Capítulo 16

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Mantengo la mirada en el suelo, distrayéndome con la forma en la que sus pasos y los míos se coordinan. Tal vez soy yo, comportándome como una niña pequeña y tratando de coordinar mis pasos con los suyos, o puede que caminemos a la vez sin querer. De cierto modo es algo hipnotizante. Él simplemente mantiene las manos escondidas en sus bolsillos y camina con la mayor serenidad del mundo. Me sorprende que no esté mas preocupado. Quiero decir, en la empresa ha sido conocido por mucho tiempo por ser el jefe machista que no tolera a las mujeres.

Que haya escogido a una lo cambia todo.

Solo mira hacia el frente sin decir nada. No estamos muy lejos de la empresa, sabe que tenemos que volver. Solo me gustaría saber qué está pensando.

Llevamos como cinco minutos caminando, es como si estuviera tratando de hacer tiempo para que los veinte minutos se pasen rápido. Es extraño porque fue él quien pidió que el tiempo se extendiera diez minutos más.

Quiero conocerlo mejor. Solo me gustaría que él quisiera lo mismo.

Me detengo. Él tarda un momento en darse cuenta pero también frena, me mira con curiosidad.

—¿Qué pasa?

—Si soy tan molesta tal vez debió elegir a otra persona.

La expresión en su cara demuestra que no entiende de lo que le estoy hablando.

—¿Perdón?

—No, no lo perdono.

No entiende nada, lo veo en su cara. Es solo que no entiendo para qué me eligió si no quería hablar conmigo, porque yo si quiero hablar con él. He querido conocerlo más desde antes que se me ocurriera la idea de iniciar con todo este plan.

Al final terminamos en frente de un café. 

—Entremos—me dice.

¿Ahora quiere tomar café? Este hombre toma mucho café. Suspiro con resignación y lo sigo. Supongo que no vamos a hablar de nada sino que tendre que conformarme a quedarme en silencio durante otros quince minutos. Tal vez debí ver un tutorial de Youtube sobre como caerle bien a mi jefe, o tal vez uno que titulara como romper el hielo. ¡Sí, eso habría sido útil! Diablos, soy una estúpida.

Una camarera viene a tomar nuestros pedidos y se marcha. Suspiro.

—¿Por qué está suspirando tanto? —pregunta, y su tono suena mas suave por un instante.

—Porque usted es un insensible.

No me interesa que se me vaya la lengua. En estos quince minutos puedo decir lo que yo quiera. 

—¿Insensible yo?

—Me eligió solo como comodín, ¿no? Quiero decir, para salirse de la situación.

Alzo la mirada. Tiene una expresión confundida en el rostro, pero en un momento sus ojos se abren en sorpresa. Este hombre sin duda es muy lento.

—Solo soy práctico.

¡Lo sabía! Me golpeo la frente contra la mesa. Nota mental: que el próximo reto trate de quitarle lo práctico a este hombre. Me pregunto si hace algo con su vida. Quiero decir, siempre se ve tan serio, tan firme. En la fiesta parecía una persona diferente. Bailando sobre esa máquina de baile era alguien libre y feliz. Me pregunto si hay mas de eso que esté ocultando.

—¿Cómo es que puede bailar tan bien en la máquina de baile?—pregunto con curiosidad.

—Antes jugaba mucho ese tipo de juegos—contesta, mirando hacia otro lado—. Se me da bien.

Lorena contra el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora