Mario Andrés
Junio es el mes que Tiffany y yo escogimos para casarnos. Decidí que era mejor así para no darle más largas al asunto.
Supe que Tiffany viajó a Europa por su vestido, ya tienen las lista de invitados y el lugar listo, los demás detalles no los sé. No me quiero meter mucho en el asunto.
Más allá de mi papá, no tengo más invitados. Mis conocidos son los mismos de Tiffany. Hablando de mi papá, estuvo muy inconforme con la noticia, más porque Martha le informó la clase de persona que es Tiffany.
Aún así, cuando dije no habría vuelta atrás, mi papá decidió venir al matrimonio, lo cual es un sacrificio para él porque no quiere venir a este país.
Reviso mi agenda y veo que hoy termina el servicio comunitario del que soy benefactor. Siempre que termino una obra de caridad, les regalo cosas que necesiten. En este caso, estoy seguro de que esos niños quieren juguetes.
Busco en mi teléfono el número de Sabrina, pues ella debe saber la cantidad de niños que hay y las edades. En el tercer tono, atiende.
—Hijo de Dios —atiende.
—Hola, bruja. Estuve viendo que hoy terminan el servicio comunitario.
—¡Sí! —confirma, efusiva—. Jonah y Dilan están organizando todo para hacerles una fiesta, un pequeño concierto, verán películas, esas cosas. ¿Por qué?
—Mandaré a comprar unos regalos para los niños. ¿Cuántos son?
—Treinta y tres niñas, dieciocho niños.
—¿Edades?
—Lleva juguetes y ya, Mario Andrés. Son niños que nunca han tenido algo y creeme que valoran hasta un vaso plástico con ruedas.
—Agresiva como siempre. ¿A qué hora empieza el pequeño concierto?
—Cinco y media. Nos vemos a esa hora, me tengo que ir —cuelga.
Me quedo viendo el teléfono en mi mano que ha sido cortado. ¿Qué estará haciendo esa inventadora?
Llamo a Carlos para que vaya a comprar los juguetes según el gusto con que le compra las cosas a sus hijos y aproveche a comprarle algo a ellos y los sobrinos. Son unos niños muy educados que tengo tiempo sin ver.
Respondiendo correos, pasando aprobaciones y órdenes, se me va la tarde. El club de Chueca va muy avanzado y está pautado para inaugurarse un día después de mi boda. Aún si quisiera ir, Tiffany sería una espinilla en el culo. Al que sí voy a ir es al de Ibiza, que será una semana después. Jonah gestionó la compra de un local desde aquí, algo que no lograron los empleados allá.
Mi guardaespaldas avisa que está abajo y apago todo para poder bajar. Faltan alrededor de una hora para que empiece el recital de Jonah, que es lo que quisiera ver.
Entro a la camioneta en el puesto de copiloto y voy con Carlos a llevar los juguetes de sus hijos y sobrinos primero, así aprovecho a saludarlos y agradecerle a su esposa por ser tan comprensiva con su esposo, que no importa la hora yo lo llame, va a mí rescate.
Cuando construí mis edificios, quise independizarme de Martha, así que la gigante casa que tenía para mí solo, se la dejé para que ella viviese con toda su familia que son: sus tres hijos, las esposas de cada uno de estos y sus nietos.
Como puedo, me libro de Martha que me quiere hacer comer de la cena que está sirviendo. ¿Por qué comen a las cinco de la tarde? Tengo que mentir y decir que voy a cenar en otro lado para que me deje salir.
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Enséñame a Volar
RomanceCinco años han pasado desde que Jonah se mudó a La Gran Ciudad, la capital, para estudiar la carrera de sus sueños. Nadie le dijo que empezar de cero era fácil, pero nadie le dijo que era difícil. Sin su mamá, sin sus amigos, sin su primer amor. Jon...