N I N E

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—¿Siempre eres tan distraída? —pregunta buscando algo.

Después de haber llegado me ofreció una toalla para por lo menos secar mi cabello y no morir del frío.

—Me caigo con facilidad —veo mi mano un momento y pongo la toalla encima de ella para que deje brotar la sangre—, de pequeña me enyesaron dos veces el brazo derecho una vez el izquierdo y una vez una pierna y no es porque tenga los huesos frágiles o algo por el estilo solo me caigo.

El me mira extrañado mientras se dirige hacia mi con un frasco de alcohol, algodón y un pañuelo.

— ¿Cómo pudiste tener tantas fracturas sin ser distraída? —me molesta y ruedo los ojos divertida.

—Si mal lo recuerdo la primera fractura no fue por distraída, mi hermano estaba manejando su bicicleta y tenía como cinco años y como dieciséis y iba a toda velocidad y bueno yo iba corriendo a buscar no se que y ¡Pum! Ya formaba parte de la bici —digo recordando ese momento—, mi papá es doctor y siempre me ha dicho que ese golpe que me dió Dylan fue para que me causará hasta una fractura de clavícula, pero solo fue el brazo.

—¿Dylan? —pregunta y lo veo un momento.

—El es mi hermano. —explico.

—Lo se, el rubio ojos claro que no se parece nada a ti —rio inmediatamente y asiento con la cabeza, Dylan era la santísima expresión de mi papá, ojos claros y bastante claro de piel—, pero en actitud —suelta u suspiro—, idénticos.

—Tu no puedes hablar mucho —lo veo y tomo una larga respiración—, me sacaste de tu casa y a los cinco minutos ya estabas afuera buscándome.

—Almenos me retracte, tu llegaste acá con esa cara de pocos amigos y me hiciste sentir mal por pedirte tu número. —dice y me siento un poco mal por eso.

—Bueno lamento decirte que aún así no lo obtendrás —hago una mueca y me ve extrañado—, ya no tengo celular. —lo saco del bolsillo de mi pantalón y el ríe.

—Ponlo en arroz. —una carcajada me asalta.

—¿Acaso has metido un celular en arroz en tu vida Harry? —pregunto riendo—, ¿Fue un Nokia o qué?

El baja un poco su expresión de gracia y me ve un poco severo y de nuevo me siento culpable y confundida, yo sabía que le molestaba los comentarios así.

—Dame tu mano Allyson. —dice serio y me siento incómoda nuevamente.

—No lo dije de mala intención —explico buscando su mirada—, Harry, lo siento. —digo cuando por fin consigo que me vea.

—No lo hagas —se encoge de hombros y extiende su mano—, pásame tu mano Allyson.

—No, ¡Estoy bien! —digo alejándome de el, estaba también comenzando a enojarme—, ¡Por Dios no lo dije de mala forma para que pongas esa cara!

—No he puesto ninguna mala cara. —contradice y ruedo los ojos.

—Bueno, ¡Te enojaste! —digo exaltada y es su turno de poner los ojos en blanco.

El aún sigue con su mano extendida, esperando a que yo le pase mi mano para curarla, pero no lo dejo.

—Si estuviera enojado no te estuviera hablando, tenlo por seguro. —aun suena serio y ya mis opciones se acaban para que deje de estar molesto o lo que realmente tenga, porque no entiendo.

—No lo dije de mala intención —repito—, ¿Acaso no me crees? —lo veo y el vuelve a poner los ojos en blanco y yo me encojo de hombros ¿Qué tengo que hacer? ¿Arrodillarme?

—No le des la vuelta al juego. —dice y me siento más culpable y un poco más molesta ¿Creyó que fue una manipulación?

—¿Cómo voy a manipular a un cantante? —digo y la expresión en su cara muestra molestia también.

—Yo nunca dije que me estuvieras manipulando. —dice viéndome fijamente.

