(Advertencia de contenido)
El castillo, a medianoche, estaba extraordinariamente silencioso.
Harry estaba acostumbrado a vagar a esas horas, sobre todo lo habia hecho el año anterior.Sintió la familiar puntada en el pecho al llegar a su mente recuerdos de esos días, donde se colaba a la habitación de… Mejor no pensar en él. Sabía exactamente como terminaría eso. Se distrajo mirando los cuadros que adornaban los pasillos mientras caminaba sigilosamente, aunque era difícil que alguien lo encontrara, cubierto por su capa.
El pelinegro había olvidado la existencia del peculiar baño de prefectos en el quinto piso donde se había bañado en cuarto año con su huevo de oro. Recién el día anterior, en una conversación con Ron, donde el pelirrojo enumeraba las ventajas de ser prefecto por tercera vez, habia mencionado el lujoso baño y Harry habia recordado que como capitán del equipo de quidditch tenía derecho a usarlo.
No sabía de dónde venían esas ansias de ir, quizá sus ganas de estar solo y dar rienda libre a sus lágrimas por una vez lo empujaban. Venia fingiendo una sonrisa hacía semanas y empezaba a estar harto, sobre todo de las miradas de lastima de Hermione cada vez que cruzaban a Malfoy. Y Harry se desesperaba más y más en esas ocasiones, viéndolo tan ojeroso y delgado.
Al llegar a la estatua de Boris el Desconcertado, en el quinto piso, Harry se deslizo por la puerta de madera a la izquierda de la estatua, que se abrió con un crujido. El baño seguía exactamente igual, el mármol inmaculado y las canillas de oro reluciendo, pensó mientras se despojaba de la capa invisible. Algo de eso lo consoló, quizá porque podía sentirse en cuarto otra vez, a punto de afrontar la peligrosa segunda prueba, pero sin el maldito corazón hecho pedazos.
Se desvistió en la semi-penumbra, ya que había algunas antorchas encendidas pero proyectaban grandes sombras sobre la pared, creando la ilusión de cierta oscuridad. Dudo sobre desnudarse completamente, ya que la vez anterior Myrtle había aparecido de improviso, pero ahora era de madrugada y era imposible que otra persona entrara allí, aunque fuera un fantasma. De todas formas, mientras abría numerosos grifos, llenando la piscina de espuma, decidió no arriesgarse y se sumergió en el agua con su bóxer puesto.
Inmediatamente se relajó por el agua caliente y se quitó los anteojos para dar un par de brazadas en la piscina de mármol. Cuando se cansó se recostó contra una pared a regular su respiración. Ron tenía razón, aquello era relajante y justo lo que necesitaba. Ahora sentía sus músculos relajados, aunque su corazón seguía pesando. Supuso que le costaría deshacerse de ese sentimiento de pesadez.
El vapor que emanaba el agua lo relajo y sin darse cuenta empezó a adormecerse. Su cabeza se apoyó inconscientemente en el borde de la piscina y el sueño lo invadió. Poco a poco se le cerraron los ojos, ya que hacía varias noches no lograba dormir y las ojeras sobresalían bajo sus ojos verdes.
Entreabrió los ojos bruscamente la escuchar un leve sonidito. Sin anteojos veía considerablemente borroso, pero no le costó distinguir a la cabellera rubio platino. Se incorporó bruscamente y manoteo sus anteojos. Draco lo observaba dubitativamente desde la puerta del baño.
°•°•°•°
Draco cumplía con su ronda de prefecto, acompañado por Pansy, ambos llevando sus varitas iluminadas para descubrir posibles estudiantes fuera de sus camas. Últimamente apenas tenían tiempo para sus obligaciones, pero las rondas eran impostergables. Caminaban lentamente, cansados, con los brazos entrelazados, como apoyándose uno en el otro. Entonces, en el quinto piso, oyeron un ruido suave, que de no ser por el sepulcral silencio no habrían distinguido.
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La Tregua [Harco]
FanficHarry y Draco siempre fueron enemigos, ¿Verdad? Llega quinto año y Harry se encuentra con una sorpresa al volver a Hogwarts: Su mayor enemigo no parece odiarlo como antes. 《Y pensar que todo habia empezado por una tregua》 Créditos de la hermosa...