Daniel
Cuando despierto, ella ya no está aquí. En su lugar hay una sensación de paz y alivio que no soy capaz de describir. Me reincorporo en mi sitio, mirando la almohada sobre la que Lorena me había acostado. Fue agradable. No recuerdo cuando fue la última vez que tuve una sensación como esa. Cálido, como un hogar, un lugar seguro donde no hay nada que temer. Desde lo de Luna no he vuelto a sentir esa sensación, tal vez por eso me pongo loco cada vez que voy a visitar a esa mujer.
Me pongo de pie mientras miro a mi alrededor. Ya es de noche, ¿cuánto tiempo estuve dormido? El apartamento está igual de solitario que siempre, no hay señales de ella. Siento como si la extrañara. ¿A que hora se habrá ido? ¿Por qué no se quedó? Espero que haya llegado bien a su casa. Aun no puedo creer que le haya apuntado con el arma, pero menos puedo creer que me haya cuidado a pesar de eso.
Hago una llamada.
—Hombre, ¿ya te sientes mejor?
—Sí, estoy bien.
Juan David bufa al otro lado del teléfono.
—Tienes que dejar de hacerte esto. Es destructivo. ¿Vas a seguir visitándola? No deberías seguirlo haciendo, no puedes mantener esa deuda por siempre.
—Sabes que tengo un compromiso—murmuro con pesadez.
—¿Vas a venir a la oficina mañana? —pregunta con rapidez, tratando de cambiar el tema de conversación.
Agacho la mirada. Me pregunto cómo reaccionará Lorena mañana cuando llegue al trabajo. Creo que no voy a poder dormir hasta que averigüe eso. Estoy preocupado por ella, después de todo le apunté con un arma. Jamás le dispararía, ella es importante para mí. Y se esta volviendo tan importante que me asusta. A pesar de todo, sentí un gran alivio cuando decidió cuidarme. Fue tan dulce y considerada conmigo e incluso se dio cuenta de mis pequeños desórdenes alimenticios y mi extraña adicción al café. Me ha estado observando con mucho cuidado, y aunque debería sentirme perturbado por eso, no es así. Ni siquiera me pidió explicaciones ni me reclamó nada. No me preguntó qué había pasado conmigo durante el tiempo que me fui. De cierta forma se lo agradezco, no me siento capaz de hablar de eso. No aún.
Pero a pesar de todo, me conmovió que se haya preocupado por mí.
—¿Daniel? —Juan David habla, tratando de regresarme a la realidad.
—¿Eh?
—¿Vendrás a trabajar mañana? Quiero decir, ¿ya te sientes bien? Si no es así puedes tomarte unos días. No es como que por lo general te recuperes de inmediato. Por lo general te toma un par de días. Así que si no te sientes bien-
—No, está bien. Iré mañana —lo interrumpo—. Estoy mejor ahora.
—¿Seguro? —su voz sueña desdeñosa de repente—. ¿Y que pasó con Lorena?
—Ella... ella me cuidó.
Se queda callado. Su silencio me sorprende, por su actitud desde el tercer reto esperaba que dijera algo en contra de ella, pero en lugar de eso se calla.
—Daniel, deberías tomarte un par de días—dice de repente—. Para que te recuperes.
No quiero quedarme aquí. Quiero verla y de cierta forma estoy ansioso por volver a la oficina. Siento que la cagué y ella me cuidó de todas formas. Solo quiero verla y saber como está.
—No te preocupes, estaré bien. Nos vemos mañana. Y Juan David... considera hablar con Carolina.
Él suelta un suspiro pesado y se despide. Creo que no quiere hablar del tema. Recuerdo como Lorena le gritaba que todos nosotros estábamos podridos, que no nos dábamos cuenta de la forma de vida que habíamos creado dentro de la empresa. Tiene razón. Es sólo que me cuesta confiar, en mis cabales tal vez ni siquiera habría dejado entrar a Lorena a mi apartamento por más confianza que le tuviera. Pero ella simplemente entró y no hizo nada malo. Para mi suerte o para mi desgracia, la confianza es mas necesaria en el mundo de los negocios de lo que parece.
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Lorena contra el jefe
Short StoryLorena es una oficinista del área de informática que es feliz en su trabajo, pero ella al igual que muchas de sus compañeras tiene un inconveniente: Los hombres de ese lugar tienen el pensamiento de la época de las cavernas, donde las mujeres no ten...