Capítulo 50

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Para mí sorpresa, Mario se la llevó mejor con mis amigos de lo que esperaba. A menos, eso aparentaba. Se reía de las locuras que dice Dilan y de los sucesos vergonzosos de mi adolescencia que yo no quise contar.

Pablo se ofreció a hacer el almuerzo y fuimos a la cocina para hacerle compañía. De todas maneras, le dije a Mario que fuese buscando un delivery de comida.

Para sorpresa de todos, Pablo cocina mejor de lo que esperábamos. Nos quedamos hablando un rato en la mesa hasta que Dilan se levanta para llevar los platos al lavavajillas. Stephanie propone ver una película y Mario acepta, no muy complacido.

Me siento en el sofá lateral al televisor y Mario me mueve un poco para sentarse detrás de mi, deslizándome luego para que me acueste en su pecho. Stephanie cruza una mirada cómplice conmigo y la regresa al televisor cuando Mario mira a su dirección.

Dilan viene gritando unas cosas de la cocina que no logro percibir porque el sonido del ascensor llama nuestra atención. Tiffany e Ivana salen del ascensor y se le queda viendo a mi amigo, para después ver a la sala.

Estuve pensando en que momento el ascensor bajó y recordé que después de que se fué el doctor, no se utilizó más.

—¡¿Es una maldita pijamada de maricas?! —grita Tiffany en nuestra dirección.

Bendito sea el cielo que cuando se escucharon las puertas del ascensor, Mario Andrés y yo nos movimos, porque si no sería un asesinato.

—¿Qué haces aquí, Tiffany? —se le acerca Mario—. Deberías estar de reposo.

No sé en qué momento Stephanie se levantó y se colocó al lado de Dilan. No sé si es para estar más cerca del chisme o si es para defender a mi amigo en caso de que arremetan contra él.

—Me preocupé porque no atendías el teléfono. ¿Qué hacían? ¿Una orgía?

—Mide tus palabras —Stephanie se mueve y queda al lado de Mario—. Si vuelves a faltar el respeto de alguien aquí, te voy a enseñar a respetar —la amenaza.

—¿Quién te crees que eres? —interviene Ivana con tono despreciable.

—Ese no es asunto tuyo —responde mi amiga.

—¿Desde cuándo te volviste tan corriente, Mario Andrés? —pregunta Tiffany—. Entiendo que te sientas solo, pero... ¿esto? —señala a Tiffany de arriba a abajo.

—Ya, Tiffany, suficiente. Viste que estoy bien, te puedes ir a tu casa a dormir en paz.

—¿Estás escogiendo a estos por encima de mí?

—¿No te quedó claro? —interviene Stephanie.

—¡Yo no estoy hablando contigo, zorra de...

Stephanie le advirtió.

Le da una cachetada tan fuerte a Tiffany que Ivana la tiene que sostener. Extrañaba ver sus memorables cachetadas.

—Te lo advertí.

Mario se acerca a Tiffany para ver cómo está y luego mira a Stephanie de manera fría.

—Creo que tienes que irte —le dice a mi amiga.

—Igual lo iba a hacer —le responde—. Jonah, levántate que nos vamos —camina en mi dirección.

Pablo se acerca para ayudarme a levantar mientras Stephanie recoge las cosas de todos. Camino bajo la atenta mirada de Mario, mirada que me grita: quédate.

¿Cómo puedo hacerlo si está corriendo a Stephanie? Además, Tiffany no se iría estando yo aquí y no estoy con las fuerzas como para defenderme de un ataque de víboras.

Enséñame a VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora