Capítulo 18

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La semana empieza de nuevo y de la misma forma mis esperanzas vuelven a caer. Lunes en la mañana, le llevo el café a Daniel tal como le gusta, creo que estoy empezando a cogerle el tiro a esto. Me siento patética. No solo porque ha vuelto a ser el mismo hombre frío y déspota de siempre, sino porque me siento estancada. Soy excelente con la informática y la programación, no debería verme reducida a servir café y manejar agendas. Esto es muy injusto. Aunque digan que en la vida no siempre puedes hacer lo que quieres, estoy en contra de esa idea. Yo era feliz en informática a pesar de todo.

Pero ya nada nunca será lo mismo.

Hoy es un día ajetreado. Tiene dos reuniones muy importantes con potenciales clientes y accionistas, son de esa clase de reuniones que definen el futuro de la empresa. Eso implica que hoy estará ocupado y muy concentrado. Daniel le da un sorbo a su café mientras mantiene sus ojos en el computador y yo le digo con formalidad lo que tiene programado para hoy, además de verificar los detalles de las reuniones.

—¿Está lista la sala de juntas? —pregunta con monotonía, sin despegar los ojos de la pantalla.

—Si señor.

—¿Y los proyectores?

—Están funcionando.

—Bien. Creo que es hora, entonces—se levanta de su sitio y mira su reloj—. ¿Ha subido algo Hernández sobre el tercer reto?

¿El tercer reto? ¿Por qué lo pregunta? El segundo fue hace relativamente poco, ¿y ya quiere el tercero? La verdad es que no he pensado mucho en ello todavía.

—N-No señor... aún no se sabe nada.

—Ya veo... —mira hacia otro lado, incómodo—. Dígales a Juan David y a Santiago que los espero en la sala de juntas.

Me desinflo. Tiene pinta de que este día va a ser muy gris para mí.

—Sí señor.

Me mira en silencio pero no dice nada. Comienza a ponerme nerviosa, sé que debo buscar a esos dos pero no puedo moverme de mi lugar. A lo mejor debo darme la vuelta e irme, pero él se me adelanta y pasa por mi lado. En ese instante, sus ojos conectan con los míos de una forma extraña y familiar, como si estos dijeran que no ha olvidado nuestra confianza de los últimos días. Pero al poco tiempo sigue caminando y se marcha.

No debo hacerme ilusiones, él odia a las mujeres.

Él jamás sería mi amigo.

Carolina está admirando su figurita de Haruki con fascinación, la ha puesto en su lugar de trabajo y no deja de mirarla con orgullo. Las chicas parecen estar entretenidas hablando de algo que les está contando Aura, pero estoy tan distraída que no soy capaz de seguir la conversación. Valeria no vino hoy -por razones que desconozco-, ya le preguntaré mas tarde. De mí no se va a escapar.

Aproveché que Santiago y Cruz están fuera de plano para venir a visitar a las chicas.

—Es linda—le digo, mirando la figurita.

—Lo sé—sonríe ella—. Fue un detalle muy lindo. Para él, estas cosas son muy valiosas.

—¿Ah sí? —sonrío con burla, recordando las publicaciones de Juan David en internet.

—Sí. Él puede ser realmente fascinante cuando se deja conocer mejor. ¿Puedes creer que me invitó a almorzar hoy?

Frunzo el ceño en señal de confusión. ¿Almorzar? Que yo sepa él está en una junta con Daniel ahora mismo, lo que aumenta las probabilidades de que él y Daniel almuercen juntos. Es lo que hacen todos los días, son muy amigos.

Lorena contra el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora