S E V E N T Y

310 11 4
                                        

A pesar de haberse quedado desayunando, no bajaba su expresión, o al menos su carácter, se mantenía neutral, no me llamaba siquiera por mi nombre o se dirigía directamente a mí.

Sin embargo estoy aquí, sigo aquí junto a él esperando que termine de comer, y solo lo veo sin pronunciar palabras, porque realmente no sé que decir, ni siquiera sé cómo dirigirme a él después de lo que pasó.

Ya había limpiando mis mejillas, y hasta había recogido la cocina, había hecho casi de todo después de nuestra última interacción.

—¿Por qué te vas? —pregunto porque me parece extraño que se vaya, aunque ya tengo la leve sospecha de porque lo hace.

Su mirada sube hasta mí, y parece extrañado al instante que me ve, pero hace una mueca con sus labios cuando está a punto de soltar las palabras.

—Hago de todo por ti —arrugo ambas cejas y quedó completamente extrañada—, supongo que debemos distanciarnos un tiempo, yo cambie los ensayos para acá pensando en tu salud, pero creo que te puedes cuidar sola. —mi corazón se oprime, sin embargo no dejo que me afecte por completo, porque primero que nada yo soy la culpable de que esto esté sucediendo, y segundo yo misma le había dicho que podía cuidarme por si sola.

Muerdo mi labio un poco nerviosa, quizás un poco triste por lo que sucede, pero no permito que me derribe, no podía dejarme derribar por algo que yo misma cause.

—¿Puedo acompañarte? —pregunto en un susurro por la vergüenza que me carcome.

No deseaba quedarme sola, aunque me lo merecía, pero ruego porque me lleve con él, porque de alguna forma me siento protegida y acompañada, pero observando toda la situación, y en los términos críticos en los que estamos sabía que me iba a negar ir con él.

—No —es directo y seco—, evitemos problemas, Jeff y tú no deben estar cerca y mucho menos cuando va a pasar algo como lo de ayer —se para de su puesto, toma el plato y lo deja en el fregadero—, no quiero terminar siendo el culpable siempre.

—No lo eres. —trato de que me vea, pero él ni se inmuta.

—Tu lo dejaste claro ayer, y estoy bien con eso, le diré a Jeff que ayer no dormimos juntos, tengo que seguir con mi labor de chismoso. —suena ofendido y a mis oídos un poco exagerado y estúpido, pero al final de cuentas son sus emociones, y yo no tengo importancia en las mismas.

—No entiendo porque aceptas mis disculpas y me tratas de este modo. —confieso en un bufido y el sonríe con ironía.

—Nunca dije que las aceptaba, al menos que tú creías que al comerlo era aceptarlo, y si es así pues te lo diré verbalmente, aún no lo hago —muerdo mi labio con fuerza, tratando de no volver a llorar—, tenía hambre. —asiento duramente.

Pasan unos segundos, y siento la necesidad de decirle que tengo que salir, y que evidentemente lo voy a hacer, así vaya con él o me quedé completamente sola acá.

—Ire a una cita médica. —informo del mismo modo que él me está hablando.

Ayer durante veía una serie en el piso de abajo, me decidí por abrir el sobre que me había mandado Emi, y no era más que una cita con el ginecólogo que ella me había conseguido hace unos días.

Alza ambos hombros como si no le importará, pero trato de no ponerle interés a sus gestos mal educados, sin embargo no hace más, se levanta de su puesto, toma las llaves y se va.

No me molestó en alzar el plato, ni nada de eso, después de su reacción no me provocaba siquiera seguir siendo paciente hasta que logré perdonarme, aunque realmente estemos a mano.

High Hopes H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora