Capítulo 18

4.1K 296 75
                                    


     Se sorprendió, pero él también lo abrazó al instante y una sonrisa asomó en su rostro, mientras su corazón daba latidos tan intensos que pensaba que iba a delatarlo.

     “Yo te voy a sacar el frío siempre que quieras", pensó.

     Y se quedaron así: el castaño acurrucado en su pecho, abrazados y con las piernas de Renato todavía enredadas con las suyas.

-----

      Abrió los ojos y lo primero que vio fue a Renato, que estaba sentado en una silla contra la pared al lado del armario y mirando en su dirección. Pegaron un salto al mismo tiempo.

      Y lo segundo que notó fue que la persiana estaba tan bien cerrada que apenas entraba la luz del día, pero sí estaba prendida la luz de la lámpara de la mesita. Sin embargo, solo le importó una cosa:

—¡Tato! —Soltó del susto.

—Eh… —Renato se había puesto de pie, y estaba rojo, podía verlo a pesar de tan poca iluminación.

      Todavía seguía con la ropa que le había prestado y sostenía su celular.

—¿Qué hacías ahí?

—Em… yo… eh… nada, yo estaba…

—¿Por qué no me despertaste?

—Vos sos el que menos duerme de nosotros dos… Tenías que seguir durmiendo.

—¿Qué hora es? —Preguntó mientras agarraba su celular de la mesita de noche y se fijaba: apenas las diez de la mañana. —¿Qué hacés despierto? —Se sentó en la cama.

      Vio al castaño encogerse de hombros y acercarse.

—Me desperté hace un rato y no pude dormir más. —Dicho esto, miró para otro lado.

      Pero después volvió a dirigirle la mirara y recordó que recién se levantaba y seguro tenía todos los rulos parados. Se peinó con las manos.

—Quédate así —dijo Renato, poniéndole una mano en su muñeca, con suavidad. 

     Lo miró sorprendido, el castaño sacó la mano y dejó de mirarlo otra vez.

     Un silencio cayó sobre ellos.

     Él quería creer que todo seguía igual, salvo que Renato apenas lo miraba.

    Se entristecía, se le formaba un nudo en la garganta, ante la sensación de que el castaño se arrepentía de haber estado con él.

—¿No te hiciste desayuno?

—No, a ver si incendiaba la cocina…

—Me hubieras despertado.

      Ninguno habló sobre lo de anoche. A él le daba vergüenza sacarlo a colación y parecía que el castaño tampoco quería sacar el tema.

     Pero arrancó el día y la normalidad entre ellos aparecía otra vez.

—¿Viste los comentarios a la historia? Apenas actualizamos hace unas horas y ya tenemos como sesenta comentarios —dijo el castaño mientras se sentaba al borde de la cama y tenía la vista en su celular. Las notificaciones del blog no dejaban de llegar.

—¿Sesenta? —Bostezó mientras respondía.

—Y van subiendo… Nuestros lectores no nos abandonan, ¿viste?

—¿Desayunamos? —preguntó entonces, saliendo de la cama. —Y mientras leemos los comentarios.

—Yo ya me voy.

Por un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora