[28] Amortentia y sus efluvios.

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Cuando despertó, al día siguiente, por unos segundos a Harry le costó distinguir donde estaba, antes de ver los cortinajes escarlatas.
Se habia acostumbrado a despertar viendo por la ventana del cuarto de Ron, en la madriguera.

Resoplo, tallándose los ojos con los puños para despabilarse. La noche anterior le habia costado dormir, con una mezcla de emociones contradictorias.

Odiaba a Draco por haber intentado mandarlo en un tren a Londres, pero también estaba triste por el trato recibido. No esperaba una gran recibida, pero al parecer su trabajo habia sido demasiado bueno. Habia conseguido que Malfoy lo odiara con toda su alma. Debería estar contento, ya que habia sido lo que pretendía, pero no se sentía bien. Si no fuera por una oportuna Tonks, ni siquiera estaría en Hogwarts. Tendría que haber vuelto con los Dursley, con la nariz rota y sin poder usar magia.

Su malhumor le duro todo el día, considerando una tortura medieval tener que soportar a Snape como maestro de defensa contra las artes oscuras. Tal como habia sospechado, en sexto año era raro tener un rato libre, como comprobó en el primer día, donde ya le habían mandado a hacer dos redacciones.
Ron y Hermione ya cruzaban miradas detrás de su espalda por su falta de entusiasmo para cuando se dirigieron a las mazmorras.

Tener que bajar allí le provoco una avalancha de recuerdos, aumentando su irritabilidad.  Para colmo, como comprobó mientras entraban al aula de pociones, eran tan pocos los alumnos que  iban a cursar el nivel de ÉXTASIS que estaban todos sentados más cerca de lo usual.

Las mesas estaban dispuestas para cuatro, así que Harry se apresuró a ocupar la primera que vio libre con sus dos amigos y los acompaño Ernie Macmillan, un Hufflepuff que le agradaba bastante.

Sin embargo, para desgracia de Harry, su mesa delimitaba con la que ocuparon cuatro Slytherins, Draco, Zabini, Nott, con su habitual expresión desagradable y la chica rubia que Harry habia chocado en el tren.  Lo único que separaba a Harry del rubio era la chica, también rubia, sentada en medio de los dos, con expresión de aburrimiento.

La mazmorra ya estaba llena de vapores y extraños olores, lo cual no sorprendió a los alumnos. Harry olfateo con interés los calderos que estaban frente a ellos en exhibición, de donde salían vapores.

El caldero más cercano a su mesa tenía algo dorado que rezumaba uno de los aromas más seductores que Harry había inhalado jamás, pero que por desgracia no le costó reconocer: una extraña mezcla de tarta de melaza, palo de escoba y un exquisito aroma a vainilla, mezclado con loción cara. Miro a su alrededor, donde todos parecían tener una sonrisa en la cara.  Ron le dio una sonrisa perezosa, mientras que Hermione estaba levemente ruborizada . A él no lo alegraba sentir ese perfume, ya que más que hacerlo feliz le dolía, relacionándolo con las noches durmiendo en la cómoda cama del Slytherin.

No se preguntó la procedencia del persistente perfume, suponiendo que simplemente estaba oliendo a Draco con colonia de más, hasta que Slughorn pregunto si alguien sabía que era la poción del primer caldero, la dorada frente a él.

-He preparado algunas pociones para que les echéis un vistazo-Les dijo el profesor- Es de esas cosas que deberíais poder hacer cuando hayáis terminado el ÉXTASIS. Seguro que habréis oído hablar de ellas, aunque nunca las hayáis preparado. ¿Alguien puede decirme cuál es ésta?

Señaló el caldero más cercano a la mesa de Harry. La mano de Hermione se alzó inmediatamente, acompañada por la de Draco. Slughorn señalo al rubio mientras la castaña arrugaba la nariz. No estaba acostumbrada a que alguien fuera mejor que ella en las clases.

-Es Amortentia, señor-Dijo con parsimonia el rubio.

-Es el filtro de amor más potente que existe-Añadió Hermione, al parecer desesperada por demostrar sus conocimientos.

La Tregua [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora