—Buenas noches, Gabo. —Apagó la luz, todavía sintiéndose descolocado.
—Buenas noches, Tato —repitió el saludo.
Su mano fue acercándose a Gabriel, pero cuando la punta de sus dedos rozaron sus rulos, la retiró.
Entonces, dio la vuelta, también para darle la espalda.
No pudo conseguir dormirse enseguida.
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No lograba dormirse para nada. Sus ojos estaban abiertos en la oscuridad y su mente no dejaba de darle vueltas a lo que le había dicho Santiago. En toda la madrugada no había podido dejar de pensar en eso. Renato ya había calado tan hondo en él, pensar en que no lo quería de la misma forma lo había puesto triste. Y ya no quería ilusionarse más.
Sintió al castaño removerse detrás de él, escuchó un pequeño sonido saliendo de su boca y, al segundo, la luz de la lámpara se encendía. Como impulso, se torció para mirar y vio que Tato volteaba en su dirección para ponerse de cara a él. Sus ojos se encontraron.
—Tato.
—Te desperté.
—No podía dormir.
—Yo tampoco puedo. Me dormí un ratito, pero… ¿Puedo abrazarte? No puedo dormir si no.
Giró completamente para estar cara a cara con Renato.
—¿Querés abrazarme?
Ese tipo de actitud otra vez, ese que lo confundía. Y Dios, no podía decirle que no, ya le había costado bastante alejarse del casi beso (porque lo que quería era besarlo, besarlo mucho).
Y ahora quería abrazarlo y que lo abrazara, cuidarlo y que estuviera bien.
—Sí, por favor —le respondió Renato, parecía suplicarle con su voz y con sus ojos. —¿Me dejás? ¿Puedo?
—Sí —permitió, y luego levantó un brazo con intención de rodearle el torso cuando se acercó, haciéndose chiquito para así acurrucarse en su pecho y enredar las piernas.
Dejaron la luz de la lámpara prendida, pero no les importó. Una mano de Renato empezó a acariciarlo en su nuca y bajo su mata de rulos.
Se sentía tan relajante, tan cálido.
Despertó abruptamente, la alarma del celular sonaba a un lado. Renato seguía pegado a él y él seguía pegado a Renato, que estaba completamente dormido, no daba señal de escuchar el sonido estridente. Como pudo, agarró rápido su celular y apagó la alarma. Aun con tal movimiento, Renato seguía sin despertar.
—Tato —intentó despertarlo él—. Tato —insistió más alto.
Sintió cómo Renato pegaba más la mejilla en su pecho y la mano se pegaba más a su espalda. El sonido que salió de su boca le pareció un ronroneo. Luego, empezaba a largar resoplidos.
Pasó suave sus dedos por la nuca, frente y la sien del chico mientras decía su nombre.
Entonces, Renato despertó y se removió un poco, lo que hizo que sus manos se apartaran del rostro que estaba acariciando suave, con un roce de sus dedos. Tuvo que abandonar sus brazos, el castaño se alejó despacito y trataba de enfocarlo con sus ojitos achinados por el sueño.
—Buenos días.
—Buenos días, Am… Gabo. —El castaño hablaba con voz pastosa.
Renato lo estaba mirando cuando dijo eso, pero luego le dio la espalda mientras se incorporaba para salir de la cama.
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Por un beso
RomanceRenato y Gabriel son mejores amigos desde la secundaria, hasta que un pequeño suceso cambia todo.