La Tregua [Harco]

[29] Los beneficios de las borracheras, por Ron Weasley.

Mientras que en otras ocasiones lo días pasaban con lentitud, ahora parecían ir demasiado rápido. Harry se preguntaba como absolutamente todo se le habia vuelto tan rutinario y veloz.
Se sentía algo estresado entre la cantidad monumental de deberes, los entrenamientos de quidditch y las clases particulares con Dumbledore. A veces agradecía distraerse, ya que no le permitía sumirse en el estado en el que habia estado todo el verano, buceando en su tristeza.

Sorprendentemente, últimamente estaba pasando más tiempo con otras personas que con sus amigos. Una de las principales era Ginny, que habia recuperado su alegría después de que su novio terminara con ella y a veces lograba contagiarle un poco, al menos haciéndolo sonreír. En algunos ratos libres escapaban a la cancha de quidditch y jugaban a perseguir una snitch que Harry habia ganado en un partido hacía varios años. A veces Ron se unía y le parecía estar de vuelta en la madriguera.

Y otra persona que de pronto parecía ser la única que lo comprendía o al menos no lo atormentaba era nada menos que Daphne Greengrass. Una tarde, mientras atardecía, Harry habia ido a pasear al lago para estirar las piernas después de estudiar varias horas seguidas con Hermione. Habia encontrado a la chica rubia de Slytherin con un gorro negro calado arriba de su cabello rubio  y estaba descalza, con los pantalones subidos hasta las rodillas, metiendo los pies en el lago. Que Harry recordara era la primera chica que veía usando pantalones en Hogwarts. Las demás chicas, debajo de la túnica, llevaban pollera y medias, pero ella lucia pantalones, evidentemente hechos a su medida, con la camisa entreabierta y arremangada.

— ¿No te da miedo el calamar?—Le habia preguntado y ella no se habia sobresaltado, pese a que estaba de espaldas.

—Es demasiado gordo para llegar a la orilla—Le habia contestado sin mirarlo.

Harry se habia sentado en una roca a ver como atardecía, acompañado por la callada chica que seguía con los pies dentro del algo. Cuando las ultimas luces se habia ido, Daphne se habia sentado cerca suyo con su expresión hosca habitual.

—Dime, Potter, ¿Qué haces tú aquí fuera a esta hora?

Harry se habia encogido de hombros. Daphne lo habia escrutado atentamente con sus ojos verdes, que si lo pensabas, eran parecidos a los suyos.

— ¿Extrañas a Draco?—Habia preguntado sorpresivamente y calmo a Harry con un gesto—. Tranquilo, no hare preguntas sobre que paso entre ustedes dos. No me interesa, en realidad.

—Si—Admitió Harry sin cuestionarse porque estaba siendo sincero con esa chica.

La rubia no pregunto ante su afirmativa y se limitó a asentir silenciosamente. Cuando estaba con ella, habia más silencios que conversaciones, pero algo en ella le agradaba. Le recordaba a Luna, salvo que Daphne no era distraída ni parecía un poco chiflada como la Ravenclaw. Era inteligente, pero tenía un distinguible aire rebelde y no se la veía casi nunca en compañía de otra persona.

Ese día, cuando la noche ya habia caído, la chica y el habían caminado hacia el castillo, Daphne descalza y se habían metido silenciosamente, ya que habían quebrado el toque de queda. Se separaron sin decir palabra para ir cada uno a su dormitorio.

Después de eso, Harry bajaba algunas tardes al lago y la encontraba allí, a veces con los pies en el lago y otras leyendo. Habia aprendido que no era buena idea hacerle una pegunta directa, pero si él le contaba algo, ella le respondía la mayoría de las veces.

(...)

Un día volvía del entrenamiento con Ginny y la vio debajo de un árbol, aprovechando la sombra. Le habia hecho una seña a Ginny y habían ido a su encuentro. Por suerte, la pelirroja no habia hecho preguntas y Daphne tampoco. Ese día llevaba su largo cabello rubio recogido en una coleta y lo amarraba con su corbata de Slytherin.
Se quedaron allí, él y Ginny charlando de nimiedades y la otra escuchándolos a medias. Le gustaba que ninguna de las chicas hacia jamás preguntas innecesarias sobre su humor o le sonsacaba lo que pensaba solo por verlo callado, como solía hacer Hermione.