Daniel
Lorena alisa su falda antes de subirse al ascensor. La vi llegar desde aquí y creo que no se ha dado cuenta, de hecho ni siquiera sé por que detuve el ascensor para que se subiera. Fue algo inconsciente. Han pasado unos días desde que volvió a la empresa y es la segunda vez que la veo. La primera fue de lejos, cuando pasé por fuera del área de informática y la vi por casualidad.
Nos paramos rectos uno al lado del otro, como si fuéramos dos desconocidos. No entiendo por qué me duele, ella solo me demostró que es una falsa. Pero a medida que pasan los días, es como si mi cabeza perdiera más argumentos sobre por qué debo ganar la batalla.
—Buenos días—la oigo decir.
No le respondo. No quiero hablar con ella, se supone que estoy enojado, no debo contestarle. Ni siquiera voy a mirarla. Desde aquí siento su desilusión cuando no le contesto. No entiendo por qué estoy haciendo esto, hace días estaba furioso pero a medida que pasan los días me siento menos enojado.
Y no lo entiendo. Esto esta mal, pero ella debe sufrir un poco más.
Cuando se baja del ascensor me da la impresión de que me duele mas a mí que a ella, y no hablo de su traición precisamente.
Se repite la rutina al día siguiente, y al siguiente y al siguiente. Finjo que nos encontramos en el ascensor aunque secretamente lo detengo —y no me entiendo a mí mismo sobre eso—, luego ella me saluda intentando ser formal o tener alguna señal de algo, y luego se va. Aunque suene estúpido, secretamente se va volviendo la parte mas interesante del día. Encontrármela en el ascensor. Es patético, pero así es. A veces también me quedo observándola al final de la jornada, cuando todos se van y ella se queda por el trabajo extra.
Incluso en ocasiones intento encontrármela en el almuerzo, pero trato de convencerme de que no es lo correcto y busco un restaurante alejado de la oficina para no verla. A veces no me comprendo a mí mismo. Y la rutina se va repitiendo, pero llenándose de una sensación que no soy capaz de describir.
Pero con los días se va poniendo mas cansada, sus ojeras son mas grandes y su saludo desaparece. Ese saludo que, aunque forzado, me llenaba el día sin que ella lo supiera. ¿Es por el trabajo que le puse?
He creado un nuevo ciclo del que ya no sé como salir.
Nos vamos convirtiendo en desconocidos con los días, y aunque es lo que quería, la idea me desespera. ¿Y si es muy tarde? ¿Y si termina olvidándose de mí? ¿Por qué siento que no soportaría eso?
No sé que debería hacer.
—¡Bu! —me empuja alguien por detrás.
Salto del susto. Detrás de mí Juan David se ríe mientras me señala. No es gracioso. Lo miro con mi peor cara mientras se burla. Solo espero que no pueda oírnos desde aquí.
—¿Qué haces, hermano? —mira con curiosidad la puerta—. Te veo por aquí casi todos los días después del trabajo.
—No hago nada—carraspeo—. Solo verifico que todo esté bien antes de irme.
—Pues no te tardes mucho verificando, Alan nos está esperando con los demás.
—Sí, ya voy.
Juan David mira por la puerta con curiosidad. Mierda.
—Conque verificando...—sonríe con malicia.
—Cállate.
—Honestamente no entiendo por qué te sigues haciendo esto. Aunque tienes tus razones y son completamente válidas, es obvio que esto no es lo que quieres.
Me separo de informática. Genial, ahora no va a dejar de joderme con esto. Tampoco quiero que ella sepa que estoy aquí, eso sería malo. No necesito que el idiota este comience a hacer preguntas.
—Tenías toda la razón hasta molestarte con ella—me dice—. Pero esto... uff no lo se viejo.
—¿Qué quieres decir?
—Que aunque tienes la razón, te estás convirtiendo en el villano. Hay villanos en las películas que tenían la razón en sus argumentos, y eso no les quitó lo malvados.
—No entiendo.
—Hombre, que tal vez te estás pasando.
—Claro que no, ella se lo buscó.
Juan David suspira.
—No remodelaste su puesto y siempre se queda mas que las demás. Y creo que tu tienes algo que ver.
—Estás loco—farfullo.
—A este paso va a pensar que la odias.
Eso...
—¿La odias?
No. Claro que no. Estoy molesto con ella, es cierto, pero... solo quisiera encontrar la forma de arreglar todo. Si tan solo no hubiera hecho todos los daños que hizo todo sería mas fácil. Pero esto tampoco es lo que quería. ¿Qué se supone que debería hacer?
—Si no es así es la impresión que estás dando.
No, eso no es lo que quería. Pero a decir verdad, tampoco pensé en qué pasaría después de esto. ¿Quería que se alejara para siempre o solo quería castigarla? Ya no lo sé. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?
—¿Entonces? —pregunto al aire. No sé que pensar—. No entiendo que pasa.
—Es simple, ella te gusta. A pesar de lo que hizo, la quieres. Ahí ves tú que quieres hacer—me da una palmada en el hombro—. Nos vemos abajo.
Juan David se va, dejándome pensativo. Observo a través del vidrio de informática con cautela. Lorena se ha recostado sobre su escritorio, como si estuviera durmiendo. ¿Y si es verdad? ¿Y si estoy llevando todo demasiado lejos? Ha pasado tiempo ya, y temo que si sigo podría terminar siendo ella la que me odie a mí.
Ya no sé que es lo correcto.
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Nos acercamos al final askldajsdlad
Pero finjan sorpresa >:v
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Lorena contra el jefe
القصة القصيرةLorena es una oficinista del área de informática que es feliz en su trabajo, pero ella al igual que muchas de sus compañeras tiene un inconveniente: Los hombres de ese lugar tienen el pensamiento de la época de las cavernas, donde las mujeres no ten...