—Pero lo quisiste decir, no eres el primero en utilizar esa oración Harry. —digo alejándome de el cada vez más.

Me estaba haciendo llegar a mis límites, sabía que le había molesta mi comentario, pero me había perdonado y el seguía con esa cara de perro.

—¿Qué más quieres que haga? —digo ya un poco exasperada—, ¿Qué puedo hacer para que quites esa cara?

—¡Esperar! —el me ve también exasperado—, por más que intentes tratarme como alguien normal, no lo haces Allyson —dice como si fuera mi culpa, pero simplemente aún en mi mente no entraba como el se había vuelto tan cercano en tan pocos días—, soy una persona también, quiero pensar, quiero tener el derecho de estar enojado, estresado, ¡Triste! No por solo tener fama no quiere decir que no sienta y no me duela algunas de tus palabras.

—Y-yo... —me tranco en cada palabra con vergüenza.

Había metido la pata por completo, lo había hecho sentir indiferente sin siquiera notarlo, y de una u otra forma eso me lastimaba, porque justamente me lo había confesado ayer, odia que no vean que en el pasado fue como uno de nosotros, que había luchado por lo que hace ahora, y solo por tener lo que tiene lo tratan como a alguien diferente.

—No es necesario que, yo también he exagerado —suspira—, ¿Puedes pasarme tu mano? —se la pasó y el ejerce un poco de fuerza pero sin percatarse de ello ya que solo se concentra en la cortadura.

Mientras el prepara un algodón con alcohol, yo no podía dejar de sentirme culpable, ya ni siquiera podía verlo a el, me sentía avergonzada, a pesar de que de alguna forma se había "disculpado" por ser exagerado.

Y era muy cierto todo lo que había dicho, lo estaba tratando diferente, aunque mis comentarios sarcásticos eran lo que le hacía enojar, y justo ahora no lo culpo, tiene su razón para estarlo, y mucho más cuando no lo deje estar molesto o aflijido, solo estaba tratando de cambiar su forma de pensar y no era bueno.

—Se que esto se hace con agua oxigenada, pero no tengo, y hay de desinfectarla, así que aguanta el dolor. —el levanta un poco el algodón y antes de ponerlo en mi mano yo me apartó.

Así como soy de estúpida para caerme, soy de miedosa para el dolor, además de que mi nivel de dolor es elevado, hasta el más simple pellizco me duele por minutos.

—Lo haré rápido —dice buscando mi mirada pero no sé lo permito—, lo prometo. —toma mi muñeca suavemente sin pedir permiso y se lo permito.

Respiro profundo y mantengo el aire en mis pulmones mientras el pasa el algodón, luego de eso se encarga en envolver mi mano en el pañuelo y finalmente la deja con suavidad en mis piernas.

—Gracias.

El me da un asentimiento rápido mientras se va a la cocina.

...

Un bostezo sale de mis labios y veo a los lados alarmada.

—Siento mucho despertarte —me percató de su mano en mi pierna y la quita de inmediato—, está lloviznando, y pienso que deberías llegar a tu casa ¿No? —asiento con la cabeza—. Toma, pará que no te de tanto frío mientras caminamos. —me extiende un hodie y me lo pongo de inmediato para sentir el calor arropar mi cuerpo.

—Te lo devolveré mañana, lo prometo —digo abrazándome a mi—, justo ahora muero del frío.

El me ve con una sonrisa entre sus labios y ambos nos dirigimos hacía afuera para llegar a mi casa.

Mientras que caminamos nadie habla en absoluto, yo solo me encargaba de tener la mirada al frente y de que Harry no notara mi sensibilidad al frío.

De un momento a otro siento como el extiende su brazo y me junta a el, para mantener el calor en mi sistema.

—A pesar de todo, me has hecho sentir como antes, como una persona corriente,  y para eso te necesitaba, te necesito para sentirme normal.

High Hopes H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora