El silencio es incómodo. Debería estar saltando en mi sitio porque se sentó a mi lado, pero ahora mismo tengo millones de preguntas. Bueno, tal vez millones es exagerar. Pero la principal de ellas es: ¿por qué se me sigue acercando a pesar de su machismo? Sí, tal vez es porque pasamos tiempo juntos. Yo sentí una conexión diferente con él. Quiero conocerlo más, hablar con él, contarnos chistes, salir a jugar a la sala de juegos cuando salgamos del trabajo, que él vuelva al Lol y juguemos una partida. Son muchas cosas, pero la línea que nos divide es demasiado grande.
Ambos nos miramos en silencio, como si quisieramos decirnos tantas cosas y no pudiéramos. ¿Qué está pasando?
—¿Hay algo que me quieras decir? —pregunta él de repente.
¿Cómo?
—¿Yo?
—Sí. Mi madre siempre pone esa cara cuando quiere decir algo y no se atreve—sonríe un poco—. ¿Entonces?
Juego con mis dedos sobre mi regazo. No es que tenga que decirle algo exactamente —o tal vez sí—, es que me pone nerviosa. ¿Qué me pasa?
—En todo caso, ¿no es usted el que tendría que decirme algo a mí?—le pregunto, mirando hacia otro lado que no sean sus bellísimos ojos. Ay no, ¿acabo de pensar que sus ojos son bellísimos? Estoy peor de lo que pensaba.
—También.
Lo volteo a mirar. ¿Ah sí? ¿Y por qué esa declaración me emociona tanto?
—Es que...
—¿Sí?
—Es... es que...
—Ajá.
—Me gustaría conocerlo más como... como persona—me rasco la cabeza con nerviosismo. Me inquieta más el hecho de que no deje de mirarme—. Pero sé que usted no tiene una buena relación con las mujeres.
No dice nada. Es extraño, ni siquiera entiendo por que vino hasta aquí. Quiero conocerlo, pero sé que él no quiere conocerme a mí. ¿Por qué querría? Por otro lado dejó a Juan David y a Carolina en el comedor por venir a seguirme. ¿Esto es normal? ¿Tal vez solo es un jefe preocupándose por sus empleados? ¿Por qué tus manos están temblando? ¡Ya para de temblar, Lorena!
—Perdón. No debí decir eso—me enderezo.
—¡No! No te disculpes. Bueno... gracias.
¿Qué? Eso es muy repentino.
—¿Por qué?
—Por decir eso—murmura, pareciendo avergonzado—. Creí que estaba siendo molesto cuando te escribí el sábado por la noche.
—¡No! Para nada —¿Molesto? Estaba saltando en una pata de la emoción, al menos por dentro—. Fue... ah, ¡es que si no fuera mi jefe esto sería mas sencillo! Me divierte pasar tiempo contigo, pero soy tu secretaria y no tengo permitido pensar ese tipo de cosas.
Cuando lo saco todo de mi interior me siento mejor, pero entonces caigo en cuenta de que no estoy sola. ¡Mierda! Ahora si me va a despedir. ¿En serio está pasando esto? Todo es muy confuso.
—Esto es muy raro... —miro mis manos temblorosas— perdón. Me olvidaré de esto. Eres un hombre ocupado, de negocios y que odia a las mujeres. No debería estar diciendo esto pero no me puedo callar. En serio, ¿por qué no cierro la boca?
Se queda en silencio mientras me mira fijamente, tanto que comienza a ponerme más nerviosa todavía si es posible. Quiero salir corriendo lejos y olvidar que tuvimos esta conversación. Acabo de meter la pata aun más. Ni siquiera debí fijarme en él desde el principio. No debí iniciar un plan para cambiarlo todo. No, de eso no me arrepiento, pero involucrarme con él es lo peor que pude hacer.
Si se entera de lo que estoy haciendo me despedirá.
—Me recordaste cosas que estaban muy olvidadas en mi pasado—comenta. ¿Su pasado? Es verdad, ¿quien era antes de ser el presidente de la compañía?—. Antes de que...
—¿Antes de qué?
—De que... eso pasara.
¿Eso? ¿Algo le pasó que lo convirtió en lo que es ahora? ¿Qué significa? Tengo muchas preguntas, pero me da miedo preguntar. Probablemente no debo, pero me duele pensar en el hecho de que alguien lo lastimó. ¿Qué pudo haber pasado? Es como si esa herida aun no terminara de sanar.
—Daniel...
—¿Hmm?
—Lo siento. Sea lo que sea...
Sonríe. Tiene una sonrisa tan bonita.
—No te preocupes. Mejor dime, ¿en que consistía tu trabajo en informática?
Hago una mueca. Me acuerdo de que fue él quien nos envió a todas allí en primer lugar. Yo era feliz ahí, pero varias otras no lo son.
—¿Por qué otras mujeres no pueden ocupar puestos al mismo nivel de los hombres?
—Lorena...
—¿Qué? Solo quiero entenderlo—me quejo—. Mi amiga Valeria quiere trabajar en el departamento de ventas pero no puede.
—Tal vez no está capacitada.
—¡Ni siquiera la dejan intentar!
Me pone una mano en el hombro.
—No me pidas que confíe en todas las mujeres de golpe.
Lo miro a los ojos. Parecen sinceros. ¿Qué significa eso? ¿Y si no es machista realmente, sino que su desprecio a las mujeres tiene un fundamento debido a algo que le sucedió en el pasado?
—¿Me dejas empezar contigo? —me pregunta, extendiéndome la mano.
Oh no, la ilusión está creciendo con fuerza y no puedo detenerla. Esto es malo, muy malo, no me puedo ilusionar. ¡No! Trato de evitar que la ilusión crezca, pero es tarde. Estoy sonriendo. Estoy muy feliz de que él quiera confiar en mí. ¿Eso significa que yo también le agrado?
Le doy la mano. La sensación es muy agradable. Es un sentimiento que no experimentaba desde hace mucho tiempo.
—¿Juegas una partida conmigo esta noche?
¿La que dijo eso fui yo?
Daniel hace una mueca.
—Hace mucho que no juego al Lol.
—Te ayudaré si algo—le digo, agarrando su mano. ¡¿Qué estoy haciendo?! —digo, si quieres.
Su mente está absorta en algo, porque no me responde. Unos cuantos segundos después su hermosa sonrisa se dibuja en sus labios mientras me mira.
—Está bien.
No, no está bien. Me siento mas ilusionada de lo normal.
¿Qué me está pasando?
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¿Qué le está pasando? ¿Se lo dicen ustedes o se lo digo yo? 😏😏
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Lorena contra el jefe
Short StoryLorena es una oficinista del área de informática que es feliz en su trabajo, pero ella al igual que muchas de sus compañeras tiene un inconveniente: Los hombres de ese lugar tienen el pensamiento de la época de las cavernas, donde las mujeres no ten...