Capítulo 14

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Después de hacer el amor unas dos veces mas con Lucas, y el cual no fue más porque me duele el pene, se fue a su casa. Al pobre le costaba caminar. Dormí lo que quedó de mañana, me levanté a comer y volví a dormir.

Como tuve ensayo toda la semana y son las mismas canciones que cantamos la semana pasada, consideramos que no era necesario ensayar desde temprano en la fiesta. Por ese lado, me liberé de ver a Mario tanto tiempo.

Me ducho, me visto y me pongo mi corbatín para salir.

—Princeso, tenemos que irnos —toco la puerta de Dilan.

—Ya salgo —abre la puerta.

—¡Auch! —me quejo.

—¿Qué pasa? —se alarma.

—Es que me la pusiste dura.

—Tómame —abre los brazos como Cristo Redentor.

Lleva un pantalón negro, un saco dorado metalizado, corbata del mismo color y una camisa blanca.

Se ve demasiado apuesto.

Entre risas, regresa al espejo para hacer su ritual del perfume frente al espejo. Toma su teléfono y salimos del apartamento.

En el ascensor, Dilan ajusta mi corbatín. El transporte se detiene en unos pisos antes de llegar. Las chicas que dijeron Dilan y yo somos un desperdicio están dudosas de entrar. Mi amigo, quien sabe la historia y sus protagonistas, no pierde la oportunidad para hacer una broma.

—Oh, mi amor —me abraza—. Gracias por el mejor año de sexo que me has dado.

Ellas se quedan en su lugar, petrificadas. Cuando las puertas se cierran, Dilan y yo soltamos una carcajada descomunal.

Subimos al auto y salimos a La Gran Ciudad, la cual ya está sola por la hora y que la mayoría está en sus casas esperando al año nuevo. En el camino, Dilan parece un niño pequeño preguntando a dónde iremos con esta facha tan tarde y me hace reír cuando comienza a nombrar lugares insólitos.

—No me estás llevando engañado a casa de tu novio, ¿verdad? —me apunta con un dedo.

—No.

—¿Dónde vamos? —pregunta en un tono infantil.

Sonrío y no respondo. En cuestión de minutos, estamos en la zona Este de la capital, lo más trending. La cara de sorpresa de Dilan cuando estoy entrando al estacionamiento de The Island es digna de enmarcar.

Me presento con el señor de seguridad, quien aprueba que estoy en la lista de invitados, pero a mí compañero no lo quieren dejar subir. Después de tanto insistir, Alisha atiende y me dice que la espere para ayudarnos entrar.

—¿Qué yo soy tu qué? —pregunta Dilan.

—Quien te pregunte qué haces o quién eres, dices que eres mi Relacionista Público o mi Manager.

—Explí... ¡Ah!

Alisha interrumpe a Dilan tocando el vidrio de su ventana y lo hace gritar del susto. Los presento y ella luego va a hablar con el señor de seguridad para entregarle un pase. Ella sube al auto y nos detenemos cerca de la entrada.

Dilan no puede quitar su cara de asombro al ver el moderno edificio desde adentro. Seguro yo tenía esa misma cara la primera vez. En el ascensor, Alisha me cuenta que la mayoría de invitados ya llegaron, lista completa. No hay tantas personas como el primer evento, pero si hay bastantes.

Volteo a ver a Dilan, quien luce asustado. Tomo su brazo y lo atravieso por el ángulo del mío. El ascensor se detiene y las puertas se abren. Al salir, lo primero que me encuentro es lo último que esperaba encontrar.

Enséñame a VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora