Parte 37: La indicación

212 34 10
                                    

Mientras veía a Sans, a Franco Escamilla, a Álvaro845 y a Peña Nieto darle con todo a un gusano gigante, Lucy caminaba lo más rápido que podía entre las piernas de los pocos guerreros que mantenían sus batallas por su camino. La sala del trono estaba llena de retratos con imágenes de Stella desnuda y en poses sensuales, dándole a Lucy escalofríos. Nunca habría pensado que su solución conllevaría a esa clase de locura, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera para remediarlo.

La puerta que daba a la sala maldita se abrió por si sola, dándole la bienvenida a la pequeña gótica. Una larga sala la guiaba. Las ventanas en ese pasillo daban al jardín, cubierto de sombras negras y un cielo rojizo. La alfombra parecía tener aspecto de sangre, y varios juguetes tanto sexuales como de tortura colgaban de las paredes. Lucy ignoró todo y vio a quien estaba sentado en el trono de oro. Un Lincoln idéntico al original, solo que estaba con el atavío que le había mostrado a Lynn cuando ésta durmió con él y lo hartaba, además del cabello oscuro y atavío negro. El disfraz gótico de Lincoln lo cubría como una segunda piel. Sonreía de forma siniestra, nada que ver con los habituales góticos. Su voz no se oía en un susurro, sino en el claro clamor de un líder malévolo.

- Bueno, bueno, bueno, ¿qué tenemos aq...? -se fijó bien en su invitada y frunció el ceño- Eh... ¿Qué te pasó?

- Si tú no lo sabes, dudo que lo sepa yo -contestó Lucy desde su altura.

- Bueno, da igual -dijo. Agitó una mano y Lucy volvió a su tamaño normal. Lincoln se rio de lo lindo.

- Si no fuera porque eres una de las únicas dos amenazas para mi plan, te propondría salir conmigo -le dijo, meloso.

Lucy dejó que sus ojos dieran la respuesta, fríos como el hielo y cortantes como una motosierra.

- Ya veo. De acuerdo, entonces, ¿qué te trae a mi humilde morada?

- Deja de ocultarte tras ese disfraz. Puede que actúes y hables como mi hermano, pero sé que no se trata de él. ¡Sal y da la cara, maldita cobarde!

El Lincoln oscuro solo se rio, sin inmutarse ante tal provocación. Sin embargo, algo debió de llegarle, porque chasqueó los dedos y una cortina de humo morado lo cubrió. He de ahí que salió no un chico, sino una chica, pues el Lincoln oscuro le había cedido el lugar a su creadora, obedeciendo su orden.

- Bueno, cuñada, ¿cuánto tiempo sin vernos?

Lucy le respondió a Stella de una manera que nunca habría dicho en frente de su madre. Stella no debió de esperárselo, porque su sonrisa melosa desapareció.

- Cuídate esa lengua.

La morena se le acercó, y como era mucho más alta que ella, no le tuvo miedo a Lucy.

- No sé si te enteras, pero Lincoln me pertenece. Siempre lo voy a tener bajo mi control, y no hay nada que puedas hacer al respecto. Es más, es gracias a ti que todo esto es posible.

- Entonces, ¿por qué me consideras una de las dos amenazas de tu reinado?

Fue entonces cuando Stella se dio cuenta de que había hablado demasiado. 

- Entiendo lo de mi persona -continuó Lucy- Pues soy la única que puede entrar en la mente de Lincoln, pero, ¿y la otra...? Conoces el amor que Lincoln siente por Leni, eso lo sé. No veo otra forma por la cual se haya mantenido callado antes de que lo secuestraras. ¿Tienes miedo de que ella logre borrarte de su mente, idiota?

Lucy se había acercado tanto a la cara de Stella, que los ojos de ambas estaban a pocos centímetros de distancia. Y sin previo aviso, Stella tomó el rostro de la gótica y besó a Lucy. La gótica trató de alejarse, sin haberse esperado en absoluto ese arrebato. Sintió la intrusión de la lengua de Stella contra la suya. Stella le manoseó un pecho y casi le introduce un dedo en su vagina; tanta práctica tenía. Por más que odiara a esa zorra, por más daño que le hubiera hecho a Lincoln, por más que quisiera alejarla para siempre de su hermano... no pudo evitar concederle que sabía besar. Lucy logró reaccionar y apartó a Stella. La morena suspiró lasciva y sensualmente. Un hilo de saliva unía las bocas de ambas chicas. Stella volvió a besar a Lucy, ésta vez apretando su trasero y un pecho directamente sobre la piel y empujándola contra el piso. Fue cuando Stella metió sus dedos en la vagina de Lucy cuando por fin la gótica recobró la consciencia y la alejó como pudo. Stella solo se rio, excitada ante el pensamiento de hacer caer a otro Loud.

- Oye... Decía en serio lo de salir, ¿sabes? -dijo Stella, mirando de arriba a abajo a Lucy y mordiéndose el labio inferior y los ojos entrecerrados, admirando las buenas proporciones de la gótica. Lucy no pudo evitar notar los atributos de Stella, por mucho que la odiara. Stella comenzó a masturbarse en frente de Lucy, insinuando previsiblemente que fueran ambas a la cama- Aunque ambas seamos chicas, puedo darte el mayor placer que puedas recibir en tu vida.

- Cuando se congele el infierno, estúpida.

Ahora que Lucy sabía que Stella verdaderamente estaba controlando a Lincoln, Lucy le soltó un puñetazo en la mandíbula. Stella lo recibió sin sorprenderse. Lucy usó su imaginación para convertirse en un murciélago y alejarse rápidamente de ahí, pues en los pocos instantes en que Stella la había tocado, le había drenado energía cual súcubo.

Mientras se retiraba, Lucy vio que Stella se tocaba la cara, evaluando el daño. Cuando casi no la veía, Stella le gritó:

- ¡Nada puede detenerme! ¡Solo esperen un poco más y sabrán de mí! ¡Siempre estoy mucho más cerca de lo que creen!

Lucy vio como la batalla en la fortaleza llegaba a su fin, pues las tropas retrocedían. Se secó la boca y buscó a su alrededor. No vio ni rastro de Z.

Le dio las gracias a los guerreros con un ademán y por fin pudo salir.

Cuando volvió a abrir los ojos, Lucy se encontraba en el cuarto del albino. Miró a su alrededor, pero no había nadie. Bueno, nadie excepto su hermano. Lucy le sujetó la cabeza mientras Lincoln despertaba. 

- Ooooyyyyy... ¿Ahora qué pasó?

- Lincoln... Cómo lo siento.

Lucy hizo que Lincoln se recostara en su cama.

- Todo este tiempo... Has sido atormentado por Stella, ¿cierto?

- ...No sé de qué me...

- Estuve dentro de tu cabeza, Lincoln... Y es peor que cualquiera de mis pesadillas. Y todo es mi culpa... Si no fuera porque te obligué a estar con ella, ahora estarías bien... Y lo siento tanto...

Lucy lloró. Las lágrimas caían sobre el albino. Lucy se prometió que haría lo que fuera para salvar a su hermano. No le importaba lo mucho que fuera a sufrir o lamentarse su familia; ahora entendía que la única persona capaz de sanar por completo el corazón de Lincoln era su verdadero amor.

Solo esperaba que nada se interpusiera... Y que Leni pudiera sentir lo mismo.






Stella dormía mientras se introducía en la mente del padre de sus hijos, por lo que se despertó a mitad de la noche cuando su conexión se vio interrumpida. No le molestaba haber besado a Lucy, pero odiaba que la hubiera enfrentado. Y como muy bien había aprendido Lincoln, si Stella no ganaba, empataba, o por lo menos hacía el mayor daño posible antes de caer. Lincoln aún podía aumentar el control que Stella tenía sobre él con sus hijos, pero tendría que bastar con lo que ya tenía.

- Mañana. Mañana empezaremos la última fase -ordenó en su mente a las ocho conciencias que tenía ante ella- Vengan... Vengan a mí, hijos míos.

Y llegaste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora