiar en ningún hombre, aún me sentía algo resquebrajada después de la marcha de Minjae, así que sólo podía centrarme en mi momento, en mi pequeño bichito y en el nuevo trabajo que se me abría, paso.

Llegué a casa después de recoger del colegio a mi bichito, este salió escopeteado, dejando la mochila en cualquier lugar, al igual que los zapatos, llegando hasta el salón, cogiendo la nueva maquinita que su padre le había regalado, estaba realmente enganchado a ese chisme.

- Pablo – le llamé, molesta, agarrando los zapatos que se había quitado y colocándolos en el zapatero de la entrada, para luego hacer lo mismo con la mochila, levantándola en alto, enseñándosela - ¿este es el lugar para dejar la mochila? – resopló, molesto, caminó hacia mí, me quitó la mochila de mala gana y se marchó a su habitación, dando un portazo después. Pero... ¿de dónde había sacado ese genio? ¿Qué le ocurría últimamente? – Pablo – le llamé, siguiéndole hasta su habitación - ¿qué son esos malos modos? Sal aquí ahora mismo – abrió la puerta, lucía enfadado, me empujó y se marchó al salón, mientras yo le seguía – Pablo – insistía - ¿se puede saber qué es lo que te pasa? ¿Estás enfadado con mamá? – pregunté, él asintió, dejando la maquinita a un lado para luego cruzarse de brazos y mirarme - ¿por qué?

- Papá quiere llevarme a Euro Disney, pero tú no quieres – se quejó, de nuevo con aquello que salió el día anterior, justo después de recogerlo de casa del susodicho – yo quiero ir a Euro Disney.

- Cariño, ya hemos hablado de eso – me quejé, agachándome, junto a él, apoyando mis manos en sus rodillas – no puedes ir porque papá se marchará en horario lectivo, y tu no puedes faltar a clases, si fuese en otro momento, en vacaciones, sabes que te dejaría ir.

- ¡Mentira! – espetó, molesto, empujándome, haciendo que me cayese hacia atrás y me hiciese daño en los codos al impactarlos contra el suelo - ¡No quieres que vaya porque eres una egoísta! – añadió.

- Pablo – le regañé, sentándome en el suelo, para luego mirar hacia él, pues mi hijo no solía ser así, no era tan cruel – sabes que eso no es así, yo...

- No quieres dejarme ir porque odias a papá – insistió, negué con la cabeza, en señal de que ese no era el caso – te odio, te odio – comenzó, levantándose del sofá, marchándose a su habitación, mientras yo me ponía en pie, y le seguía, pero me detuve antes de haber llegado, pues mi teléfono comenzó a sonar.

- ¿Sofía? – preguntaba Roberto al otro lado del aparato – soy Roberto, siento molestarte, pero como me dijiste que si encontraba algo que te pudiese interesar...

Seduciendo a Sr. Hwan | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora