.43. ENCUENTRO INNECESARIO

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ENCUENTRO INNECESARIO

(Miriam)

Salí de la tienda, con los bolsillos un poco más vacíos, y la mano llena de un par de bolsas. Me detuve cerca de la plaza Salimbeli, en uno de los bancos de piedra, observando a los turistas que no dejaban de hacer fotos aquí y allá.

Una niña pequeña se sentó a mi lado, poniendo una pose graciosa mientras su padre le hacía una foto.

Sonreí hacia ella, volviendo a mirar hacia el frente, cerrando los ojos un momento, sintiendo esa agradable brisa veraniega sobre el rostro.

El banco volvió a temblar, era obvio que la niña se había marchado hacía tiempo, así que la nueva persona que se sentaba, debía ser algo más, quizás quería descansar, o quizás...

Abrí los ojos, despacio, volteando la cabeza para mirar hacia esa persona, quedándome de piedra al verle allí, sentado para el otro lado, apoyado sobre su mano derecha, echando la cabeza hacia atrás para mirarme.

Todas y cada una de las murallas que me protegían de los recuerdos, de los sentimientos, cayeron al sentir su mirada, sobre la mía. El dolor volvió a envolverme, y me quedé allí, sin tan siquiera poder moverme.

Él abrió la boca, dispuesto a decir algo, y entonces reaccioné, poniéndome en pie, con la clara idea de huir de él, pero agarró mi mano, tirando de ella hacia abajo, obligándome a sentarme. Intenté soltarme, pero él no me lo permitió.

Tragué saliva, aterrada, al mismo tiempo que él besaba el dorso de mi mano, y yo miraba hacia ese punto. Sonreí al admirar la ternura con la que lo hacía, y luego bajó la mano, observándome, con una sonrisa clarificadora en su rostro.

Me levanté entonces, soltándome de su agarre, pero él me detuvo, de nuevo, cortándome el paso.

- Hablemos – pidió. Negué con la cabeza, en señal de que no quería hacerlo – mira, sé que no quieres hablar conmigo, sé que lo estropeé.

- Han pasado casi 3 meses, Alex – asintió, en señal de que tenía razón – ya tiré la toalla en cuanto a lo de recibir una explicación.

- Yo quiero dártela – aseguró – quiero explicártelo todo.

- Ya he perdido la esperanza – insistí – es mejor para mí dejarlo estar, ya no quiero volver a confiar.

- Me asusté – admitió, bajando la cabeza un momento, arrepentido por lo que iba a decir – te vi llegar con Fernanda, te vi reír con ella y pensé... - dejé de oponerme a escucharle en ese justo instante, al comprender la razón por la que me alejó de él – pensé que yo no podría hacerlo, pensé que no sería suficiente para ti, que merecías a alguien mejor. Me arrepentí en cuanto llegué a casa, pero ya era tarde, ¿no es cierto?

- Ella nunca me cuidó como lo hacías tú – aseguré, con lágrimas en los ojos, hablando de nuevo de aquello, que me hacía daño. Pero era necesario, él necesitaba escuchar aquello – nunca dejé que lo hiciera, siempre tuve miedo de que la gente descubriese lo que había entre ella y yo, por eso nunca dejé que cuidase de mí de esa forma.

- Conmigo era más fácil – se percató – tus padres no estarían en contra, pero tú... siempre intentaste apartarme, ¿verdad?

- Lo intenté – aseguré, asintiendo con la cabeza – no sabes lo mucho que intenté alejarte de mí, Alex – él dejó escapar una lágrima, parecía que aquello le dolía horrores, bajó incluso la vista – pero siempre terminé haciendo lo contrario – levantó la vista entonces, fijándose en mí, mientras yo levantaba mi mano y limpiaba sus lágrimas, permitiéndome a mí misma hacerlo por una vez – trataba de huir cada día, pero al final siempre me encontraba en el mismo lugar – insistía, justo él iba a hablar cuando lo hice yo – me gustabas, Alex. Me gustabas mucho.

Seduciendo a Sr. Hwan | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora