[21] Bengalas Weasley.

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A pesar de que el rubio y sus amigos le habían repetido muchas veces que no era su culpa, Harry no podía evitar culparse por lo sucedido hacia un rato en el despacho de Dumbledore.

Tal era el desconcierto de Ron ante la noticia de la marcha del director que ni siquiera le había prestado atención a Malfoy cuando entraron juntos con cara de abatimiento.

Harry, una vez sentados, había estado a punto de ir a abrazar a su novio, pero después había recordado que aún no había hablado con su amigo y se habían conformado con sentarse en el mismo sofá, a una distancia prudente de Draco.

-No es muy propio de Dumbledore abandonarnos en el peor momento-Reflexiono Ron, sentado en una butaca junto al fuego.

Se encontraban en la sala de Gryffindor, ya que como era casi la madrugada no había nadie que molestase al Slytherin.

-De hecho... en segundo paso lo mismo-Le recordó Hermione, que estaba sentada del otro lado de Harry y contemplaba, pensativa, el fuego.

-¡Pero lo obligaron a marcharse!-Salto Harry-Ya se los dijimos, tuvo que aturdirlos a todos para huir, aun a Kingsley, que es...-Miro a su novio de reojo, recordando que la Orden era confidencial-...Es bueno-Completo.

Por suerte nadie se había dado cuenta de su metedura de pata.

-Yo me voy a la cama-Declaro Malfoy, poniéndose de pie-Algo me dice que mañana va a ser un día difícil.

Ron no se inmuto por esa declaración, Hermione hizo un gesto vago de saludo y Harry maldijo por no poder marcharse con él o que se quedara a dormir. Se limitó a mirarlo con remordimiento y Malfoy asintió en su dirección antes de irse, caminando elegantemente.

Verlo irse empeoro el malhumor de Harry.

••••••••

En el desayuno, Malfoy no estaba en su mesa, así como en la clase de transformaciones.

Harry estaba desesperado por verlo, notablemente preocupado. Al menos eso lo hacía olvidar en parte el hecho de que ahora Dolores Umbridge ocupara la cabecera de la mesa de los profesores. Esa mañana había salido un nuevo decreto inquisitorial comunicando que la profesora sustituía a Dumbledore como directora. Ahora de lo único que se hablaba en los pasillos era de la huida del director.

Recién saliendo de Botánica con sus amigos y Ernie Macmillan para dirigirse al castillo, aprovechando el breve recreo y luego acudir a Cuidado de criaturas mágicas, logro distinguir a la cabellera rubia que había buscado todo el día.

Estaba susurrándose cosas con Blaise y con una patente cara de desagrado en el rostro.

Mientras Ernie y los Hufflepuff volvían al castillo, los Gryffindor caminaron con los Slytherin hacia el linde del bosque. Harry no logró contener sus ganas de verlo y se acercó a él tratando de lucir indiferente.

Hogwarts se había acostumbrado a verlos como amigos, pero ahora todo era diferente y Harry creía que su cara los delataría. Cualquiera que lo sorprendiera mirando a Malfoy distraído podría percatarse según él.

La expresión de odio puro que lucia Malfoy se diluyo cuando vio al pelinegro. Le sonrió, mientras Blaise lo observaba con curiosidad.

-¿Por qué no fuiste a desayunar?-interrogo Harry, conteniéndose para no hacer un gesto cariñoso, aunque, mientras caminaba a su lado, dejo que su dorso con cicatrices rozara la piel suave del rubio.

Blaise soltó una risita sin motivo alguno-Vaya, la novia celosa-Dijo.

Harry le enseño el dedo del medio.

La Tregua [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora