Capítulo 30

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      Me estás diciendo que te mandó una foto casi en bolas, que un día fue a tu casa solo porque quería besarte, que se puso tu calzón favorito, para que lo vieras, obvio, ¿y qué no sabes si le gustás?

     ¿Qué más querés? Es muy obvio que sí le gustás. Por todo lo que me dijiste, es obvio. Le gustás muchísimo, me atrevería a decir, está hasta las trancas, no da más, lo volvés loco, ¿entendés? Y a vos te pasa lo mismo con él, sí, sí, te trae de la cabeza.

     Le gustás desde el primer momento, Tato.

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      El aire se le quedó atrapado.

      “¿Será?”

      Escuchó el pitido de un nuevo mensaje en el whatsapp y salió de su embobamiento.

Conejita: Y vos también. Vos estás hasta las manos, o me equivoco?

    “Hasta las manos"

     Eso era mucho más que un “Me gusta", más que un “Me gusta muchísimo", más que todo…

      Se recostó contra el respaldo, y entonces, le contestó: 

Renato: No, no te equivocás

     La respuesta de Azul no se hizo esperar.

Conejita: Y qué vas a hacer?

Renato: Ser más claro

     “Y quizá preparar algo, invitarlo a una cita y decirle"

Conejita: Jajajajaja esa es una buena idea
Podrías invitarlo a salir. Y ahí hablarle.

Renato:
Lo que estaba pensando

Conejita: Quisiera estar en primera fila

Renato: Jajaajjaja
Realmente creés que le gusto desde el beso?

Conejita: O desde antes

Renato: Desde antes? No, no creo

Conejita: Puede ser, no sé, pienso
Debe pensar igual que vos, que no te gusta
Que lo que sentís no es nada profundo
Así que, ponete las pilas y ve por él

     Sonrió.

Renato: Gracias por todo

Conejita: De nada

Renato: Tengo cosas que hacer en la casa
Mientras podés hablarme vos
Siempre hablamos de mí

Conejita: Y de Gabriel

Renato: De mí y de Gabriel 

Conejita: Voy a empezar a cobrarte

Renato: Puedo pagarlo en cuotas?

     Siguieron hablando mientras ponía ropa a lavar, limpiaba y acomodaba un poco la casa. A la hora de la cena, que resultó ser más tarde de lo habitual, estaba exhausto y ya había terminado de hablar con Conejita.

     Se preparó una ensalada y la comió en la cocina, pensando en toda la conversación.

     Luego, aún pensando en Gabriel, fue al baño, se puso su pijama de short y se metió en la cama. Pero no intentó dormir enseguida, sino que agarró su celular y, después de desconectarlo del cargador, le escribió a Rulitos.

Por un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora