Desde hace un mes volví a mi rutina de ir al albergue o al comedor hasta tarde. Mario cumplió su promesa y puso seguridad en el sitio, además hizo instalar cámaras al frente y en la entrada, mejoró la iluminación del sitio y hay un estricto control de las personas que entran a esos dos lugares.
Sabrina ha estado un poco distante porque su hermano mayor vino al país. Es un agente federal y está siguiendo el rastro de una mujer que le dicen La Mamba Negra. Algo sobre ella había leído como la viuda más joven y millonaria, ha tenido cinco esposos y todos mueren al lapso de un año por la misma causa: la mordida de una mamba negra.
Que exótica manera de matar.
Hoy terminamos el servicio comunitario y siento que me van a hacer falta estos niños. Quedé con Sabrina en venir cada cierto tiempo a verlos y hacer nuestra misma sesión de películas y cantarles.
Vamos a hacer una fiesta como le gusta a todo niño, donde no falten comestibles, gaseosas, juegos y un payaso, aunque yo les tenga pánico.
—Jonah, tenemos que hablar —Sabrina llega de repente y me hala a un sitio.
—¿Tan serio es que me llamas por mi nombre? —pregunto extrañado.
—Extremadamente serio. Sabes que he estado ocupada últimamente, ¿no? —asiento y prosigue—: Aproveché las influencias de mi hermano más unos contactos que tengo y he descubierto algunas cosas.
—¿Puedes dejarte de rodeos y terminar?
—Es que me gusta sentirme toda una federal. El punto es que ingresé la foto de tus asaltantes en un sistema que le prestaron a mi hermano los nacionales y me arrojó los nombres.
—Quiero saberlos —exijo.
—Cálmate. No tienen antecedentes por robo. Solo por posesión y consumo de drogas.
—¿Eso quiere decir...
—Quiere decir que fueron contratados para hacer ese trabajo.
Siento que el calor escapa de mi cuerpo y me causan náuseas sus palabras.
—¿Pero me querían matar y fallaron?
—No. Solo era robarte y golpearte... darte una lección.
Dejo escapar la respiración que estaba conteniendo. Si era para matarme, regresarían.
—¿Sospechas de alguien? —añade.
—No, ni idea. Yo tengo mi forma de ser, pero no tengo enemigos.
—¿Conoces a Adolf Fernández y a Alex Blanco?
—Me suenan. ¿Tienes...
Sabrina saca su teléfono y me lo entrega con una foto del grupo de Tiffany.
—¿Son ellos dos? —los señalo en la foto y ella asiente—. Quisieron acorralarme y los golpeé. Tiffany ese día me dijo: ya aprenderás a ubicarte.
Mierda. No puede ser.
—El hombre al que hice le sacaran la información fue quien dijo que ellos los contrataron. No dijeron nombres, pero los describieron y pensé en ellos. Le mostré esta misma foto y dijo que sí. Además, dijo el monto de lo que les pagaron y que fue en efectivo.
—No nos sirve esa información.
—Claro que sí. Revisé las cuentas de todos y el dinero salió de la cuenta de Tiffany. Fue entregado a los hombres el mismo día del retiro.
—¿Tienes un caso, agente Verástegui?
—No —se lamenta—. Probar que todo esto pasó va a ser difícil. Será la palabra de niños ricos y de gente influyente contra la tuya, sin ofender, y la de esos delincuentes.
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Enséñame a Volar
RomanceCinco años han pasado desde que Jonah se mudó a La Gran Ciudad, la capital, para estudiar la carrera de sus sueños. Nadie le dijo que empezar de cero era fácil, pero nadie le dijo que era difícil. Sin su mamá, sin sus amigos, sin su primer amor. Jon...