Daniel
Que bien se siente recuperar el control. De nuevo en mi oficina, con mis cosas y vuelvo a tener el manejo de la empresa. El día de ayer fue el más tortuoso de mi vida, pero pudo haber sido peor. A pesar de todo, fue agradable tener mas variedad en los cargos y las mujeres que ocuparon cargos altos ayer no lo hicieron tan mal, aunque me cueste admitirlo. En especial la presidenta. Ha vuelto a su cargo de secretaria y no ha hablado mucho conmigo hoy, ya que tiene un informe que entregarme al final del día.
—Informática es un hueco —dice Juan David, recostándose en el sofá con desgano—. Es como una especie de prisión en la era moderna. ¡Las persianas ni siquiera sirven! Ese lugar está a oscuras todo el tiempo.
—¿Qué no tienes trabajo que hacer? —lo cuestiono mientras tecleo en mi computador.
—Sí, pero Carolina al parecer adelantó mucho ayer... —meciona con una voz mas suave—. Por eso no tengo tanto trabajo para hoy.
—Resultó mejor para el trabajo que tú —me burlo.
—Eres imbécil—farfulla.
Me detengo y lo miro.
—No, ya en serio. Lo hizo porque le importas aunque esté molesta contigo —le digo, cruzando los brazos sobre el escritorio—. Es obvio.
—Ya—rueda los ojos.
—¿De verdad no vas a hablar con ella?
—No lo sé—mira hacia un lado, incómodo—. Ella ni siquiera me ha buscado para hablar conmigo o tratar de arreglar las cosas. ¿Por qué debería confiar en una persona que no me busca?
—No sé. ¿Porque tú cometiste el error? —pregunto—. Supongo que dejar el orgullo atrás es difícil.
—El orgullo es la cosa mas valiosa de un hombre. Sin eso no somos nada —dice—. Solo por personas que valgan la pena sería válido olvidar algo como eso.
—¿Y ella no lo vale?
—Pues... tuvimos ese inconveniente en el tercer reto. Ya ha pasado tiempo desde eso y ni siquiera ha tratado de hablar conmigo. No te niego que la extraño... pero tal vez ella a mí no. Y no quiero quedar como un arrastrado.
Sí, estoy de acuerdo con él, pero admitir los errores no significa siempre quedar como un arrastrado. Si no me hubiera permitido a mí mismo admitir que estaba equivocado habría frenado todo desde el primer reto. Pero sabía que Hernández hacía todo con un propósito, si proponía cosas tan raras reto tan reto era porque quería que nos diéramos cuenta de algo. Ahora entiendo de qué quería que me diera cuenta.
—¿Y tú qué? ¿Qué tal lo hizo la señora presidenta?
—Logró convencer a los clientes de Indigo—murmuro, mirando hacia la pantalla.
—Wow, eso es impresionante. ¡Estuvimos esperando esa visita por meses! Nadie esperaría que se presentaran justo el día del reto.
—Sí, casi me da un infarto—admito.
—Pero ella lo logró, ¿no? —me cuestiona.
—Sí, aunque casi le da algo cuando salió de la reunión. No era la única que estaba a punto de desmayarse —me río—. Pero... supongo que eso la hace competente.
—¿Competente para qué? Solo dilo, estás orgulloso de ella.
Sonrío. Sí, supongo que podría decirse eso. Ella me sorprende cada vez más, me alegra los días. Me entristeció un poco que no me hable hoy, pero sé que está ocupada trabajando para mí. Que ironía.
—¿Se lo dijiste? —me pregunta.
Me rasco la cabeza, confundido. ¿Se lo dije? No lo sé.
—No lo recuerdo.
—Y dices que yo soy el idiota—se ríe. Luego me mira con seriedad—. ¿Esto está bien? Quiero decir... ¿de repente está bien que quiera a mas mujeres rondando por ahí? No son tan malas.
—Creo que estoy comenzando a pensar lo mismo—murmuro.
Juan David se queda mirando hacia el techo, aburrido. Mueve los pies en señal de inquietud. ¿En serio no tiene trabajo que hacer? ¿Qué tanto lo ayudó Carolina? Debería hablar con ella. Abro la boca para decírselo, pero me interrumpe.
—Oye, ¿por qué no le sacas partido a esto de los retos? Quiero decir, sería una gran oportunidad para hacernos publicidad.
—¿A qué te refieres?
—Hernández es un escritor reconocido en cierto nivel, pero si la prensa supiera que nos ha escogido para llevar a cabo sus famosos retos podría darnos mas renombre. ¿No crees que sería buena idea?
Me llevo la mano a la barbilla, pensativo. Ciertamente esto se ha mantenido en secreto entre nosotros, pero podría ser bueno para la imagen de la empresa. Todos los otros escenarios que han vivido la misma experiencia han aprovechado la oportunidad, ¿por qué nosotros no podríamos hacer lo mismo?
—Sí, es buena idea—digo—. Incluso podríamos hablar de los retos que hemos llevado a cabo.
—¿Verdad que soy un genio? —dice con orgullo.
—A veces. Otras veces eres medio estúpido —sonrío con malicia—. Bueno, lo que sea, le diré a Lorena que contacte con el departamento de publicidad. Cuando se desocupe, claro. Y tú, vete a trabajar. Me molestas.
—Ay disculpe usted, señorita —se pone de pie, alisando su saco—. Me voy para que no te quedes ciego por mi belleza.
Juan David se va de la oficina pero no puedo dejar de pensar en la idea. Sí, sería algo muy bueno. Nos daría renombre y estoy seguro de que a Hernández también. Solo hay que comunicárselo a la prensa. Le preguntaré a Lorena que piensa del tema, después de todo el entusiasmo que le ha puesto a los retos seguro que estará de acuerdo.
Pero por ahora debería pensar en cómo mejorar el área de informática.
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¿Es normal que yo sea la escritora de esto y sienta miedo de lo que va a pasar?
#EstoSeVaADescontrolar
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Lorena contra el jefe
ContoLorena es una oficinista del área de informática que es feliz en su trabajo, pero ella al igual que muchas de sus compañeras tiene un inconveniente: Los hombres de ese lugar tienen el pensamiento de la época de las cavernas, donde las mujeres no ten...