Parte 1: Un día

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Lo primero que alguien podía ver si es que entraba cierta mañana en el cuarto de Lincoln Loud, era al chico albino inmerso en un libro. No era un libro común y corriente, pero tampoco era uno de sus usuales cómics, era sino un álbum de fotos que el chico miraba con una sonrisa. En él se pueden ver varias de sus aventuras pasadas, conmemoradas con una fotografía: Su primer viaje al dentista, su primer corte de pelo, la primera vez que iba a la escuela sin sus padres, el primer examen aprobado con una A+... En fin, que eran muchos recuerdos. Sin embargo, no pasaba las páginas observando todas y cada una de las fotografías que estaban en su posesión, sino que estaba con la mirada fija en una sola foto. Y en ella se veía a un pequeño Lincoln Loud, abrazando con los ojos cerrados a su hermana Leni Loud, quien lo miraba desde arriba con una mirada de amor, sonriendo.

- ¡Lincoln, apresúrate, o vamos a llegar tarde a clases! 

- ¡Voy, Lori!

Lincoln suspiró y guardó su álbum en la estantería, no vaya a ser que alguien lo encontrara. Corrió escaleras abajo y vio como todas sus hermanas subían a Vanzilla, el auto familiar.

En esos simples instantes, Lincoln vio lo que era su vida diaria: Se alejó lo más que pudo de las gemelas Lana y Lola, quienes se peleaban por una muñeca sin cabello, Lucy se mantenía en silencio detrás de un libro negro en el que estaban escritos sus poemas y Lisa hacía lo propio con cálculos en su libreta. Lynn rebotaba una y otra vez su pelota en el respaldo de la silla que tenía en frente, molestando a Lori, quien no podía evitar que lo hiciera porque seguía manejando. Lily reía alegremente de la broma que Luan le contaba, a la vez que Luna afinaba su guitarra y tenía especial cuidado de mantener su tambor en equilibrio. Todo el alboroto se podía escuchar sin problemas desde afuera, lo que indicaba que siempre era la familia Loud la que se acercaba. Pero la hermana que en esos momentos no estaba haciendo alboroto era Leni, quien miraba distraídamente por una ventana. Lincoln se sonrojó al verla, y evitó por todos los medios que nadie lo notara. Fue difícil, ya que estuvo seguro de que alguien lo miró con suspicacia, pero simuló su indiscreción, abanicándose con la mano, fingiendo que tenía calor.

Llegando a la escuela, los que iban a la secundaria se bajaron, siendo los únicos que estaban en esa etapa escolar Lincoln y Lucy. A sus casi quince años, Lincoln ya tenía que preocuparse por los estudios, pues su educación preparatoria se acercaba peligrosa, inexorable e inquietantemente, sin cesar.

Lincoln se despidió de Lucy, y por fin pudo pensar libremente en Leni de camino al salón y al sentarse en su asiento. Era consciente de las muchas faltas a la humanidad al desear a su propia hermana, pero al igual que cuando a alguien le da hambre, no era capaz de ignorar esa necesidad hasta que era... satisfecha. 

De todos modos, ¿quién podía decir que su hermana no era hermosa? Era capaz de hablarle a quien estuviera dispuesto a escucharlo, que su hermana era de las chicas más bonitas de la ciudad. Nadie se lo discutía, en parte porque parecía inútil contradecirlo, pero en parte también porque era imposible negarlo: Leni se había despedido de él cuando salió de Vanzilla con su esplendorosa sonrisa, y todas las miradas se dirigieron hacia ella, una mirada de admiración por parte de los chicos y una mirada de envidia por parte de las chicas. Era cierto que muchas de esas miradas se dirigieron ligeramente más abajo cuando Leni volvió a sentarse, pero bueno... A esa edad era prácticamente imposible evitarlo. 

Pero el cuerpo de su hermana era un agradable aditamento cuando Lincoln lo comparaba con la pura persona que era su hermana. Todos sabían de sobra que Leni Loud era la persona más tierna, inocente y adorable que existía, al menos de edad más avanzada, y era imposible no quererla aunque sea un poco. 

Lo que sea que haya ocurrido entre Lincoln y Leni, cambió para siempre la percepción que éste tenía sobre su hermana. Antes era una simple congénere para él, pero después del incidente, se había convertido en su media naranja. Ya no podía verla sin que su corazón se acelerara, las noches se volvían interminables cuando pensaba en ella y... el papel de baño se acababa un poco más rápido.

Lincoln no pasaba ni siquiera un día sin pensar en Leni, lo cual lo llevaba a preguntarse si en realidad nadie sabía nada sobre lo que él sentía, o solo fingían ignorancia. Era difícil estar al tanto, porque en una familia tan grande como la suya, uno no sabía toda la información que poseían los demás. No obstante, por el momento, Lincoln se mantenía a la espera. Llevaba mucho tiempo intentando olvidar lo que había pasado, pero no podía. Tal parecía que el albino estaba condenado a amar a Leni. 

Al menos ese día se podía dar el lujo de no pensar tanto en su hermana. La escuela se encargaba muy bien de evitar que los alumnos dejaran de pensar en lo que sea demasiado tiempo. La clase de matemáticas, el sudor de la clase de gimnasia y las chicas que pasaban eran distracción suficiente. Por fortuna, al menos así lo veía el albino, a Lincoln le iba bastante bien porque no se distraía mucho con las linduras a su alrededor. Y reconozcámsolo, muchos querrían estar en esa escuela nada más para darse un taco de ojo. Pero como Lincoln no tenía que ir más lejos de su propia casa para disfrutar la vista de esa rubia con vestido verde, veía así sus hormonas calmadas en la escuela. Zack, Liam y Rusty no la tenían tan fácil, sobre todo desde que Stella comenzó a cambiar, pero al menos eran lo suficientemente tranquilos frente a ella. Clyde era un punto intermedio, aunque él tenía sus razones. Además, encontraban gran consuelo al divertirse con lo que siempre hacían entre ellos: los videojuegos, los cómics y las series seguían siendo motivos de varias reuniones.

Lincoln apreciaba mucho a sus amigos, pero cuando estaba solo, recordaba una y otra vez lo mismo: el día en que Leni se había ganado su corazón. La foto que Lincoln se tomó ese día evitaba que lo olvidara. Tenía esa foto en su álbum, al que guardaba celosamente en su cuarto. La rubia no podía tener idea de lo que le pasaba tras bambalinas, pero Lincoln trataba de no correr riesgos. No sabía cómo podía reaccionar Leni si se daba cuenta. 

De ese modo, Lincoln se distraía como podía para alejar a su hermana de su mente. Con la perspectiva de rentar una película con sus amigos y comer botanas, fue como Lincoln aguantó ese día.

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