La Tregua [Harco]

[47] Lo más valioso.

Más por precaución que por otra cosa, todas las semanas Draco acudía a San Mungo, donde se encargaban de revisar que todo estuviera bien con él y con él bebe. Harry fielmente esperaba fuera en cada revisión, con arrugas de preocupación en su rostro hasta que Draco salía y le aseguraban que todo marchaba bien.

Charles, el amable medimago habia accedido a seguir ocupándose personalmente de Draco, detalle que a Harry no le gustaba una pizca.
Primero, habia discutido con Draco sobre el tema, alegando que el medimago era joven y sin experiencia. Habia tenido que cambiar su estrategia cuando Charles les hablo sobre sus diversos estudios, dejando en evidencia que estaba más que preparado para ese arriesgado trabajo; aun Hermione no habia obtenido respuestas sobre casos anteriores de embarazos masculinos.

Lo poco que sabían, era gracias a Grindelwald, pero inevitablemente, Harry seguía  preocupado. Lo aterraba la idea de que algo saliera mal, lo que era una posibilidad y la idea de perder a Draco o a su bebe en el proceso lo devastaba.

—Todo parece marchar bien—Declaro Charles, después de haber revisado a Draco en San Mungo usando un aparato muggle. En la pantalla se veían unas difusas imágenes, que Draco contemplaba con el ceño fruncido, sorprendido por la tecnología muggle—, tiene el tamaño normal de un bebe de dieciséis semanas—Señalo un punto dela imagen, que ambos contemplaron, confundidos.

—Perdone, pero, ¿Dónde está él bebe? —Inquirió Draco, mirando confuso la pantalla.

Charles contuvo la risa a duras penas y señalo un punto en la pantalla.

Entonces, Harry pudo distinguir al pequeño bulto que era su hijo y sintió un nudo de emoción en la garganta. Le parecía imposible sentir tanto cariño por alguien a quien no conocía aun y que no habia nacido, pero en ese momento podía asegurar que haría cualquier cosa por él. Después de todo, sería una perfecta combinacion de Draco y el.

Con las lágrimas pugnando por salir, se volvió hacia Draco, apretando afectuosamente su mano.

Draco seguía mirando a la pantalla con el ceño fruncido y levanto una ceja al ver a Harry al borde de las lágrimas.

— ¿Qué sucede? —Pregunto. Ambos ignoraron a Charles, que a esa altura, no podía disimular su risa silenciosa.

—No lo sé—Harry se apresuró a limpiarse una lagrima que se escapó tras sus anteojos—, creo que es la emoción de verlo y saber que es real…

Bajando el tono de voz, Draco se acercó a Harry, con una mueca molesta.

—Harry, yo… umm…

— ¿No puedes verlo, verdad? —Harry soltó una risita llorosa.

— ¡No te atrevas a reírte, Potter! —Gruño el rubio al verlo reírse, fulminándolo con la mirada.

Conteniendo las carcajadas, Harry le mostro al bebe. Draco asintió y sonrió, mirando la pantalla con el ceño fruncido, pero su prometido supo que no lo habia visto. Sin embargo, fingió no percatarse de ese detalle y actuó como si nada hubiera pasado.

—0—

Saliendo de San Mungo, Harry se quitó su bufanda y la enrollo alrededor del pálido cuello de Draco, descubierto y expuesto al aire frio de Londres. Mientras le daba vueltas para no dejar ningún resquicio por donde entrara aire, de pie delante de él, vio su mirada gris perdida entre la gente. Siguiendo el curso de su mirada, vio a una mujer muggle con una niña de la mano, cargadas de compras.

Cuando volvió su mirada a Draco, este habia desviado la mirada al suelo.

— ¿Qué sucede? —Pregunto, jugueteando con el extremo de la bufanda y buscando conectar sus miradas.