.42. IMPROVISACIÓN

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IMPROVISACIÓN

(Paula)

El hijo de puta de Pablo había vuelto a liarla, fue toda una suerte que Junsu y yo estuviésemos cerca del colegio de Pablito. Fuimos a recogerlo en cuanto Sofía nos llamó, preocupada. La tranquilicé, y le dije que el niño se quedaría con nosotros, que no tendría de qué preocuparse, ella estaba enfadada, y no era para menos.

Pasamos la tarde comiendo helado y haciendo bromas.

- Cuando quieras podemos crear algo así tú y yo – me dijo, mirando hacia el niño, que jugaba en el parque de bolas.

- ¿No es un poco pronto? – me quejé, divertida, mientras él sonreía. ¡Dios! ¿Se podía ser más guapo? Me tenía enamoradita perdida.

- Sólo bromeaba – insistía – Oye, he solicitado a alguien para que te ayude en el departamento – me dijo sin más – sé que estás esperando a que Miriam volviese... pero no puedes con todo, amor.

- He estado esperando, a que ella dijese algo, pero... creo que no va a volver – admití. No me refería al país, que también, si no al trabajo.

- Entonces está bien, ella debe seguir su propio camino – me dijo, asentí, porque era cierto.

La hora del parque terminó, y volvimos a casa, me estaba quedando con él, en la suya, pues él no dejaba de decir que teníamos que recuperar el tiempo perdido, era todo un oso amoroso en aquellos días.

Agarraba mi mano, con fuerza, con el niño en brazos, mientras este aseguraba pasárselo mejor con él que con su padre, incluso le pedía que, por favor, no volviese a dejarle con él.

- Haremos una cosa, Pablito – le dijo, mientras el niño le ponía toda su atención, pues siempre le hablaba como a un niño mayor, no como el resto de personas, que le hablaba como lo que era, un niño – te quedarás en casa con nosotros, hasta que decidas irte – el niño asintió, con una enorme sonrisa en el rostro – pero tienes que portarte muy bien, ¿eh? A Paula no le gustan los niños rebeldes – sonreí, divertida. Él era todo un caso. El niño volvió a asentir, y luego miró hacia mí.

- Tía Paula – me llamó, ladeé la cabeza para mirarle – voy a ser un niño muy bueno – sonreí, y asentí, en señal de que le creía.

Él era un niño muy bueno, el mejor del mundo, no daba mucha guerra, era demasiado inteligente y maduro para su edad, y pocas veces hacía que su madre se preocupaba, por eso no entendía por qué Pablo siempre tenía que escurrir el bulto. ¿Por qué le había dado tanto la tabarra a mi amiga para que le dejase a el niño si luego iba a intentar escabullirse a la primera de cambio? Él siempre fue un irresponsable, un inmaduro, así que lo mejor que pudo pasarle a mi amiga fue que él se fijase en otra chica, dejándola libre.

 ¿Por qué le había dado tanto la tabarra a mi amiga para que le dejase a el niño si luego iba a intentar escabullirse a la primera de cambio? Él siempre fue un irresponsable, un inmaduro, así que lo mejor que pudo pasarle a mi amiga fue que él se ...

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Seduciendo a Sr. Hwan | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora