Capítulo 10

5K 388 129
                                        

Conejita: No hablo de mí… Te pusiste celoso por él?

     Eso hizo que su corazón diera un golpe fuerte…

Renato: Nooo… 
Él es tímido, le cuesta y …

Conejita:  está bien, no pasa nada, estaba jodiendo, pero sí es lindo

Renato: Voy a dormir, no dormí casi nada hoy y estoy cansado…

   Avisó y se dispuso a prepararse para dormir y hacer como si esa conversación no hubiera ocurrido.

---

     Si quería dejar de pensar en Gabriel, no estaba funcionando. Apenas pudo dormir unas horas con su amigo dando vueltas por su mente.

     Su mente solo era el rizado y su boca en la suya.

     Como también, aquella situación de la noche anterior en su cuarto y la conversación con Conejita.

    Esa mañana llegó tarde al trabajo otra vez, pero nuevamente Rulos lo había salvado. Lo saludó y le agradeció, casi sin mirarlo, mientras se dirigía hasta el cuartito para acomodar sus cosas ahí.

     Su corazón no dejaba de latir como si lo corriera el mismo demonio.

     Estuvo pensándolo bastante: había algo en la conversación con Conejita que había hecho mal.

      Pensó mucho en si debía decirle a Gabriel, pero, finalmente, se dijo que contarle era lo correcto. No hizo caso a ese algo que lo detenía, a ese algo que no le gustaba eso.

     Te pusiste celoso?

—No —soltó en voz alta.

     Salió del cuartito y vio a Gabriel tras el mostrador, apoyaba los codos en él y el mentón sobre sus manos cerradas. Miraba la cafetería, en la que apenas había uno o dos clientes, y parecía aburrido.

—Tengo que hablarte de algo —se acercó al rizado, se puso al lado de él y cruzó los brazos sobre la madera fría.

     Gabriel le dirigió la mirada con las cejas fruncidas.

     Esos ojos verdes e intensos se clavaron en los suyos e hizo que su corazón diera un salto. Inmediatamente, volteó la cabeza y no lo miró mientras hablaba.

     Pero, a pesar de sus intentos, su corazón seguía dando saltos.

—Ayer a la noche hablé con Conejita sobre tu situación… Dijo que, si todavía estás perdido y querés cambiar, podés ir con ella… Le pareciste lindo, vio la última foto de nosotros dos y dijo que estabas bueno… Eso dijo Conejita. Yo contesté que no querías, pero después me pareció mal haber contestado por vos, por lo que, si querés… —Sintió un nudo apretarse en su interior.

—¿Le parecí lindo? —preguntó sorprendido.

—Sí —respondió, todavía no lo miraba. Como no rechazó la propuesta en primera instancia, pensó que iba a aceptarla… —Si querés te doy el usuario en…

—No, no, hiciste bien. No quiero. ¿Vos estás bien?

—Sí, ¿por qué?

—Estás raro. No me estás…

—Me parece que nos están llamando de esa mesa —Lo cortó, nervioso, y fue en dirección de la mesa en cuestión, donde dos chicas se agarraban las manos por sobre la superficie y se hacían cariñito.

Por un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora