Se forma un silencio sepulcral. Nadie mueve un músculo, como si el primer movimiento de cualquiera pudiera significar el fin del mundo. Por mi parte creo que ya lo estoy viviendo. Observo a mi apuesto jefe en silencio. No, no quiero irme de informática. Me gusta mi trabajo, estar rodeada de ordenadores y trabajar con mis amigas. No quiero alejarme de ellas solo para servirle a él.
—Se-Señor, yo de verdad no creo que...
—Jennifer es mi asistente—farfulla Daniel—. No puedes venir y hacer cambios porque sí.
—Para tu desgracia si puedo, porque aún tengo mucho poder sobre esta empresa. Tú solo eres un suplente.
Daniel parece molestarse por el comentario, pero va más allá de eso. Se ve... ¿herido?
—Tu asistente actual no es muy eficaz si dejó entrar a cinco mujeres a tu oficina sin autorización—continúa el señor Acevedo. Luego se gira hacia mí, su expresión volviéndose más agradable. ¿Por qué es tan bueno conmigo y tan malo con su hijo? —. Además conozco perfectamente las habilidades de Lorena y sé que será de mucha utilidad para ti.
Daniel me mira de forma que no soy capaz de determinar si me odia o le causo intriga. Parece contrariado.
—Dime algo hijo, ¿por qué si no soportas a las mujeres tienes a alguien como Jennifer como secretaria?
Touché.
¿Seguros que yo debería estar aquí, oyendo esta conversación?
Quiero volver a informática, pero se me hunde el corazón al darme cuenta de que nunca voy a poder volver. Se me humedecen los ojos. Es como si sintiera una presión muy fuerte en el pecho y un sentimiento de desesperación que no soy capaz de describir. Alejarme de mis amigas me afecta más de lo que pensé.
—Porque ella no me da dolores de cabeza. Solo hace lo que le digo y ya está.
— ¡Es suficiente Daniel! —Se levanta el señor Acevedo—. Hasta que no comiences a darles a estas mujeres el trato que se merecen no te pasaré el control total de la empresa. Si quieres hacer lo que quieras, vas a tener que ceder.
— ¡Estás loco! —se ofusca el otro— ¡No puedes culparme por algo que impulsaste tú!
—No puedes echarme la culpa de todo, porque sabes que nunca quise que siguieras mi ejemplo. Además ambos sabemos que no fui tu única influencia.
— ¡Sí, mamá tampoco ayudaba mucho!
— ¡Daniel!
Me estoy enterando de más de lo que me gustaría, pero no hay forma de que pueda escapar de aquí. ¿Hay manera de que me saquen de esta locura y me dejen volver a informática con las chicas? Voy a estar lejos de Valeria. Incluso estoy extrañando a los dos idiotas que son nuestros jefes. Fuera de eso, llevar a cabo mi plan será más difícil si estoy tan cerca de él.
Solo quiero irme.
—Se-señor... no es por ofender, pero no creo estar capacitada para el puesto de secretaria.
—Tonterías—dice él—. Vas a ser de mucha utilidad.
Agacho la mirada.
—No quiero el puesto.
Ambos hombres me miran, muy sorprendidos. Daniel parece más sorprendido que su padre, tal vez pensaba que soy una arribista.
— ¿Por qué? Tendrás un mejor salario y podrás salir de ese hueco —dice el señor Acevedo—. Si es por el dinero-
—No es por eso— me apresuro a decir—. Daniel... quiero decir, el jefe no me quiere aquí. No le agradamos.
Es la verdad. ¿Para qué voy a convertirme en su secretaria? Estoy mejor en mi oscuro pero feliz hueco de informática. Miro a mi jefe. Estoy segura que de trabajar a su lado, sería muy infeliz.
—Lorena. Sé que las demás y tu están cansadas de la situación actual—dice—. Pero para poder hacer el cambio también necesitamos que ustedes pongan de su parte.
No, no puede estarme diciendo eso. Yo mas que nadie quiero que las cosas cambien aquí, que las mujeres que están allá adentro puedan ocupar los puestos que quieren dentro de la empresa. Valeria quiere estar en el departamento de ventas y no puede porque sabe que la rechazarán. La mayoría de las que estan allí ni siquiera quieren estar en informática.
Pero a pesar de eso, no puede pedirme que sea su secretaria. Tengo el presentimiento de que va a tratarme muy mal.
—¿No quieres que las cosas cambien? —pregunta con cautela.
¡Sí, mas que nadie!
Daniel suspira con fuerza y recuesta su cabeza hacia atrás contra su cómoda silla. Se queda mirando hacia el techo con un gesto molesto.
—Sé que puedes hacerlo, Lorena —me toma de las manos. No puedo creer esto —. Confío en tus capacidades.
Esto no estaba en mi contrato.
Suelto un quejido lastimero. No tengo alternativa, ¿verdad? Además, puede que tener tan cerca a Daniel me permita investigarlo mejor para mi misión. Esto es una locura. ¿De verdad tengo que llegar al extremo de dejar a mis amigas y de someterme a su frialdad con tal de conseguir un mejor trato para todas?
Esto es muy frustrante, pero no tengo muchas alternativas.
— Está bien— termino por ceder.
—Discuuulpe si esto es una tortura para usted —bufa Daniel desde atrás, molesto.
Lo miro con rabia. ¿Cómo se puede ser tan imbécil en esta vida? ¿Por la culpa de un solo hombre todas las demás tuvimos que pagar el precio?
—¿Qué va a pasar con Jennifer? —pregunta Daniel con el ceño fruncido.
—Ella estará bien en informática.
No puedo evitarlo, me echo a reír ahí mismo. Ambos hombres se quedan en silencio mirando como me río, y aunque sé que debo parar no puedo evitarlo. ¿Cómo me metí en este problema? Solo fue porque mis amigas creyeron que estaba embarazada porque dije que tenía un retraso en mi periodo, pero solo lo dije porque no quería que descubrieran mi secreto.
No me imagino a la Barbie de plástico en informática.
—Bueno, ya está decidido —me dice el señor Acevedo, muy contento —. Aprovecha el día de hoy para cuadrar los asuntos pendientes que tengas. Desde mañana serás la nueva secretaria de mi hijo.
Daniel y yo nos miramos, igual de perturbados.
Esto no puede estar pasando.
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¡Hola a todos! ¿Como va su semana? -Aunque apenas sea lunes-. Espero que les esté yendo muy bien. ¡Disculpen la demora, pero es que mi internet está horrible! Literalmente se cae cada cierto tiempo y a veces puede tardar horas en llegar.
Parece que para Lorena no es ningún gusto trabajar al lado de Daniel y éste no piensa muy diferente. Pero para lograr lo que quiere tendrá que hacer sacrificios. ¿Eso significa que tendrá que sacrificarse de alguna forma por sus compañeras? Y en cuanto a Daniel, ¿que tanto es lo que esconde?
Bueno, lo sabremos muy pronto. ¡Espero que les haya gustado el capítulo! ¡Nos leemos en la próxima!
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Lorena contra el jefe
Short StoryLorena es una oficinista del área de informática que es feliz en su trabajo, pero ella al igual que muchas de sus compañeras tiene un inconveniente: Los hombres de ese lugar tienen el pensamiento de la época de las cavernas, donde las mujeres no ten...