ɐɥɔɐɹɐɔnϽ

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— Eso te pasa por tirarle natillas. — Dice Haechan después de que le diga que me han castigado.

— Nos vemos luego. — Jaemin me revuelve el pelo y se van a la residencia mientras yo entro en el "restaurante".

Al llegar a la cocina una mujer sonriente me recibe con dos cepillos y cuatro guantes amarillos.

— Supongo que sois los castigados. — Giro la cabeza para ver que Jisung acaba de entrar. — Tenéis que fregar eso. — Apunta hacia una pila enorme de platos y vasos sucios. — Suerte. — Nos entrega los cepillos, los guantes y se va.

— Termina rápido. — Tira las cosas al suelo  y se sienta en una silla de madera cercana mirándome.

Ruedo los ojos y empiezo a limpiar.

— ¿Sabes? Si dejaras tu orgullo de niño rico y me ayudaras terminaríamos el doble de rápido. — Digo unos minutos después.

— No creo que eso pase. — Baja la mirada a su móvil, me acerco a él quitándole el aparato de las manos. Levanta una ceja. — No toques mi móvil. — Intenta cogerlo pero soy más rápida y lo meto en uno de los bolsillos internos del uniforme.

— Te lo daré cuando me ayudes. — Se levanta maldiciéndome, recogiendo los guantes y el cepillo.

Tras unos minutos en silencio noto como mi grifo deja de funcionar. Ya que es estirable lo cojo y le doy unos cuantos golpes, haciendo que funcione de nuevo, mandando un chorro de agua hacia mi costado. Miro a mi izquierda para ver la cara de Jisung totalmente mojada. Llevo mis manos lentamente a mi boca intentando no reírme.

— Te juro que ha sido sin querer. — Digo despacio mientras se me escapa una carcajada. Apunta su grifo hacia mi rostro mojándomelo completamente.

— Eso también lo ha sido.

— Serás. — Cojo el jabón dispuesta a lanzárselo mientras él acerca una esponja asquerosa y marrón a mi cara.

En ese momento un ruido en la puerta se oye dejándonos petrificados.

— He olvidado mi- ¿¡Que estáis haciendo!? — Miramos a la limpiadora sin movernos.

— Es que creí haber visto una cucaracha y- Comienzo a tartamudear.

— Yo iba a matarla pero.

— Sí, entonces le dije dale con el jabón.

— Y le dije, dale tú.

— Pero entré en pánico porque.

— Era una cucaracha con alas. — Decimos la última frase a la vez.

— ¿Sigue aquí? Odio a esos bichos. — Dice ella preocupada.

— Estábamos intentando cogerla, es mejor que se vaya, ya sabe antes de que vuele hacia usted o algo.

— Tienes razón. — Coge un monedero de un cajón. — Más os vale deshaceros de ella. — Nos señala mientras sale por la puerta. Ambos suspiramos.

— Mira lo que casi provocas estúpido. — Digo mientras vuelvo a girarme hacia el fregadero.

— ¡Tu me has tirado agua! — Suelta el cepillo de un golpe.

— ¡Pero fue sin querer! — Imito su gesto.

— ¡No me levantes la voz!

— ¡Ni mi livintis li viz! ¿¡Que vas a hacer al respecto!? ¿¡Abofetearme con dinero!?

— Cállate. — Dice con voz grave volviendo a coger el cuello de mi camisa, le doy un manotazo para que me suelte y paso las manos por mi ropa alistándola.

𝐑𝐞𝐬𝐢𝐝𝐞𝐧𝐜𝐞 ⊹ 𝐏. 𝐉𝐢𝐬𝐮𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora