T H R E E

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La alarma de mi celular suena y trato de no soltar una maldición, ayer me había desvelado hasta tarde viendo una serie en Netflix.

Me estiró aún sentada en la orilla de la cama y pienso seriamente si ir al gimnasio, no creo necesitar las terapias ya.

Pero después de varios minutos pensando me paro y acomodo la ropa que me iba a poner para ir a la universidad y finalmente me preparo para ir al gimnasio.

Cuando llegará de allá solo tendría que ducharme e ir a la universidad.

Tomo el desayuno y tomo el manojo de llaves de Dylan sin que lo noté y decido ir en mi auto solo porque he perdido tiempo pensando en que haría.

Las terapias pasan rápido, tal cual como lo pensaba, y por terminar de pasar el tiempo aquí me pongo a correr un poco en una de las máquinas.

No estaba tan rápida, diría que estaba en una velocidad lenta, aún me da un poco de miedo volverme a caer, y ahora en un lugar en donde las personas se concentran en lo que hace.

Veo la hora en mi celular y decido ir a casa, secó las gotas de sudor que recorren mi cara y tomo agua.

—Allyson —me volteo de inmediato y veo la persona que me llama de arriba a bajo—, ¿Cómo has estado? —pongo los ojos en blanco.

No había notado lo alto que era, siempre supe que era mucho más alto que yo, pero frente a mi era como tener un rascacielo. El parecía triplicar mi tamaño.

Pero ese pensamiento se esfuma cuando la poca culpabilidad que me había entrado ayer por pensar que era uno más del montón de las personas que se le había subido la fama a la cabeza se esfuma rápido a penas me pregunta eso, ¿A caso no merecía una disculpa antes de esa pregunta? Además el sabía cómo estaba, después de lo de ayer me había observado bien, como yo a él.

—Bien. —digo tajante y el levanta una ceja con incredulidad.

Y de paso es sínico.

¡Si! Muy fuerte la palabra pero ¿Por qué pone esa cara? El sabía muy bien que lo de ayer había sido una actitud malcriada y despreciante, si el ofreció olvidarnos lo de la noche de hace unos meses tendríamos que haber quedado como un cantante con su fan, o al menos la "confianza" que al menos podíamos tener hasta ayer.

—Tengo tus llaves —frunzo el ceño—, las dejaste en mi casa, apenas y me di cuenta ayer.

Era muy orgullosa para pedirselas de vuelta, y no lo haría.

—Te las puedes quedar. —sonrío sin una pizca de gracia y la extrañeza en su rostro me hace sentir genial.

Desgraciadamente me hace sentir tan bien llevar el control de todo, y más cuando se que estoy en lo correcto.

—Bien, si cambias de opinión puedes ir a buscarlas a mi casa, pero ten en cuenta que sea una hora prudente para hacerlo, ya conoces mis razones. —dice para dar por finalizado la conversación y tan solo nos vamos cada quien por su parte cuando nos damos una mirada fugaz.

Jodido, eso era lo que lo definía a el, y a la situación de ayer y obviamente la de hoy siquiera había nombrado lo que sucedió ayer, y por lo tanto tampoco se había disculpado, y tampoco tuvo la intención de hacerlo, realmente ya no me importaba tanto el manojo de llaves, no aceptaría nada de una persona así.

¿Acaso no le importaba nada más que el y su estúpida vida privada? Que ni tan privada es, estoy muy segura que buscando en internet puedo conseguir hasta cuántos pedos se hecha al día si es posible.

Sin pensarlo mucho me dirijo a casa y de nuevo me encuentro con Dylan fuera de casa, pero está vez en pijamas y descalzo.

—¡Podías avisarme que las tomarias! —dice cuando estoy fuera del auto.

High Hopes H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora