Parte 2: El amigo

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Cuando Lincoln entró al salón, vio que Rusty y Zack trataban de ponerse de acuerdo si intercambiaban un emparedado de mantequilla de maní y jalea por una lata de atún; trueque que el albino veía las de perder para Zack, ya que nadie en su sano juicio aceptaría una lata de atún por algo que tuviera verdadero sabor. Liam y Stella se reían de los inútiles intentos de Zack de cambiar su mísero almuerzo, pues Rusty se negaba tajantemente a renunciar a su emparedado. Clyde, sin embargo, esperaba con su brazo sobre la silla en la que estaba sentado, en espera de saludar a su amigo de toda la vida.

- Lincoln, ¿aún tienes la sopa que te dio tu papá? -preguntó Clyde en cuanto se terminaron de dar su singular saludo.

- No, me la terminé ayer. Lo dices por Zack, ¿cierto? -preguntó Lincoln.

- Sí, no creo que llene con el atún, eso si es que le gusta -repuso Clyde, viendo como Zack rogaba de rodillas por algo de buena comida.

- Bah, no te preocupes, Zack -dijo Lincoln, acercándose a su amigo- Tal vez no tenga sopa, pero al menos sí que traigo pollo. No hay necesidad de un trueque, traigo de sobra.

- ¿Hablas en serio? ¡Oh, Lincoln, gracias! ¡Alabado sea el dios de la comida! -reverenció Zack, aceptando tímidamente el pollo.

Riéndose a carcajadas y tomados del brazo, Rusty y Stella vieron como Zack saboreaba cada centímetro del pollo sazonado que tenía ahora en sus manos. Sacaron todos sus desayunos antes de que la clase comenzara, pues sabían que no aguantarían del todo hasta el almuerzo.

Quién diría que extrañarían las clases de la señorita Johnson, esas clases que eran mucho más fáciles que las que tenían ahora. Sin embargo, ninguno se quejaba, pues estaban también seguros de que sus estudios posteriores serían incluso más complicados que los que tenían en esos momentos. Además, a ninguno le iba tan mal, por lo que resolvieron los problemas en silencio.

Después de un agotador día de clases, por fin lograron salir de la escuela. Era hora de la tan esperada reunión, la cual se llevaría a cabo en al residencia McBride. En cuanto llegaron, los padres de Clyde los recibieron con amabilidad, igual que siempre. Sin embargo, debían de saber algo que ellos no, todavía no al menos; y es que cuando todos llegaron, comieron y se dispusieron a ver la película, Howard y Harold rieron por lo bajo, encantados, y los dejaron a solas.

La película estuvo entretenida, pues un ladrón logró robar una enorme cantidad de dinero, pero por azares del destino, la bolsa terminó en lo más profundo de una escuela. No tuvo más remedio que trabajar como maestro para intentar recobrar el dinero, cortesía mexicana. Riéndose a carcajadas, los seis se terminaron las palomitas y los refrescos que habían comprado. 

Al terminar, Lincoln vio que su mejor amigo estaba algo nervioso, aunque no tanto como para desmayarse, como cuando eran más niños. 

- Oigan, chicos... Tengo algo que decirles. Es importante -murmuró Clyde.

Liam, quien se reía con Zack de una parte de la película, se calló de pronto. Sin dudarlo, los cinco esperaron expectantes a que Clyde hablara. Respirando hondo, y armándose de valor, Clyde dijo:

- Chicos... Estoy saliendo con Chloe.

Hubo unos segundos de silencio, en los que Howard y Harold escuchaban a su hijo revelar su mayor secreto. Se sintieron un poco desanimados al no percibir ninguna reacción, pero sonrieron cuando los cinco amigos de su único hijo gritaron de emoción.

- Creo que nuestro hijo ya es un hombre, Howy... -gimió Harold, soltando lágrimas de felicidad.

- Lo hemos cuidado bien, Harold, lo hemos cuidado bien -dijo Howard, sonriendo.

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