[43] Un milagro.

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Cuando Harry volvió del trabajo, esperando encontrar a Draco repuesto o al menos con cierta mejoría, lo encontró muy enfurruñado, siendo obligado a tomar una poción que se veía tan asquerosa y espesa como la poción multijugos. Draco sonrió cuando vio a su novio, sabiendo que sería más fácil de persuadirlo para no tomar aquello.

— ¡Harry! —Se quejó Hermione—. Draco no quiere beber la poción. 

— ¡Huele mal!

— ¿Poción de qué?—Inquirió Harry, quitándose el uniforme de auror dejando a la vista su ropa muggle.

—Es poción para las náuseas—Explico la chica, distrayéndose momentáneamente para evitar que Rose se tragara un juguete—. La bebí durante mi embarazo, ya que el primer mes tuve nauseas. No creo que remedie lo que sea que tiene Draco, pero al menos evitara que siga vomitando.

— ¡No quiero esa basura! —Se quejó Draco, haciendo suspirar a Hermione.

—Fíjate, ya estoy lista para tener otro hijo, si estuve todo el día lidiando con dos niños y sobreviví...

— ¿Vomitaste de nuevo ? —Pregunto Harry, preocupado, mirando a su novio, que se encogió de hombros.

—Tres veces en lo que va del día—Lo acuso Hermione—. Y se niega a tomar esto, técnicamente es para embarazadas, pero ayuda con las náuseas y…

Hermione se calló mientras Harry acariciaba el rostro de Draco con ternura y se disculpaba por haber ido a trabajar. El cerebro de la chica trabajaba a toda velocidad, totalmente distraída con un pensamiento que habida llegado a su mente. Se quedó mirando a Rose, que balbuceaba cosas sin sentido mientras una idea se formaba en su mente. Era casi improbable, pero si había una mínima posibilidad…

—Por merlín…—Susurro exaltada—. Harry, creo que podría saber lo que ocurre con Draco…

— ¿Oh, crees que puedo estar enfermo del estómago? ¡Que inteligente! —Se mofo el rubio, pero Hermione no le prestó atención.

—Necesito que vayamos a San Mungo para comprobarlo, ¡ya!

Harry se asustó al ver la expresión de urgencia de su amiga mientras lanzaba su patronus, la pequeña nutria plateada— ¿Qué ocurre, Hermione? —Pregunto alarmado.

La chica no le respondió y bajo por la escaleras para volver a los segundos sin su hija en brazos.

—Rose se quedara con Ron. Vámonos.
Draco salió a regañadientes de la cama para ponerse una túnica, combatiendo las náuseas que lo asaltaban.

— ¿Puedes decirme que ocurre? —Gruño.

—Temo equivocarme —Admitió la chica y los dos hombres la miraron preocupados—. Necesito una opinión profesional…

Como Draco  no quiso aparecerse para no empeorar sus nauseas, volvieron a usar la red flu para acceder a San Mungo. Se tambalearon fuera de la chimenea en el vestíbulo, Draco abrazado a Harry para no caerse. La recepcionista, mirándolos con aburrimiento propio de estar acostumbrada a ver gente en peores condiciones, llamo a un medimago con eficacia.

— ¡Vaya, Señor Malfoy, otra vez aquí!—Dijo con alegría el medimago que vino en su rescate y Draco recordó que era uno de los que lo habían revisado la última vez, cuando habia llegado a San Mungo inconsciente.

Otra vez hicieron esperar a Harry afuera, que echaba chispas al ver como el medimago ayudaba a andar a Draco. Hermione tuvo que recordarle que esa ayuda era estrictamente profesional para calmarlo, pero pronto lo dejo allí, solo y enfadado, una peligrosa combinacion.

La Tregua [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora