CAPÍTULO CON CONTENIDO +18 EXPLÍCITO
La última vez que me sentí tan mal en vida, fue cuando me despedí de Kelvin en el aeropuerto... y el año siguiente.Lo que ahora no me creo es que esta situación me afecte más de lo que debería.
Pienso que si tal vez Mario no hubiese dicho esas palabras de que quisiera yo fuese más que un sueño y no hubiese visto como se le formó una erección por la tensión que había entre nosotros, no le estaría dando tantas vueltas al asunto.
Yo entiendo de que tenga miedo. Yo pasé por eso y al día de hoy lo pude superar. Aunque tal vez él sienta la presión de que su imagen de hombre exitoso y ejemplo para los más pequeños se vea manchada por ser homosexual.
No lo culpo. La sociedad sigue con tabúes.
Lucas se ha quedado en mi casa desde el domingo y tenemos sexo todas la noche después de que llego del trabajo y en la mañana antes de irme a trabajar. Aunque no me siento saciado con él como aquel primer miércoles que tuvimos juntos. Cuando nos besamos, en vez de pensar en sus dos zafiros, pienso en par de esmeraldas.
Que Lucas se quedara en casa fue un problema con Dilan. Es una ecuación en donde se suma el hecho que a él no le cae bien Lucas, el hecho de que me está celando y que estoy trayendo un hombre a la casa.
No sé a cual de las tres tenga más peso en su actitud, pero creo que el último, puesto que ha comenzado a traer hombres a la casa, lo cual solo ha logrado distanciarnos más.
Pero esto se resuelve hoy mismo. No pienso dejar que pase año nuevo solo.
Quito el brazo de Lucas de mi agarre con cuidado para que no se despierte y se queja cuando siente el vacío a su lado. Me pongo la parte baja de mi pijama y le doy un beso.
Al llegar a la cocina, consigo a Dilan haciendo café. Anda solo con una camisa y sus piernas al descubierto. Me recuerda a las de Lucas, tan finas y largas.
Si no le tuviera tanto cariño como amigo, no dudaría en acostarme con él.
—Dilan, tenemos que hablar —mi imprevista voz le hace saltar.
—Tú y yo no tenemos nada de que hablar.
—Si no resolvemos las cosas, me voy a mudar, Dilan. No voy a vivir con un desconocido.
Él deja caer la cuchara arriba del mesón de la cocina, apoya sus manos un momento y luego se da media vuelta con los brazos cruzados.
—¿Qué es lo que quieres?
—Primero dime: ¿estás interesado en resolver las cosas entre nosotros o no? No quiero gastar tiempo ni saliva.
—Es evidente —hace una expresión de obviedad—. Estoy frente a tí esperando que hables.
—Si es así, cambia tu actitud y sientate a hablar conmigo —señalo el comedor.
Dilan bufa, dejando caer sus brazos. Sirve café en dos tazas y le echa azúcar como sabe lo tomo. Luego se sienta conmigo.
—¿Sabes el cariño que te he agarrado durante cinco años? —empiezo y él asiente—. Eres como un hermano para mí, Dilan.
Hace una mueca de dolor.
—¿Eso es lo único que...
—No lo digas —le detengo—. Desde un principio estuvimos de acuerdo ambos en vivir con ciertas condiciones, esa es una.
—Es que tú me tratas diferentes que a los demás, me tratas bien, como nadie lo hace; me cuidas, me defiendes, me atiendes —cierto rubor se planta en sus mejillas.
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Enséñame a Volar
RomanceCinco años han pasado desde que Jonah se mudó a La Gran Ciudad, la capital, para estudiar la carrera de sus sueños. Nadie le dijo que empezar de cero era fácil, pero nadie le dijo que era difícil. Sin su mamá, sin sus amigos, sin su primer amor. Jon...