—Todo va a salir bien. —Casi sin darse cuenta, le puso una mano en su mejilla—. Vos podés, vas a ver que sí.Vio raro que lo hubiera agarrado de la cara y la alejó enseguida.
—Bueno.
Se puso de pie nuevamente y avanzó hasta la puerta de calle. Gabriel lo siguió para abrirle la puerta.
Antes de alejarse, le dijo:
—Quiero que me llames a la hora que sea y me cuentes lo bien que la hiciste gritar en la cama.
—¡Tato!
Carcajeó al verlo con esa cara de espanto.
—Solo quiero saber lo bien que la pasaron —aclaró. —Chau, Rulitos.
---Esperó a que Renato subiera a su auto y arrancara para cerrar la puerta.
Su mejilla aún ardía ante el contacto de la mano del castaño. Llevó la suya a esa parte y tocó con sus dedos ese lugar.
¿Te puedo dar un beso?
El sonido del celular lo sacó de su ensimismamiento y lo agradeció. Fue hasta la mesita preparada, donde lo había apoyado, y vio que era un mensaje de Carolina:
Carolina: Sigue en pie, no?
Miró todo alrededor. Faltaba que se hiciera la comida (tortilla de papa), prepararse él y prender las velas. Los nervios volvieron a sacudir su interior. De todos modos, respondió:
Gabriel: Sí
Luego continuó para terminar todo de una vez.
Cuando sonó el timbre casi a las diez de la noche, estaba todo listo, finalmente. Se vistió con un jean largo esta vez, zapatillas converse y una remera de manga larga, lisa.
Fue a abrir la puerta. Carolina llevaba un corto vestido hasta el comienzo de los muslos, un saco y una cartera. Iba maquillada: sus párpados llevaban un delineado negro, se notaba el ligero colorete en las mejillas y su boca estaba pintada con un labial rosa oscuro.
—Hola, pasá.
—Hola —dijo ella mientras daba unos pasos dentro de la casa.
Cerró la puerta con llave y volteó para estar cara a cara con ella.
—Ya está preparada la comida —le informó—. Hice tortilla de papas.
—¿No me vas a dar un beso?
¿Te puedo dar un beso?
—Gabriel… —Lo llamó ella, lo que lo hizo reaccionar.
—Ah, sí.
Entonces, se acercó a darle un beso en la boca, con ambas manos a un lado de su cuerpo, sin tocarla. De igual manera, el beso solo duró un segundo.
—Ya podés sentarte.
Se estaba acercando a la cocina para buscar la comida y agarrar la bebida de la heladera: vino tinto, cuando su mente voló otra vez hacia el beso con Renato.
El celular empezó a sonar en ese momento, lo que lo interrumpió de seguir pensando en Tato y en el beso.
Se había hecho el boludo frente a su amigo, pero ese beso no había podido salir de su mente en todo el día.
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Por un beso
RomanceRenato y Gabriel son mejores amigos desde la secundaria, hasta que un pequeño suceso cambia todo.