Capítulo 39

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Dos semanas después...


Daniel


Me limpio las manos en los pantalones con inquietud, estoy sudando. Nunca me acostumbro del todo a este tipo de reuniones, son tan tensionantes porque prácticamente implican cambios importantes para la empresa. Los clientes de Indigo han quedado encantados con nuestro recibimiento e incluso ofrecieron a mejorar nuestras instalaciones con sus equipos. No podríamos haber conseguido mejor trato.

—¿Y donde está la jovencita que nos recibió la ultima vez?  Me gustaría saludarla antes de irnos—dice la señora Olivia antes de salir por la puerta.

Trato de reprimir un recuerdo doloroso. Eso no es algo que deba de hablar con ellos y tampoco sabría como explicarlo.

—Ella ya no se encuentra en la empresa, por ciertas razones—les digo, tratando de mostrarme lo más formal posible y esperando que no hagan mas preguntas.

—Es una pena—dice el señor Henry.

—¿Pero por qué? —pregunta su mujer—¿Acaso hizo algo malo?

Sí, hizo algo muy malo. Pero no quiero recordarlo, trato de ignorar todo lo que puedo ese recuerdo. Lo hago todo el tiempo: cuando llego a la oficina y es Jennifer quien está en el puesto de la secretaria, cuando el café llega frío, cuando su cabeza tímida no se asoma por la puerta, cuando veo el puesto vacío en el que solía sentarse, incluso cuando veo a alguna mujer de informática... Lo reprimo todo el tiempo.

—Querida, estás preguntando demasiado.

—Espero que pueda volver algún día, entonces. Se ve como una muchacha muy dedicada —menciona la señora Olivia—. Estaremos listos para el re-acondicionamiento. Le avisaremos el día en el que podemos iniciar con las obras.

—Muchas gracias.

Les doy la mano a ambos y me despido cordialmente.

No he sabido nada de ella desde hace dos semanas. Lo último que supe fue un correo que me envió.


De: Lorena Narváez

Fecha: 21 de mayo de 2020 - 10:11

Asunto:  ...

Para: Daniel Acevedo

Lo siento.


Observo el email en mi celular. Lo he mirado muchas veces, más de las que me gustaría admitir. No importa lo que diga, me manipuló para conseguir lo que quería. Sé que esa es la verdad. No vale la pena que piense en ello, solo debo mantener esa convicción. Ya le hice llegar la cuenta por lo que gasté en sus estúpidos juegos.

Caigo en la silla de mi escritorio, rendido. He tenido mucho trabajo los últimos días.

—¿Cansado?

Alzo la mirada. Hernández está sentado en mi silla tomándose un café. He tenido a Hernández tan cerca estos días que he podido preguntarle las cosas que siempre quise saber. Hemos hablado mucho, pero es cierto que otros días tampoco he sido buena compañía. No pensé que todo esto me llevaría a conocerlo en persona.

Lorena contra el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora