Daniel me llevó de vuelta a casa. Es raro pero me provoca una sensación de ilusión. Es aquí cuando debería soltarme a mí misma una de esas frases de mira que rápido se dejan engañar las mujeres o no deberías caer tan rápido por un hombre, pero así como Daniel no tiene derecho a ser un machista yo no tengo derecho a convertirme en Aura. Ah, mi amiga Aura, la que siempre vive criticando a los hombres, a pesar de que al final terminó admitiendo que son un mal necesario.
Claro, mi madre no dejó de preguntar qué había pasado y por sobre todo, quien era ese hombre tan guapo. Espero que no haya dicho esas cosas frente a Daniel o ya puede tragarme la tierra. Incluso dijo que él no se fue hasta que me dormí. Juro que un montón de maripositas estallaron en mi estómago cuando dijo eso. Cuando cierro los ojos aun puedo verlo junto a mí, abrazándome. Casi puedo sentirlo cerca, como si yo pudiera pasar mis brazos por su espalda, cerrar los ojos y abrazarlo también. Estar cerca. Muy cerca.
Pero ahora que vuelvo a la oficina después de aquello no sé como debería reaccionar. En especial porque hoy no me encontré a Daniel en el ascensor. No puedo negar que eso me desilusiona un poquito, en el fondo esperaba verlo. Pero no quiero ni pensar en la cara que pondrán las chicas de informática cuando me vean, sobre todo después de la escena que armé con Daniel ayer.
Fue muy lindo de su parte. Y extraño. Creí que no quería saber nada de mí después de lo que hice, contrario a lo que me imaginé no me gritó de regreso. Bueno, no como me lo imaginaba.
Avanzo con pasos pequeñitos hasta informática. Desde lejos puedo ver la cara de Valeria, pero está sonriendo con emoción. No entiendo qué pasa. Creí que estaría preocupada o algo por el estilo, pero está radiante.
Asomo la cabeza primero para tantear el terreno.
—¡Loreeeeee!
Valeria me jala de las manos y comienza a dar brinquitos. ¿Pero qué...?
—¡Me trasladaron al departamento de ventas! ¡No puedo creerlo! ¡Ahhhhh!
—¿Qué...? ¿Qué?
—¡Y a mi a marketing! —salta Carolina emocionada, cogiendo una de mis manos mientras Valeria coge la otra.
¡Auxilio, mi circulación!
—¿Pero cómo...? ¿Daniel dejó que...? ¿Cuándo presentaron pruebas para eso? —pregunto, aturdida.
Ambas se miran.
—Hace unos días Daniel abrió una convocatoria para varias vacantes en otros departamentos —me dice Carolina—. Creí que lo sabías.
No, no lo sabía. Estaba tan distraída con tanto trabajo que no me di cuenta, pero a lo mejor si me hubiera postulado Daniel no me hubiera dejado llegar muy lejos. ¿Abrió una convocatoria? Eso es nuevo, por lo general maneja eso con cuidado para que las mujeres no se enteren. ¿Entonces Valeria se va? ¿Va a dejarme sola?
—¿Te vas? —pregunto con miedo, mirando a mi amiga.
Ella sonríe y me abraza.
—No vamos a dejar de vernos. Siempre vamos a ser las mejores amigas.
—¿Cuándo te vas?
—La próxima semana.
—Genial... —murmuro, ofuscada—, seguro te encuentras con un atractivo ejecutivo en ventas y te olvidas de mí.
—¡Mira quien habla de atractivo ejecutivo! —me codea—. ¡Se nota que el jefecito te quiere!
—¡Decir que te quiere es poco! Hasta limpió tus lágrimas—dice Carolina, suspirando con una sonrisita—. Eso fue muy romántico.
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Lorena contra el jefe
Short StoryLorena es una oficinista del área de informática que es feliz en su trabajo, pero ella al igual que muchas de sus compañeras tiene un inconveniente: Los hombres de ese lugar tienen el pensamiento de la época de las cavernas, donde las mujeres no ten...