Capítulo 34

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—A mí me gustás… No me aburrís —Eso hizo que Gabriel sonriera y el brillo de los ojos aumentara, lo pudo ver. Sus latidos se intensificaron. Prosiguió. —Y ya te dije: Sí avivás la llama… Tal vez con ella no, tal vez no te gustaba lo suficiente o no tenías confianza… Aunque…, ¿sabés?, a mí me avivás la llama con solo mirarte.

     Al terminar su discurso, le dio un beso en la mejilla.

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—¿Te vas a quedar hoy? —Le preguntó Gabriel.

—¿A dormir?

—Sí. Si no querés, te entiendo.

—Sí me voy a quedar.

      Estuvieron un buen rato acostados, Gabriel con un brazo sobre su torso, en silencio o hablando pavadas, hasta que el ex rizado sugirió que se lavaran un poco y prepararan algo para comer.

    Decidieron hacer algo fácil, fideos con manteca. Él se la pasó viendo todos los movimientos que el ex rizado hacía mientras cocinaba.

   Más tarde, cuando fue a volcar los fideos en el colador, hizo que salpicara agua hirviendo en su mano.

—¡Ay! —exclamó, soltando la olla en la pileta.

    Gabriel, que estaba buscando la manteca, corrió a donde estaba, sin importarle dejar la heladera abierta. Llegó a él mientras ponía la mano bajo el agua fría. Una partecita de la piel del dorso de la mano ya estaba roja.

—¿Te quemaste? A ver… ¿Te arde?

—Sí.

    Gabriel sostuvo su mano con delicadeza y luego depositó unos besitos suaves en la parte colorada. Sonrió al verlo hacer eso, no apartó la mirada de su acto, sintiendo una emoción recorrer todo su interior.

    Unos cuantos besos después, Gabriel levantó la cabeza y lo miró, lo encontró con sus ojos en él. Se puso rojo y lo soltó.

—¡No, seguí!... La estabas curando.

     Gabriel lo miró. Parecía que no iba a animarse otra vez, pero segundos más tarde, con movimientos delicados, agarró suave su mano y siguió dando besos en ella. Él no dejó de mirarlo, quedó atrapado en esa acción.

    No duró mucho, a su pesar, los fideos iban a enfriarse, por lo que volvieron a la preparación de la comida. Se sentaron a comer en la mesita de la cocina, que ya estaba lista hacía rato.

—Mañana podés venir vos a casa… Si querés —habló en un momento, después de tragar. Gabriel estaba dando vueltas el tenedor en los espaguetis y lo miró, deteniendo su movimiento.

—Bueno —respondió el ex rizado, apenas con una sonrisa.

    Le sonrió a su vez, y con su corazón saltando en su pecho como loco, siguió comiendo, al igual que Gabriel.

    Después de lavar los platos, jodiéndolo todo el rato, mojándolo, poniéndole espuma de detergente en la nariz, y Gabriel tomando venganza, fueron al baño y se acostaron, en bóxer. Solo la luz de la lámpara estaba prendida.

    Se acercó más a Ex Rulos. Se puso de costado y lo miró.

—Gabo…

—¿Qué? —Preguntó el aludido, también poniéndose de lado, para estar de cara a él.

***

—¿Me acariciás? Así como cuando pensás que estoy dormido.

    Le ardió toda la cara. ¿Cuántas veces lo habría acariciado mientras supuestamente dormía, pero en realidad estaba despierto?

Por un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora