Hoy es el día. Fue un poco atrevido de mi parte arriesgarme tanto al poner un reto como ese, pero no puedo negar que es una buena estrategia. Que suerte que soy una estratega por naturaleza. Valeria lo sabe muy bien cuando remontamos partidas perdidas en Lol, todo ha sido gracias a mí y mi brillante cerebro. La fiesta de disfraces también fue una gran idea, además de que todos se divirtieron.
Si en la fiesta se habían comenzado a borrar las líneas que nos separaban a hombres y mujeres, puede que este reto ayudara más a lograr eso.
Llego a la oficina lo mas relajada posible. Estoy tratando de no ponerme nerviosa, pero no puedo negar que estoy emocionada. El hecho de que las mujeres no puedan emparejarse con otras mujeres obligará a los hombres a escogerlas, lo cual es parte de mi malévolo plan. Lástima que el ejercicio empiece a las dos de la tarde, tenemos otras cosas de las que encargarnos primero.
—Buenos días, jefe—le digo al llegar—. Aquí está su café.
Daniel quita la mirada del computador y me mira.
—Daniel.
Agárrenme que me desmayo.
—¿Qué? —parpadeo, confundida.
—¿No dijiste que ibas a llamarme Daniel?
¡Y me está tuteando! Ahora sí me voy a desmayar. ¿Estaré muerta? Creo que este es el día mas feliz de mi vida. ¿Lo es? Wow, que bajo estoy aspirando. Pero igual este día acaba de mejorar como cien veces más.
—Sí señor—digo, tratando de contener una sonrisa.
—Daniel—se ríe por lo bajo.
—Entendido señor. Digo, ¡Daniel!
—Lorena.
—¿Sí?
Por Dios, hasta mi nombre en sus labios suena hermoso.
—El café.
Bajo la mirada. Aun tengo su café en mi mano. Me apresuro a dejarlo sobre su escritorio. Es extraño, sus ojos hoy tienen un brillo diferente al del resto de los días. Se ven un poco mas brillantes. Me pregunto si se siente mas feliz que el resto de los días , o por el contrario si se siente triste. Pero no tengo pistas suficientes para afirmar cualquiera de las dos cosas.
Aunque me gustaría quedarme con él y preguntarle cosas sé que no puedo. Daniel me pide que me asegure que los detalles para la actividad de esta tarde están listos. Parece mas motivado que la última vez. Me gustaría saber si después de la fiesta algo cambió en él, aunque me gusta pensar que sí.
La mañana pasa sin mayores contratiempos, pero entre mas se acerca el momento, más emocionada estoy. Finalmente llega las dos de la tarde. No puedo dejar de mirar el reloj con emoción mientras trato de no salir saltando de la silla. Faltan dos minutos. Solo dos minutos.
Un momento. ¿Por qué estoy tan segura de que Daniel me elegirá?
Podría elegir a la Barbie de plástico. No puede ser, es cierto, podría hacerlo. Después de todo esos dos han pasado mas tiempo juntos porque yo llevo poco tiempo siendo su secretaria y ella lo conoce más. Ahora que lo pienso, ni siquiera sé que tan cercanos sean ambos. ¿Por qué estoy pensando en esa posibilidad de todos modos? Daniel odia a las mujeres.
Por ende me odia a mí también.
Cuando Daniel sale de la oficina a las dos en punto me apresuro a seguirlo con unos cuantos papeles en los brazos. De nuevo soy la encargada de administrar el evento, al igual que en la fiesta. Sin embargo diría que esta vez hay una diferencia, considerando que la última vez Daniel se limpió las manos por completo y me dejó a cargo de todo. Esta vez no parece tan así. No puedo negar que estoy nerviosa.
Observo a Daniel en silencio mientras camino detrás de él. No sé por qué me estoy haciendo ilusiones. A lo mejor ni siquiera le agrado y solo me tolera. Probablemente lo de los disfraces fue un atrevimiento de mi parte. Pero él odia a las mujeres y mientras eso no cambie, no habrá oportunidades para nadie en ningún sentido. Ni siquiera para mí.
Daniel
Los experimentos de Hernández son muy extraños.
Veo como Lorena comienza a dar las instrucciones sobre la actividad mientras me paro con el resto de los hombres a un lado, con las mujeres en frente de nosotros. Lorena es la única que rompe la norma, caminando de arriba para abajo con la mirada al frente, como si mirar a otro lado pudiera desconcentrarla de cualquier cosa. Debería tener cuidado con ella, al parecer es un poco mas inteligente que el resto de las mujeres, y eso me aterra por alguna razón.
Quiero confiar en ella y a la vez quiero mandarla lejos de mi vista. Es muy contradictorio. ¿Qué me está pasando?
—Recuerden que los altos mandos tienen prioridad al momento de elegir...
—¿Ya sabes a quien vas a elegir?—me pregunta Juan David en voz baja mientras Lorena sigue hablando.
Lo miro con atención.
—Supongo que no debo preguntarte eso a ti—le digo, señalando con el pulgar a la chica que lo saluda con la mano desde el otro lado. Él le devuelve el saludo con una sonrisa—. Ten cuidado con lo que haces.
—Viejo, en esta actividad lo que menos debemos tener es cuidado. Vamos a atarnos a alguien por otros ocho retos restantes. Mejor piensa bien qué quieres hacer.
Me quedo en silencio. Es verdad, necesito a alguien efectivo, que cumpla mis órdenes y que pueda trabajar en equipo. Que no cuestione mis decisiones y que sea determinado al momento de actuar. Alguien que sea muy bueno administrando.
—Como los hombres tienen los cargos mas altos en esta empresa, serán los primeros en elegir—dice Lorena—. Señor presidente, empieza usted.
En momentos como estos odio ser el presidente. ¿En todo caso no sería mi padre el que eligiese primero? Aunque no esté aquí.
Suspiro con resignación.
—¿Seguro que no quieres ser mi compañero? —le pregunto a Juan David en un murmullo.
—No. Ya tengo compañera.
—¿Y tú? —le pregunto a Santiago, parado a mi izquierda.
—Yo también ya tengo presa a la vista —dice, mirando a una de las chicas de informática.
Suspiro. Supongo que a ella al menos podré tenerla controlada.
—La elijo a usted.
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Ajajajajaja que buen chiste Daniel :')
Ya valiste.
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Lorena contra el jefe
Historia CortaLorena es una oficinista del área de informática que es feliz en su trabajo, pero ella al igual que muchas de sus compañeras tiene un inconveniente: Los hombres de ese lugar tienen el pensamiento de la época de las cavernas, donde las mujeres no ten...