Capítulo 38

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Silencio.

Es un silencio absoluto, acompañado de un frío abrasador.

A pesar de todo el ruido que nos rodea, yo solo siento el silencio. No creo haber visto algo tan doloroso como los ojos de Daniel pasando del amor al odio. Como pierde su brillo y se vuelve hostil, convirtiéndome en su enemiga.

—¿Todos los retos te los inventaste tú? —pregunta con duda, pero su tono de voz es frío —¿Por qué? ¿Por qué me dices algo así?

—Porque... —juego con mis manos, hecha una bola de sentimientos encontrados— no quería seguir mintiendo.

—Me manipulaste.

—No, ¡no! ¡Daniel, no es así! Yo solo... ¡solo quería que escucharas a las mujeres en la empresa! Pero nunca nos ibas a escuchar —le digo. Mis palabras salen con atropello y me cuesta conectarlas unas con otras—. Así que...

—Así que usaste algo que me importaba, ¿no? ¡¿Para qué?! ¡¿Para obtener lo que querías?!

—¡Solo quería conocerte! ¡Que conocieras a las demás! —Estoy llorando. No puedo evitarlo—. Si no lo hubiera hecho nunca me habrías escuchado.

—¡Pues desearía no haberlo hecho! —grita colérico.

Silencio, pero esta vez el de verdad.

Todos los ojos de la sala nos miran. Valeria se ve preocupada desde la otra punta del salón, mientras Hernández mantiene su mutismo con el micrófono en la mano.

—¿Escribiste esos correos? —me sujeta de los brazos con fuerza—. ¡¿Lo hiciste?!

No puedo parar de llorar. Esto es demasiado.

—S-Sí...

—¡¿El periódico era para ti?! ¡Y los retos! ¡¿Sabes cuánto dinero gasté?! ¡Nos engañaste a todos en la empresa, maldita sea!

Me sacude con tanta violencia que su agarre es brusco. Me están doliendo los brazos.

—¡Basta! —le grito.

—¡No! ¡Eres una mentirosa manipuladora!

—Daniel... —Hernández se acerca por un lado, poniéndole una mano en el hombro—. Basta ya.

Daniel aprieta mas fuerte, sacándome un quejido de dolor. No quería esto. He vuelto a destrozarlo y no quería.

—Perdóname Daniel... Lo último que quería era lastimarte. Si hubiera sabido que había otra forma, la habría utilizado...

—Vas a pagar hasta el último centavo que me gasté en esos retos y te vas a largar de esta empresa.

¿Qué? No...

—Daniel...

—Vete. Estás despedida.

Me suelta con brusquedad y caigo sentada en el piso. No puedo mirar hacia arriba, todos nos rodean y Daniel se ha ido. Esto no puede estar pasando. ¿Por qué decidí hacer las cosas de esta forma? De haber sabido que iba a lastimar a Daniel, habría preferido quedarme en informática y nunca hablarle. Así al menos él habría estado feliz.

—Oye... —Valeria se arrodilla a mi lado—Lo siento mucho.

—Me despidió...—lloro— No quiere volver a verme...

—Lore...

—Tengo que hablar con él... —trato de levantarme, pero tiemblo por todas partes—. Tengo que decirle que no quería hacerle daño...

—Ya se lo dijiste y no te escuchó, cariño —Valeria me abraza. Entierro mi cabeza en su hombro, sin poder creer todo esto—. Dale tiempo.

No voy a volver a verlo. Si me voy, nunca sabré de él otra vez.

—¿Entonces fuiste tú? ¿Te burlaste de nosotros?

Alzo la mirada. Santiago y los demás hombres me miran con reproche. Incluso las chicas de informática parecen confundidas, como si no supieran qué hacer.

—¡Nos obligaste a pasar tiempo con ellas! —me señala, pero Valeria me cubre mientras lo mira con rabia—. ¡Eres una zorra manipuladora!

—Tenías que ser mujer...—murmura John.

—Lorena...—Juan David no sabe qué decir. No se ve molesto, pero tampoco está contento.

—Quiero irme de aquí—murmuro en un quejido abrazada a Valeria—. Por favor, no quiero estar aquí.

—¡¿Irte?! ¡Nos debes una explicación a todos! —grita Cruz.

—¡¿Qué podíamos esperar de una mujer?!

—¡Es una manipuladora, como todas!

—¡Por favor! —Hernández impone autoridad, parándose frente a nosotras y cubriéndonos de las miradas acusadoras —¡¿Qué es este comportamiento?! ¡¿Estamos en la edad media o qué?!

—¡No se meta! ¡Esa mujer es una mentirosa!

Hernández me mira, confundido. Ahora lo entiende. Entiende por qué inicié todo esto y llegué a semejantes consecuencias. Me paso el brazo por los ojos y me separo de mi amiga, desconsolada. Ya no tengo fuerzas para luchar más.

—Ustedes me dan asco—sollozo—. No saben lo que hemos tenido que soportar por culpa de ustedes. Los comentarios, las miradas, los desprecios. Solo quería cambiar todo eso... pero no pude.

Valeria me pone una mano en el hombro, comprensiva. Agacho la mirada y las lágrimas caen con más fuerza que antes.

—Me largo...

Con la cabeza gacha y los brazos colgando me voy de ahí. Ya no tengo fuerzas, solo dejo que las lágrimas caigan. El piso está borroso. ¿Por qué soy yo la que está equivocada? Todo lo hice con una buena intención. Solo quería ser visible también.

Me concentro en meter mis cosas dentro de la caja. Estoy desconsolada. Solo quiero llegar a mi casa y dormir para siempre. Recojo mis cosas y cargo la caja entre mis brazos mientras me dirijo hacia el ascensor. Carolina y Aura están allí, mirándome con tristeza.

—Lorena...—comienza Carolina—. ¿Podemos hablar un momento?

Niego con la cabeza, llorando. Solo quiero irme. El ascensor llega pronto y entro, dejando a las chicas atrás. Dejando a Daniel atrás. Y a la empresa Astaron.

Probablemente para siempre.


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 Estoy llorando, de verdad. Tengo que ir a buscar un pañuelo, no puedo con esto :'v

PD: ¡Muchas gracias a todas las personas que apoyan esta historia! 🤗

Lorena contra el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora