Harry confiaba en que tendría que esperar a regresar a Hogwarts para toparse otra vez con Draco Malfoy.
Una parte de él lo deseaba así, si, ya que el hecho de pensar en verlo le congelaba la sangre en las venas. Pero otra parte, pequeña y estúpida, deseaba verlo con unas ansias de tamaño angustiante.
Los últimos días habían sido eso básicamente, sus dos partes debatiéndose entre las dos opciones, atemorizado ante su regreso al mundo de los magos, ya que hacía unos días que convivía con los Weasley, después de que Dumbledore lo rescatara de la casa de los Dursley. Afortunadamente Dumbledore no habia hecho preguntas sobre su aspecto demacrado, ya que Harry estaba seguro que el anciano director sabía lo que habia ocurrido entre ellos dos.
El chico estaba mentalmente preparado para ver a Draco en Hogwarts o al menos eso se decía a el mismo para convencerse
Le dolería, lo sabía, pero saber cuándo exactamente tendría que afrontar los resultados de sus acciones para protegerlo le daba cierta paz. Ya habia tenido bastante en el verano, llorando durante las noches y deseando con todas sus fuerzas enviarle una lechuza a Draco, contándole la verdad.
Afortunadamente Hermione habia logrado, a base de cartas presionándolo, que le contara la razón de su tristeza, patente en su forma de escribirle a sus amigos. O mas bien, de no escribirles. Se habia mostrado comprensiva al respecto y a Harry le ayudaba desahogarse con su amiga. De otra forma, la ruptura con Draco y la muerte de Sirius hubieran sido demasiadas emociones para él.
Ahora, con ambos en la madriguera, aprovechaban cuando Ron se distraía y conversaban al respecto. Justamente el día anterior su amiga le habia preguntado cómo se sentía con volver a Hogwarts. La habia evadido y habia convencido a Ginny de jugar un poco de quidditch con él para distraerse.
Tal vez debería haber hablado con ella, pensó al día siguiente, cuando la peor de sus pesadillas (o el mejor de sus sueños, no lo sabía) se hizo realidad y sintió como las emociones le bloqueaban la garganta. No estaba preparado de ninguna manera para encontrarse con Draco de improviso en la tienda de túnicas de Madame Malkin.
Los tres amigos, Harry Ron y Hermione, habían entrado a la tienda despreocupadamente, Harry con cierto humor sombrío que le era común ostentar últimamente.
A primera vista la tienda parecía vacía, pero tan pronto la puerta se hubo cerrado tras ellos, oyeron una voz conocida detrás de un perchero de túnicas de gala con lentejuelas azules y verdes.-… ningún niño, por si no te habías dado cuenta, madre. Soy perfectamente capaz de hacer las compras por mi cuenta.
El corazón de el moreno se detuvo oficialmente, ya que hubiera reconocido en cualquier parte esa voz suave y que arrastraba las silabas.
Alguien chascó la lengua, y luego una voz que Harry, en medio de su letargo, identificó como la de Madame Malkin dijo:
-Mira, querido, tu madre tiene razón; en los tiempos que corren no es conveniente pasear solo por ahí, no tiene nada que ver con la edad…
-¡Quiere hacer el favor de mirar dónde clava el alfiler!
Draco Malfoy, de hermosas facciones afiladas y cabello rubio platino, salió de detrás del perchero. Llevaba puesta una elegante túnica verde oscuro con una reluciente hilera de alfileres alrededor del dobladillo y los bordes de las mangas. Dio un par de zancadas, se colocó ante el espejo y se miró; tardó unos instantes en ver a Harry, Ron y Hermione reflejados detrás de él, y entonces entrecerró sus ojos grises, sin dejar que ninguna chispa de reconocimiento se reflejara en ellos, pese a que el último año se habia llevado bien con los Gryffindor. Por lo menos con Hermione.
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La Tregua [Harco]
FanfictionHarry y Draco siempre fueron enemigos, ¿Verdad? Llega quinto año y Harry se encuentra con una sorpresa al volver a Hogwarts: Su mayor enemigo no parece odiarlo como antes. 《Y pensar que todo habia empezado por una tregua》 Créditos de la hermosa...