—¿Estás enojado?
—No, no estoy enojado… Le gustas… Y está bien si te gusta… Pero me siento incómodo estando entre los dos, así que yo me retiro. Con permiso.
Dio media vuelta y se fue, sin hacerle caso al llamado de Gabriel.
---
Condujo hasta su vivienda con el corazón hecho una bola y sus ojos nublados por las lágrimas. Tenía que quitárselas con el dorso de la mano cada cierto tiempo porque obstruían su visión.
Cuando llegó a su casa, fue directo a su habitación para desplomarse en la cama.
Había creído que, después de la salida, habría un nuevo encuentro. Y dormirían juntos. Abrazados. O se quedarían despiertos hasta tarde hablando, o mirando un maratón de Harry Potter, o empezarían con el capítulo once de la historia.
Se retó en su interior. Tenía que dejar de pensar en encuentros, no podía pensar en seguir teniendo esos encuentros con él.
Estaba bien. Solo quería que Gabriel fuera feliz y que su relación no se arruinara. Sus encuentros deberían haber terminado desde el principio, tal vez ni siquiera deberían haber empezado.
Pero tenía pensamientos y sentimientos contradictorios revueltos, mezclados, peleándose
Él no estaba bien. Desanimado, se puso de pie y fue a buscar la ropa del rizado, para ponérsela. Luego fue hasta el baño a hacer sus diversas necesidades.
Se miró en el espejo y casi ni se reconoció. Su cabello lo tenía parado y revuelto; la piel bajo sus ojos, enrojecida por su intento de quitarse las lágrimas de la cara con la mano; y sus cafés, aguados.
Largó un suspiro mezclado con un sollozo para después regresar a su habitación. Se sentó en el borde de la cama. ¿Cuándo dejaría de doler?
Agarró su celular, que había quedado sobre la cama, y le envió un mensaje al rizado. No quería que las cosas estuvieran mal entre ellos.
Renato: No estoy enojado. Todo está bien
Disfrutá con Santiago
Nos vemos el lunesEscribió el mensaje con un nudo en la garganta.
Se la pasó toda la madrugada intentando dormir, con imágenes de Gabriel y Santiago juntos llenando su mente, lo que lo hacía imposible. Cuando finalmente lo logró, ya era bastante tarde.
También era bastante tarde cuando despertó definitivamente: casi las cinco de la tarde.
Había creído que al despertar todo ese pesar pasaría, pero en cuanto abrió los ojos, lo de la madrugada cayó nuevamente sobre él, aplastándolo. No lo creía posible, pero aún sentía ardor en los ojos de tanto llorar.
Agarró su celular y fue al chat de Whatsapp con su mamá.
Renato: Hola, má
No te preocupés, estoy bien, pero te extraño, podríamos vernos?Ahora?Luego, fue al chat con Gabriel. El mensaje que le había enviado estaba con las dos tildes azules, pero no le había respondido. Suspiró y dejó el celular otra vez sobre la mesita de luz.
Sonó el timbre una hora después y fue corriendo a abrir la puerta. Su madre estaba al otro lado, llevando una bolsa y una carterita.
—Hola, Viejita —La saludó.
—Hola, Bebito —ella le respondió.
—¿Viejita?
—¿Bebito? —dijeron los dos al mismo tiempo.

ESTÁS LEYENDO
Por un beso
Storie d'amoreRenato y Gabriel son mejores amigos desde la secundaria, hasta que un pequeño suceso cambia todo.