Capítulo 10

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Esto de ensayar con una banda de profesionales ha sido de las mil maravillas. Las coristas me enseñaron técnicas básicas sobre el control de la respiración, los cambios de tonos, como hacer notas sin forzar las cuerdas vocales, entre otras cosas.

A Mario Andrés no lo he visto más desde ese día. Ese hombre consterna. Tampoco es como que hayamos tenido un trato frecuente, solo que ese sábado parecía uno totalmente distinto al que almorzó conmigo.

El día del primer evento llegó más rápido de lo que pensaba. Es viernes de trabajar en el club y a mi jefe le costó un poco darme la noche libre. Suerte que estoy entrenando a una chica para cuando yo comience las Prácticas de la universidad.

Tomo el portatrajes con mi atuendo y un bolso con artículos personales; espero poder darme una ducha por allá.

Como estamos en vacaciones por navidad de la universidad, Dilan y yo no nos despertamos sino es hasta que vamos a trabajar. Al escuchar movimiento en el apartamento, se levanta.

—¿Dónde vas tan temprano? —pregunta, estrujando sus ojos.

Dilan se ve tan lindo cuando hace eso.

—¿Temprano? Son las diez de la mañana, Dilan.

—¡Temprano! —hace un gesto de obviedad—. Al mediodía es que vamos a trabajar.

—Tengo compromisos, Dilan. Aprovecho para decirte que pasaré Nochebuena contigo. Año nuevo estaré ocupado.

Sus ojos se cristalizan en cuestión de segundos y no puedo evitar sentirme una mierda.

El tema entre Dilan y yo es algo complicado, porque su familia vive lejos y son de recursos limitados. En vez de ellos ayudarlos, él les envía dinero. Así que convení pasar con el cada año nuevo mientras estuviesemos en la universidad.

—De todas maneras, voy a arreglar que puedas acompañarme —añado.

—No hace falta, Jonah. Ya tu tienes una relación, debo respetar tu tiempo y espacio.

—Dilan, yo...

Portazo.

Suspiro pesadamente y tomo mis cosas para salir. Él sabe que siempre estoy dispuesto a arreglar las cosas, pero sin groserías.

Dejo mis cosas en la parte de atrás del vehículo y luego lo enciendo para salir. En la lista de reproducción, están las canciones que cantaré y aprovecho para ir ensayando.

Esta es la segunda vez que voy a The Island. Quedé en verme con la banda a las once de la mañana para ensayar una vez más con la música en vivo. No puedo evitar sentir algo de miedo y emoción al mismo tiempo.

Al llegar al edificio, diviso el vagón de la banda. Miro al cielo azul, con pocas nubes y un sol abrasador. La manera en que se reflejan en el edificio es hermoso. ¿Cómo se verán las estrellas?

Me acerco a mi equipo de hoy para saludarlos. Alisha me entrega un carnet y entramos todos en el edificio. A diferencia de la primera vez que vine, no hay afluencia de personas con trajes, vestidos o faldas. Solo hombres con su típico traje blanco y negro, corriendo con cajas y bandejas de un lugar a otro.

Por un pasillo vamos a los ascensores y subimos los vocalistas primero, para que luego vengan los instrumentos. El ascensor es amplio y moderno, la única manera de que pueda subir es leyendo el código en el pase que me dió Alisha o con la huella.

Llegamos a la terraza del edificio y quedo enamorado de la vista. Nunca he sido amigo de las alturas, así que no me atrevo a mirar abajo.

—¿En qué piso estamos? —le pregunto a Alisha.

Enséñame a VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora