Capítulo 35

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Imaginaba que Dilan o Stephanie saldrían en cualquier momento para saber si ya estaba más tranquilo. Incluso, imaginé en que Lucas saldría para intentar hablar conmigo.

Lo que no imaginaba era que sería Mario Andrés quien se acercaría a mi. Más aún después de la manera tan fría que me trató la semana pasada y que ma ha estado ignorado todo este tiempo.

Supongo que ya se tuvo que haber enterado que Lucas y yo cortamos, pues cuando me volteo, mi cara no le sorprende. De hecho, lo noto... ¿preocupado?

—¿Qué desea, señor Mario? —regreso la vista a la calle.

Se acerca un poco más y se detiene justo a mi lado. Los camarógrafos siguen allí, esperando que los invitados salgan y capturar a alguno subido de alcohol o algo parecido. Por ahora, no reparan en nuestra presencia.

—Lo mismo que usted —responde, con la vista en la calle también.

¿Qué cree él que deseo yo?

—Deseo estar solo ahora mismo.

Silencio.

Olvidaba que es un experto en silencios.

—En ese caso...

Por favor, no te vayas.

—... lo acompaño a estar solo.

—¿Citando a Arjona? —volteo a verlo con una sonrisa, relajando un poco el rostro.

Gira la cabeza al mismo tiempo que yo y mira a mis labios, luego sube la vista a mis ojos y esboza una sonrisa.

—Puede ser —se encoge de hombros y regresa su vista a la calle.

Hago lo mismo y trato de recordar la letra de esa canción. La escuchaba mucho cuando salió.

—Acompáñame a lo absurdo de abrazarnos sin contacto.

—¿Tú en tu sitio y yo en el mío? —me mira de nuevo con su sonrisa.

—Como un...

—¡Jonah! —me llama Dilan.

—No puede ser —murmura Mario.

Lo veo y luego busco a Dilan con la mirada. La hora en mi reloj dice que faltan veinte minutos para las diez. Aún no tenemos que cantar.

—¡Jo...

Intenta llamarme de nuevo y se calla cuando me ve. Observa a Mario detrás de mi y entra cuando entiende la seña que le hago con la mano para que se largue.

—Deberíamos entrar —aconseja cuando regreso.

—Mario, yo quería... —voltea a verme cuando digo su nombre sin el señor. Aún así, prosigo—: disculparme contigo por lo del viernes. Fui muy egoísta al...

—No hace falta. Entiendo que Lucas como tu novio, es tu prioridad.

—Ya no lo es. Por cierto, felicidades por su compromiso... señor Mario.

Otro silencio.

Voy a tener que comenzar a contarlos.

—¿Te vas a dirigir a mi como señor o no?

La pregunta me deja fuera de lugar.

—¿Qué quiere usted?

—Lo mismo que usted —repite.

Su respuesta me hace reír y él solo me observa hacerlo.

—Tienes razón, Mario Andrés.

—¿En qué? —se interesa.

Enséñame a VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora