Parte 25: El repudio

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Leni estaba cada vez más convencida de que algo le estaba pasando a su hermano, pues, aunque nadie notara nada (o eso creía), Lincoln estaba cayendo en una enorme depresión. Al principio no se veía mal, pero luego la modista se dio cuenta de que su hermano lloraba o gritaba cuando estaba en su habitación y él creía que nadie lo veía u oía.

Leni quería ayudarlo, pero cuando le ofrecía su apoyo, el albino simplemente negaba con la cabeza, afirmando que estaba bien. Las semanas pasaban, y la situación no parecía cambiar. Y como ninguna de sus hermanas decía nada, Leni se veía obligada a cerrar la boca. Sin embargo, todo cambió una tarde.

Después de una ardua jornada de trabajo, Leni regresó a la casa, exhausta. Apenas llegó a su cuarto, se acostó y se propuso dormir. Sin embargo, pasados unos minutos, tuvo la extraña sensación de que alguien la observaba. Abrió perezosamente los ojos, y una cabellera negra apareció en su campo de visión.

- ¡Ahhhh! ¡Lucy! ¿Qué estás haciendo?

La gótica la miraba desde arriba, dejando al descubierto sus ojos purpúreos. 

- Quiero hablar contigo, Leni. Es urgente. Y tiene que ver con Lincoln.

La modista se levantó, despierta de repente.

- ¿Sabes algo sobre lo que le pasa?

Lucy se vio incómoda.

- Yo... Sí, pero es mucho más complicado de lo que parece. Y es que...

Lucy le contó que le había insistido a su hermano que tuviera novia, algo que él no tenía planeado hacer, pero al no tener opción bajo el yugo de la gótica, el albino accedió.

- Pero, ¿qué es esa cosa que no puede decir, Lucy? ¿Y cómo lo sabes tú?

- Eso... No te lo puedo decir, Leni. Pero como sospechaba que tú sabías algo, decidí hablarte.

- Lincoln puede llegar a engañarnos si se lo propone -murmuró Leni- Ni siquiera estaba del todo segura.

- Sí, estoy de acuerdo.

Ambas se callaron un momento.

- ¿Qué...? ¿Qué es lo que le pasa a nuestro hermanito? ¿Qué le está sucediendo?

Lucy solo negó con la cabeza.

- Lo único que puedo darte son conjeturas, pero... Creo que su novia no es lo que yo, ni él, ni nadie, creía que era. Ella es... peligrosa, a falta de una mejor palabra.

- Y si le hace algo...

Eso era algo que Leni no pensaba permitir. Eso seguiría pensando por el resto de la noche, pero al día siguiente, todo cambió.



Lincoln ya no aguantaba más. Su dolor estaba alcanzando puntos culminantes. Su pasado le había revelado que era capaz de soportar más que las personas normales, pero incluso ahora estaba sobrepasando esos límites. Su corazón estaba siendo apretujado por la desesperación que le causaba Stella, sus sentimiento ocultos lo destrozaban por dentro, y no podía hablar de nada con nadie. Igual que en aquella ocasión, cuando Ronnie Anne lo botó. Lincoln entendía que la latina no había hecho nada con mala intención, pero eso no evitaba que le afectara.

Y luego, por primera vez en años, Lincoln pensó en el suicidio. Cada día se le frecuentaba más en su mente, como una manera valiente, cobarde, por no hablar de estúpida, pero eficaz, de acabar con todo. No quería apartarse de su familia, pues aún había momentos en los que alcanzaba cierto grado de felicidad. Sin embargo, cada día que pasaba se rendía más, aguantando meses de duros castigos.

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