[2] Solución de murtlap.

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Durante los primeros dos meses de clases hubo varios cambios. Harry empezó a recibir castigos con la cruel profesora Umbridge, que consistían en grabarse una frase en su propia piel con una pluma encantada.
Por las noches le dolía hasta el punto que se le saltaban las lágrimas. Pero se guardó todo para sí mismo y no les conto a sus amigos sobre este doloroso castigo.
Sabía que Hermione haría un escándalo innecesario y creía que si se enteraba otra persona, Umbridge ganaría.

Pero la continuidad de los castigos le impedía cicatrizar a la herida. Cada noche se abría y sangraba, ya que Harry no sabía sobre pociones curativas o un hechizo sanador. A veces la tentación de acudir a Madame Pomfrey era tentadora, pero ella haría más preguntas que su amiga.

Para colmo la torre de deberes era alarmante. El y Ron pasaban cada vez más tiempo en la biblioteca. Y todavía debía lidiar con la gente señalándolo y hablando a sus espaldas.

La única mejora era pociones.

Después de que Malfoy admitió que lo había ayudado, para sorpresa de Harry, cada vez que se equivocaba, Malfoy se lo señalaba por lo bajo.
Contrario a lo que había pensado, aun no era una tortura sentarse con él. Como por arte de magia había empezado a ignorarlo, tanto en clases como cuando se cruzaban en los pasillos.
Los demás Slytherin, sin embargo, seguían molestándolo, sobre todo Pansy Parkinson, quien le tenía especial inquina. Harry sospechaba que era la novia de Malfoy, pues solía ir colgada de su brazo, fulminando con la mirada a cualquier chica que pasara cerca.

Ese día regresaba del despacho de Umbridge bien entrada la noche. Lo había retenido más de lo normal, quizá para probarlo. Y gotitas de sangre corrían por la mano de Harry, manchando la mancha de su túnica, pero él no se daba cuenta, demasiado ocupado encontrando el camino a la torre de Gryffindor.
Pero al ir a subir una de las tantas escaleras se topó con un solitario Malfoy, sentado en un escalón y con expresión compungida. Apretaba un papel en su mano que se apresuró a esconder en su bolsillo cuando vio a Harry. Su mirada se dirigió a su manga chorreante.

-Estas sangrando-Dijo sorprendido.

Harry levanto su manga y maldijo. No se había percatado de la sangre que descendía por su mano.

-¿Estas herido?-Pregunto Malfoy, acercándose preocupado.

-No finjas que te importa, Malfoy-Dijo Harry cansinamente-Solo déjame ir a mi torre.

-Cualquiera me preocuparía si apareciera sangrando en la madrugada...

-¿Desde cuando eres buena persona?-Lo atajo Harry-Si finges preocuparte para verme llorar o algo así y después burlarte, ya puedes irme. No me pasa nada. Estoy perfectamente.

Draco noto el resentimiento y el sarcasmo en su voz.

-Solo quería ayudar.

-Yo no me trago tu papel de buena persona, Malfoy.

Harry se marchó con su rabia a su torre, donde tras quitarse la túnica y ponerse un pijama se metió a la cama. Lo enfurecía la extraña actitud del rubio. Aun si Draco fuera de pronto la mejor persona del mundo a él no le agradaría. Por dos frases amables no olvidaría los cuatro años de burlas dirigidas a él. La mayoría de las veces Malfoy mismo había incitado a los Slytherin a burlarse de él. Así que Harry no creía que fuera de pronto otra persona sin una razón.

A la mañana siguiente tenia ojeras profundas y llevaba guantes en ambas manos para tapar las letras en el dorso de su mano. Soporto las clases con paciencia a pesar de no escuchar nada de lo que le enseñaron ese día. Su cabeza estaba en otra parte.

Para su desgracia ese día tenia pociones. Tanto el cómo Ron estaban hartos de esas clases. Harry sospechaba que Ron lo pasaba mucho peor que él, que solo tenía que soportar a una persona. Ron estaba rodeado de todos los Slytherin, sentado al lado de Zabini. A veces escuchaba los comentarios maliciosos que le hacia Pansy y que eran coreados por Crabbe y Goyle. El plan de Snape funcionaba por ese lado.

La Tregua [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora