Como lo esperaba, Mario se comió los tres granjeros de salchicha alemana más todas las papas a la francesa que sirvieron.
Es imposible comerse uno.
Entre risas y anécdotas de mi adolescencia, pasamos la noche. Es la segunda vez que nos reunimos a solas y solo hablamos de mi. Para la próxima, ya encontraré una forma de hablar sobre él.
Tanto disfrutar de la velada, que olvidé la hora y que mi teléfono estaba metido en la parte superior del traje. Mientras Mario va al baño, me levanto para tomar mi teléfono y ver la hora.
Son las diez de la noche.
Llamadas perdidas de Dilan, de Stephanie, de Lucas, de Manuel. ¡Dios!
Llamo a la chica que nos está atendiendo y pido la cuenta, mientras tomo mis cosas y las de Mario. Él sale del baño y se sorprende cuando me ve con nuestras cosas.
—¿Pasa algo?
—Son las diez de la noche. Debería estar en el bar.
—Puedo llamar a Manuel y decirle que no irás —extiende la mano y le entrego sus cosas.
—Ni lo pienses. Además de que estoy comprometido con Stephanie, ya está esperándome.
Su semblante cae un poco y se pone la parte superior de su traje de mala manera.
—Puedes... venir, si gustas —le invito.
La mujer llega con la cuenta y él la toma antes de que yo pueda hacerlo.
—Ni se te ocurra que vas a pagar todo eso tú solo —le advierto.
—¿Piensas atarme? —sonríe, dejando una tarjeta de crédito arriba de la bandeja con la cuenta sin verla.
Las ventajas de ser millonario.
—¿Vas a venir conmigo al club?
—La verdad, había quedado en ir a hablar con Tiffany.
Finjo sonreír y paso por su lado.
Claro, la novia. Nunca dejará de serlo.
Me toma por un brazo y me detiene.
—¿Qué pasa, Jonah? ¿Te molesta que vaya con Tiffany?
—¿Molestarme? —bufo—. ¿Por qué debería molestarme?
La mujer llega con la tarjeta de crédito y Mario me suelta para guardarla. Saco mi billetera con efectivo y se lo entrego a la mujer.
—Gracias por su buen servicio —le sonrío amablemente y camino a su lado para lograr escapar.
Una vez afuera, caminando a mi auto, Mario me detiene y me hala hasta un oscuro y solitario callejón. Me pega contra la pared y se acerca nuevamente hasta a mí.
—Creo que el vino te subió a la cabeza —intento empujarlo.
—¿Tú crees? Porque he intentando hacer esto sin alcohol en mi cuerpo —se acerca de manera peligrosa.
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Enséñame a Volar
RomanceCinco años han pasado desde que Jonah se mudó a La Gran Ciudad, la capital, para estudiar la carrera de sus sueños. Nadie le dijo que empezar de cero era fácil, pero nadie le dijo que era difícil. Sin su mamá, sin sus amigos, sin su primer amor. Jon...