Aplano la servilleta sobre la mesa con mis dedos mientras Hernández mira la carta. Medita cada opción detenidamente, como si estuviera viendo los ingredientes por adelantando y decidiendo si son acordes a su gusto. Hasta parece que sonríe. Verlo tan tranquilo solo me pone mas nerviosa. No entiendo qué estoy haciendo aquí.
Cuando el mesero llega se pide una ensalada junto con otra cosa que no sé que es. Yo por mi parte pido un almuerzo ejecutivo.
Me mira con curiosidad y luego se ríe.
—Tranquila, que esto no es una cita.
Aunque eso es bueno, no me hace sentir mejor. Solo quiero saber por qué estoy aquí.
Recuesta los codos sobre la mesa y me mira fijamente. ¿Qué está haciendo? Evado su mirada, tratando de concentrarme en cualquier otro punto del restaurante. Seguro que Daniel estaría encantado de almorzar con él, ¿por qué debo ser yo? Además mencionó algo de la campaña publicitaria. ¿A qué se refería Daniel con eso?
—¿Entonces por qué lo hizo? —pregunta directamente.
Lo miro de golpe. ¿Cómo?
—Soy psicólogo, señorita Lorena. Es claro que yo no soy el responsable tras los retos y además soy bastante bueno identificando a mentirosos. Me hice experto tras varias experiencias a lo largo de los años, pero usted no es que lo oculte muy bien. Usted es la responsable, o sabe algo al respecto.
—¿Me está acusando? —pregunto, ofuscada—. ¿Bajo qué argumentos?
—Bajo el hecho de que no parece sorprendida al oír que yo no fui quien asignó los retos.
Mierda. Este hombre es demasiado inteligente.
—¿Por qué vino hasta aquí? —pregunto con duda—. Creí que nunca salía.
De repente parece melancólico. Se recuesta en su silla y se cruza de brazos, mirando hacia un lado con nostalgia. ¿Es posible que la razón por la que haya decidido aislarse no fuera simplemente porque le gusta estar solo? ¿Entonces que pudo haber sucedido?
—En realidad estaba buscando una excusa para salir —murmura.
¿Qué quiere decir eso?
—Su jefe sigue creyendo que soy yo el responsable de los retos. Tiene suerte de que no sea un desgraciado para delatarla—menciona—. Pero no crea que voy a dejar las cosas así. Casi no supe qué responderle cuando mencionó algunas cosas demasiado puntuales que sucedieron durante los retos, o algunas condiciones que aparentemente puse.
No vale la pena que siga negándolo, ¿verdad? Me cubrió porque probablemente sabía que yo era la responsable incluso desde el primer momento en el que me vio. Debe ser una de esas personas que pueden mirar a través del alma de las personas o algo así, pero sigo asustada. No estoy segura de si me estoy enfrentando a un enemigo o a un aliado.
—¿Por qué? —vuelve a preguntar.
Está tan seguro de que soy yo la que está detrás de todo que ni siquiera se pregunta cómo lo hice. El mantel de la mesa de repente parece increíblemente interesante, mas que cualquier otra cosa en el restaurante.
—¿No me va a responder?
—Esa es una acusación muy seria.
—Suplantar a alguien es aun más serio todavía.
Suspiro con pesadez. Me tiemblan las manos, ¿por qué no puedo ser mas fuerte que esto? Valeria es lo único que lo sabe pero sé que si comienza a regarse el rumor, Daniel se enterará tarde o temprano.
—Si no habla yo lo haré, y no precisamente con usted —se echa para atrás—. Lo que hizo es algo muy serio.
—Pero no hice nada malo—farfullo.
—El engaño siempre es malo, no importa por donde se mire—murmura con dolor—No tiene idea del daño que un engaño puede provocar.
—¿Lo dice por experiencia? —me atrevo a preguntar.
—Lamentablemente sí.
Suspiro con pesadez. Es un hombre muy recto, pero no es malo. Viéndolo desde aquí creo que puedo entender por qué Daniel lo admira tanto. Incluso ante su odio hacia las mentiras, me cubrió a pesar de que ya sospechaba que la culpable era yo.
—Solo era una empleada que quería un mejor trato para mí y para mis compañeras. Todas fuimos encerradas en informática solo para que los hombres de la empresa no tuvieran que tolerarnos. Todas fueron órdenes de él—digo con la voz apagada—. Pero Daniel lo admira, lo supe por la cantidad de libros suyos que tenía. A usted si lo escucharía... y para él, usted siempre hace lo correcto.
Hernández me mira con duda.
—Pudieron haber interpuesto una demanda. Usar otros medios. No era necesario llegar a algo tan elaborado.
Sonrío con tristeza.
—No habría servido de nada.
—¿O tal vez tenías un motivo extra para hacerlo?
Es imposible engañar a este hombre.
—Tal vez quería acercarme a Daniel. Conocerlo mejor. Yo lo admiraba así como él lo admira a usted. Bueno, no sé si a ese nivel, pero se entiende el punto —me río—. Pero Daniel nunca iba a darme la oportunidad, solo por ser mujer.
Parece pensativo.
—¿Y entonces crees que el engaño te ha traído algo bueno?
—Ahora me pregunta como estoy en vez de ignorarme. Si me pasa algo, es capaz de llevarme a la enfermería sin sentir vergüenza de que otros hombres lo vean y tampoco le avergüenza que lo vean conmigo. Incluso fue al área de informática a pedirle sugerencias a las demás. Es un hombre diferente y es porque cree que usted lo hizo cambiar de opinión. Por favor, no haga que las cosas vuelvan a ser como antes. Y Daniel es un hombre herido por el pasado. Si lo lastimo... va a volver a desconfiar como antes.
Me mira con seriedad. Comienzo a asustarme, no está para nada contento con mi ideas. Suspira con pesadez.
—Está bien. Pero tienes que dejar de subir retos después de esto.
—¿Cómo?
—Quiero que en el quinto reto hables con Daniel y le digas la verdad.
Es como si me diera un infarto. ¡¿Este hombre no escuchó todo lo que le acabo de decir?!
—No, por favor...
—Entiendo tus razones. Pero si quieres que funcione sin tener cargos en tu consciencia, tienes que hacerlo bien.
Voy a llorar. Decirle la verdad a Daniel...
—¡Me va a odiar!
—No creo—mira hacia un lado—. Puedo analizar a las personas, seguramente se enojará un poco pero en algún momento te perdonará.
—No quiero hacerlo—me ofusco—. ¡No puedo hacer eso!
—O lo haces tú, o lo hago yo. Pero no vayas a llorar—sonríe, al darse cuenta que estoy al borde del colapso—. Si él te importa tanto como parece, podrás rehacerlo todo sin mentiras de por medio. Y sé que también eres muy importante para él.
¿Cómo?
—¿Por qué lo dice?
Hernández sonríe como si estuviera recordando algo.
—Se preocupa por ti. Eso es prueba suficiente.
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Admito que hasta yo creí que Hernández iba a cubrirla. Esto no me lo esperaba XD. Me sorprendo a mí misma, ¡qué habilidad! ¿Pero qué va a pasar ahora? ¿Podrá Lorena decirle la verdad?
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Lorena contra el jefe
Short StoryLorena es una oficinista del área de informática que es feliz en su trabajo, pero ella al igual que muchas de sus compañeras tiene un inconveniente: Los hombres de ese lugar tienen el pensamiento de la época de las cavernas, donde las mujeres no ten...